Ernesto Villanueva
MÉXICO,
D.F. (proceso.com.mx).- La regla general es que los recursos del pueblo
se destinen a fines de interés público. En México, como ya es
costumbre, las cosas no son así. Los campos de golf que paga la
sociedad para el desarrollo de relaciones públicas y diversión de unos
cuantos es un ejemplo de estos excesos, a cargo del FONATUR que depende
de la Secretaría de Turismo. Veamos.
Primero. Por razones que no entiendo y en un país con tantas
privaciones y necesidades sociales no resueltas, el gobierno federal
decidió que uno de los caminos para salir de la pobreza era fomentar la
edificación de campos de golf como atractivos turísticos y deportivos.
En efecto, el Fonatur administra directamente los campos de golf Palma
Real en Ixtapa y el Litibú, Nayarit. Además de lo absurdo que aconseja
el sentido común de estas conspicuas acciones, la propia Secretaría de
Turismo en un acucioso estudio denominado “Comportamiento y tendencias
del Golf en México” destroza las propias iniciativas del Fonatur que
casualmente está sectorizado a la Secretaría en cuestión.
De entrada, el estudio referido señala que quienes practican golf
son “en su mayoría varones y su inicio en el deporte comienza ante el
tedio de la espera, ya que surge la inquietud de conocer y practicar el
deporte del Golf. Pertenecen principalmente a los niveles
socioeconómicos C+, y A/B. los del nivel C+ nacionales, asisten a
campos públicos”. No se crea que las personas que forman parte del
grupo C+ son personas de escasos o medianos recursos.
Según el estudio ya citado, “la definición básica de este grupo está
dada por practicantes de Golf que buscan adquirir o mostrar un nivel de
vida superior al que viven y obtener ventajas en trabajo y relaciones
por esta práctica. La gran mayoría de este grupo esta conformada por
hombres entre 20 y 35 años y una pequeña proporción
de mujeres en la misma edad. Son estudiantes o egresados de
licenciaturas en universidades privadas caras o de reconocido
prestigio” y su universo es de aproximadamente “635 personas”.
Segundo. De acuerdo al estudio en cuestión, los campos de golf del
Fonatur están mal ubicados porque “los golfistas no prefieren los
puntos de sol y playa sobre ciudades para realizar la práctica de su
deporte, por condiciones climáticas y de vientos. Un área de
oportunidad es el generar nuevos puntos turísticos a
partir del golf en lugar de implantar campos en puntos turísticos ya
establecidos con el riesgo de saturar la oferta en algunos puntos y no
atender a la demanda en su lugar de origen”. El problema, pues, es
multifactorial.
No es justificable la creación de campos de golf con recursos
públicos para atender una demanda potencial de 635 personas nacionales
y casi ninguna extranjera por las razones que ofrece el estudio de la
Secretaría de Turismo.
El campo de golf de Nayarit ocupa una superficie de 68.5 hectáreas y
el de Ixtapa, 72 hectáreas que “Para su comodidad (se refiere a las 635
personas) el Campo de Golf Palma Real cuenta con estacionamiento,
pro-shop, servicio de caddies, profesional de golf, carros de golf,
renta de equipos, snack bar en los hoyos 5 y 13, bar móvil, servicio de
restaurante-bar. Además 4 canchas de tenis profesionales alumbradas y 2
de paddel tenis”.
De plano, cuando uno ve estos datos no queda más que pensar que el
gobierno federal se vuela la barda y ofende la inteligencia de la
población que menos tiene, que sobra decir es la absoluta mayoría de
los mexicanos.
Tercero. No tengo problema alguno con las personas que quieran
dedicarse a practicar el golf. Es su gusto y su interés. Pero estoy
completamente en desacuerdo que el pueblo sufrague prácticas deportivas
para 635 personas o incluso si fueran 6 mil 350.
No es aceptable que
esto suceda en México. Lo que debe proceder inmediatamente es poner en
venta a precios de mercado, con el acompañamiento de una adecuada e
independiente vigilancia social de las comunidades donde están
instalados esos campos de golf. Estos campos no sólo han costado
muchísimo por sus características, sino que siguen consumiendo recursos
públicos para su debido mantenimiento.
Lo que se obtenga de esa venta
debe destinarse directamente a la satisfacción directa de las
necesidades más urgentes de los municipios involucrados como un recurso
etiquetado. Tampoco sería aceptable que esos recursos vayan a parar a
ese hoyo negro llamado Tesorería de la Federación que todos sabemos
recibe dinero, pero nadie sabe qué hace con él. El gobierno federal ha
perdido con estas acciones el rumbo. Debe reencauzar e identificar que
sus únicos objetivos son la atención de la sociedad en su conjunto.
Evillanueva99@yahoo.com
@evillanuevamx
www.ernestovillanueva.blogspot.com
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