La activista y científica india, cree que es indispensable resguardar a las semillas nativas a la par que se realizan otras acciones contra los transgénicos.
Adazahira Chávez
México. Lo repite una y otra
vez: en un sistema en el que los gobiernos se corrompen para ayudar a
las corporaciones de transgénicos a imponerse, la mejor arma es la no
cooperación, la “fuerza de la verdad”. Vandana Shiva, física, filósofa
y una de las más conocidas defensoras de las semillas nativas, apuesta
por la conservación de las formas tradicionales de siembra pero también
por la lucha legal para detener a Monsanto, empresa a la que ubica como
la más corrupta y la mayor enemiga de la ciencia.
Semillas nativas, salud y abundancia
Las
semillas tradicionales son “la fuente de ganancias más importante para
la industria a través del sistema de patentes”, afirma Vandana Shiva,
lo que es posible sólo a través de los transgénicos. Lo contrasta con
el “inteligente” diseño natural: de la cosecha de alimentos se guardan
semillas, que a su vez aseguran que habrá comida en el futuro. Las
semillas modificadas genéticamente, por el contrario, deben comprarse
cada temporada, lo que lleva a deudas y suicidios de campesinos, relata.
La
destacada activista puntualiza que los transgénicos, además de destruir
la biodiversidad, no están destinados a la alimentación sino a usos
industriales –como el biocombustible- y a ser forraje para animales.
“La alimentación nunca fue su objetivo, más que en el discurso. En
realidad se trata de ganancias, ganancias y ganancias”, afirma.
De
las semillas nativas también hay que apreciar que están adaptadas no
sólo a cada clima, sino a cada comunidad ecológica, y pueden crecer
juntas como en la milpa. Los cultivos industriales, al competir entre
ellos, significan que en la siembra “pierdes tu fuente de proteína,
hierro o de vitaminas”; a partir de ello vienen las deficiencias en la
alimentación, que la industria pretender suplir con plantas
genéticamente modificadas “y entonces llega el plátano con hierro para
‘solucionarlo’. Es un ciclo de beneficios, que para la tierra es un
círculo de envenenamiento; para la gente, de muerte y desnutrición”,
afirma la científica.
Las semillas
nativas, al contrario que las transgénicas, significan abundancia,
sistemas de cultivo respetuosos con la tierra, salud y ahorro,
contrasta Shiva.
El sistema que
permite a Monsanto imponer su ley está basado en colusión entre la
industria agroquímica y el Estado, “que abandona su compromiso con la
democracia y las Constituciones”.
Los
primeros responsables de la destrucción de la tierra y el genocidio que
significa el suicidio de campesinos (agobiados por las deudas traídas
por estar obligados a comprar transgénicos), son los agroquímicos y
la industria de la guerra. “Los fertilizantes químicos se producen en
las mismas fábricas que los explosivos”.
La
industria transgénica tiene como principales aliados a los gobiernos
corruptos (“en Estados Unidos se llama lobbying”, apunta Shiva con una
sonrisa). Monsanto no puede fingir que produce vida y patentar ‘su’
semilla sin el apoyo de las autoridades estadunidenses, que deciden no
sólo permitirlo sino convertirlo en ley internacional a través de la
Organización Mundial de Comercio (OMC), ejemplifica.
Avances judiciales contra Monsanto
La
científica afirma que hoy día, de lo que se hace ganancias es de la
vida, lo que sólo puede ser detenido si la gente conserva su capacidad
de reproducción de la misma y de producción de comida.
La
activista se refiere que Monsanto necesita de científicos para validar
de manera legal sus “mentiras” (que produce más cantidad de comida y
acaba con las malas hierbas y plagas), por lo que es necesario que los
activistas se impliquen de forma creativa en batallas legales. “En
muchas partes, el avance de los transgénicos se ha logrado detener
cuando los parlamentos trabajan de forma ajena al gobierno y a través
de las Cortes; ya que todo esto se trata de patentar, de adueñarse de
la vida y de decir que los conocimientos indígenas son su invento –todo
esto se llama biopiratería- hay que dar la batalla legal”.
“Todo instrumento y toda institución debe ser puesto al servicio de los derechos de la gente”, remata.
Sin
embargo, la mejor respuesta a los transgénicos es rescatar las semillas
y las formas tradicionales de cultivo y elaboración de alimentos, así
como construir movimientos en torno a ello, valora. “Puedes estar
diciendo No a Monsanto mientras ellos destruyen todo. ¿Y qué habrá para
salvar? Cada semilla salvada nos da más poder, confianza y conocimiento
contra los transgénicos”, señala.
Viniendo
de la India, Vandana Shiva resalta la influencia que en ella tiene
Gandhi y la no cooperación o “fuerza de la verdad”, que es básicamente
no acatar las leyes injustas, que violan los derechos humanos
fundamentales de justicia, igualdad y paz. Por eso, su movimiento está
basado en la libertad de las semillas y la no cooperación como dos
manos de un mismo cuerpo. “En 2004, trataron de hacer ilegal plantar
semillas propias; hicimos grandes acciones de desobediencia civil y
logramos detener esa ley”, ejemplifica. Para Shiva, la no cooperación
con leyes injustas significa al mismo tiempo, solidaridad con las
comunidades y reconstrucción del valor para luchar contra los
transgénicos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario