La sociedad pide la aparicion de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, quienes fueron atacados por policias y narcos
Página/12
Estudiantes
y familiares de los 43 jóvenes desaparecidos bloquearon ayer durante
poco más de tres horas los accesos al aeropuerto internacional de
Acapulco. El viaje del presidente Peña Nieto generó indignación ante su
falta de sensibilidad.
Mientras el presidente Enrique Peña
Nieto inicia una gira por China y Australia, la indignación en México
no encuentra reposo. Nada alcanza para restañar a una sociedad herida:
ni el arresto del ex alcalde de Iguala, a quien se le imputa la autoría
intelectual de la desaparición forzada y, aparentemente, el asesinato
de un total de 46 estudiantes normalistas de Ayotzinapa; ni la caída
del gobernador del estado, Angel Aguirre Rivero, sustituido por un
académico que fue secretario general de la Universidad Autónoma de
Guerrero; ni mucho menos el anuncio del hallazgo de restos incinerados
que podrían corresponder a los 43 estudiantes desaparecidos.
Las
movilizaciones por todo el país no cejan. A media tarde de ayer,
normalistas y familiares de los 43 estudiantes desaparecidos bloquearon
durante poco más de tres horas los accesos al aeropuerto internacional
de Acapulco, en una toma simbólica que se tradujo en la cancelación y
demora de una docena de vuelos. Por la mañana, 16 policías estatales
resultaron heridos en un enfrentamiento con normalistas y maestros
disidentes, a quienes se pretendía contener para que no llegaran al
aeropuerto. Unos 500 elementos de la Policía Federal formaron un muro
que abrieron después cuando se negociaron los términos de la protesta.
La condición fue no ingresar al aeropuerto, aunque se permitió cerrar
entradas y salidas.
Durante este lapso, maestros, normalistas y
padres de los 43 estudiantes desaparecidos, y otros tres asesinados el
26 de septiembre, realizaron un mitin en el estacionamiento del
aeropuerto internacional de Acapulco, uno de los principales centros
turísticos del país que hace más de medio siglo era punto de encuentro
de celebridades de todo el mundo. El turismo extranjero se ha
desplomado en Acapulco en todo lo que va de este siglo: el número de
viajeros a sus playas cayó 88 por ciento entre 2000 y 2013, y la
tendencia se mantiene casi mes y medio después de la desaparición de 43
normalistas y una alerta de viajes emitida por Estados Unidos para que
se evite esta ciudad.
El enfrentamiento de la mañana de ayer con
la policía estatal en la avenida principal de Acapulco dejó también
heridos a varios manifestantes, aunque hasta el cierre de esta edición
no se pudo precisar cuántos.
En medio de esta crisis política,
lo que empieza a ser una constante son los actos de provocación
alrededor de las manifestaciones pacíficas, particularmente en la
capital del país. Alguien juega con fuego en México. Las tres últimas
movilizaciones –en las que en total han participado cerca de 250 mil
personas, la mayoría estudiantes de los principales centros de
educación superior del país– han sufrido embates de personas ajenas que
han provocado disturbios. Primero, incendiando camiones del sistema
Metrobús, en las inmediaciones de la Universidad Nacional Autónoma de
México, y la última con el incendio de la puerta principal de Palacio
Nacional, en el zócalo de la capital del país, mientras que casi al
mismo tiempo otros hacían lo mismo con el acceso al Palacio de Gobierno
de Guerrero, en Chilpancingo. En todos los casos ha habido detenciones
arbitrarias por parte de la policía, incluyendo a menores de edad.
Tras
el fuego en el portal de Palacio Nacional, provocado con bombas
molotov, Peña Nieto aprovechó una escala en Alaska para condenar esos
“actos de violencia” y alegar que la sociedad mexicana “dice no a la
violencia; decimos sí a la justicia, al orden, a la armonía, a la
tranquilidad; decimos sí a la aplicación de la justicia ante estos
hechos atroces y abominables”. De paso, justificó el viaje
internacional en el que se encuentra ahora mismo, pese al clamor porque
permaneciera en el país atendiendo la grave crisis de derechos humanos
que se ha transformado ya en una severa crisis política que el propio
Peña Nieto no ha sabido encarar, según algunos analistas, incluso
simpatizantes del régimen priísta, pero que a estas alturas empiezan a
ver con preocupación la falta de recursos políticos del presidente.
De
hecho, la revelación de la PGR sobre el asesinato masivo en el basurero
municipal de Cocula, a menos de 20 kilómetros al sudoeste de Iguala,
donde los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa fueron víctimas de
desaparición forzada, se hizo en vísperas del viaje de Peña Nieto a
China, para participar en la cumbre del Foro de Cooperación Económica
Asia-Pacífico (APEC), y una rápida visita a Australia para participar
en la cumbre del Grupo de los Veinte (G-20), como para despresurizar la
creciente atención internacional en la crisis de derechos humanos que
azota a México.
Lejos de eso, la indignación aumentó con un
viaje que simboliza la falta de sensibilidad y capacidad política para
enfrentar la crisis. Un botón de muestra son las expresiones
espontáneas del público y artistas en conciertos, obras de teatro y
exposiciones. Uno de los grupos más activos ha sido Café Tacvba, cuyo
vocalista, Rubén Albarrán, incluso ha participado como orador en uno de
los primeros mitines que cobijaron a los padres de los 43 normalistas
desaparecidos. El sábado pasado, León Larregui, vocalista del grupo
Zoe, estalló ante 40 mil espectadores en el Foro Sol: “¿Qué más tenemos
que aguantar para decir basta? El país está secuestrado por una
pandilla de neandertales, ladrones y asesinos. ¿En qué país quieres
vivir tú: en el que el simple hecho de exigir tu derecho a una vida
digna y justa signifique que te van a desaparecer y a matar? ¿Qué
chingada madre es eso?”, dijo el cantante, entre aplausos y gritos de
repudio a Peña Nieto. El vocalista de Zoe fue detenido al finalizar el
concierto, según reportó él mismo en su cuenta de Twitter. Mientras, a
menos de siete kilómetros de ahí, ardía el portal de Palacio Nacional.
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