10/16/2015

Somos unos ingratos con Peña Nieto


peña400    

Según la Presidencia de la República, muchos mexicanos somos unos ingratos porque nos la pasamos criticando al gobierno. Desde su atalaya, donde mira la realidad nacional con un optimismo desbordado, la burocracia dorada no acepta que se ponga en duda que hay margen de sobra para las críticas que se ganan a pulso sus integrantes. Por eso decidió mandar hacer un espot en el que la frase final es lapidaria: “¡Ya chole con tus quejas!”, en respuesta a quienes no aceptamos que México camina en reversa, y que las mal llamadas reformas estructurales están agravando los problemas del país.
A fuerza de espots nos quieren hacer creer que México avanza positivamente en todos los aspectos de la vida nacional, que en el actual “gobierno” se han implementado políticas públicas que, ahora sí, nos impulsarán al primer mundo. Pero como las críticas a tan vulgar y absurdo regaño no se hicieron esperar en las redes sociales, en pocas horas los responsables de la comunicación social de Los Pinos se vieron forzados a retirar de los medios electrónicos dicho engendro.
El despropósito político fue monumental, pues se demostró que las tentaciones autoritarias están allí, en espera de hacerlas realidad a la primera oportunidad. El mensaje es clarísimo: “¡Ya basta de quejas, o te callas o te atienes a las consecuencias!”. Esto a pesar de que los mismos organismos internacionales causantes de nuestras desgracias, se la pasan criticando al gobierno mexicano, no porque no sigan las instrucciones que les dan los jerarcas del Fondo Monetario Internacional (FMI), del Banco Mundial (BM) o de la OCDE, sino porque son demasiado ineficientes y torpes.
Pero como con ellos no se pueden molestar, el enojo lo descargan contra el pueblo mexicano. Y lo hacen de una manera sádica; por  ejemplo, incrementando el salario mínimo en dos pesos a nivel nacional, bajando los precios de productos del campo hasta volver incosteable su producción, propiciando la decadencia de la educación pública gratuita y laica, entre muchas otras acciones empobrecedoras, absurdas a final de cuentas pues inhiben un crecimiento real y fortalecen la desigualdad y la desmoralización de la gente, además de incentivar una acelerada descomposición social, problema que irrita a los organismos internacionales.
La OCDE acaba de dar a conocer su informe titulado Midiendo el bienestar en los estados mexicanos, en el que puntualiza que los resultados de las acciones del gobierno federal “son mediocres”. Asienta que en promedio, el país ha empeorado en lo que se refiere a seguridad, ingresos y empleo. Afirma que “el empeoramiento de la situación laboral, aunque menos grave que el de la seguridad, se ha extendido a la mayoría de los estados en los últimos diez años”.
Las críticas no son a las políticas públicas, pues son impuestas por dichos organismos internacionales desde hace poco más de tres décadas, sino a la impericia de la burocracia dorada, que no ha sabido implementarlas adecuadamente. Según los jerarcas de los organismos globales mencionados, sus estrategias son correctas, lo que está mal es la incapacidad manifiesta del “gobierno” de Enrique Peña Nieto para instrumentarlas correctamente.
El hecho concreto es que aparte de que las políticas públicas derivadas del Consenso de Washington son de por sí antidemocráticas y perversas, la torpeza del grupo en el poder las pervierte aún más. Y lo más dramático del caso es que el futuro se vislumbra incluso más sombrío porque nos esperan problemas terribles una vez que se ponga en marcha el Acuerdo Transpacífico de Asociación Económica (ATP). Tal situación, obviamente preocupa al FMI, al BM y a la OCDE, de ahí sus críticas y señalamientos puntuales al régimen neoliberal mexicano, el cual funcionó bien, conforme a las estrategias trazadas por ellos, en el “gobierno” de Ernesto Zedillo.
Que dicho acuerdo trasnacional tendrá consecuencias desastrosas, incluso para los trabajadores estadounidenses, lo dijo el senador independiente por el estado de Vermont, Bernie Sanders: “Wall Street y otras grandes corporaciones han ganado de nuevo”. Pensando en sus electores, afirmó: “Necesitamos políticas comerciales que beneficien a los trabajadores y los consumidores estadounidenses, no sólo a los directores ejecutivos de las grandes corporaciones multinacionales”.
Con mucha más razón, aquí en México lo que necesitamos es un régimen democrático, que se preocupe por el futuro de los mexicanos no sólo por el bienestar de una minoría apátrida y voraz

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