Jesús Cantú
El titular del Ejecutivo, Enrique Peña Nieto. Foto: Eduardo Miranda |
MÉXICO,
D.F. (Proceso).- Latinobarómetro, organización de la sociedad civil con
sede en Chile, dio a conocer la semana pasada los resultados de la
encuesta de cultura política de 2015 y dibuja una preocupante realidad
para América Latina, especialmente para México: más allá de la
insatisfacción con la democracia, hay una grave crisis de
representatividad y un déficit de cultura política democrática.
El informe es tajante al señalar: “La democracia es más que todo una
aspiración para los ciudadanos de la región, algo que no sucede aún,
pero que se espera que suceda”. Y se ve reflejado en una tabla en la
cual deja claro que es el continente donde hay menos satisfacción con la
democracia, pues en Asia 70% de la gente está satisfecha; en Europa,
59%; en África, 49%, y en América Latina, 37%. México es el país
latinoamericano con menor nivel de satisfacción, únicamente con 19%, es
decir, prácticamente la mitad del promedio continental y cerca de la
cuarta parte del promedio de Asia.
Una de las explicaciones de
esta baja satisfacción con la democracia se encuentra en la desconfianza
de los mexicanos en torno a la limpieza de las elecciones, pues
únicamente 26% respondió que las consideraba limpias, lo que lo ubica en
el último lugar en Latinoamérica, casi a la mitad del promedio
continental –de 47%– y a poco más de la tercera parte de Uruguay, que
con 82% encabeza la lista.
Otro elemento es la lejanía de los
gobernantes con la ciudadanía, pues al preguntarles si se sienten
representados por el Congreso, únicamente 17% contestó que sí, seis
puntos porcentuales debajo del promedio latinoamericano –de 23– y
únicamente por encima de Paraguay, con 14%; Brasil, 13%; y Perú, 8%; y
muy lejos de Uruguay, con 45%.
Y al cuestionarles si aprueban la
gestión del gobierno de Enrique Peña Nieto, únicamente 35% lo hizo, lo
cual resultó ser el nivel de aprobación más bajo desde 2002, cuando
empezó el trabajo de Latinobarómetro, muy abajo del 60% que obtuvo en
2006 el entonces presidente Vicente Fox y el mismo porcentaje de Felipe
Calderón en 2007, y 11 puntos porcentuales debajo del 46% obtenido en
2013 por el mismo Peña Nieto. A escala latinoamericana, el promedio de
aprobación es de 47% y los cuatro presidentes de la región con menor
nivel de aprobación que el mexicano son los de Venezuela, 30%; Brasil,
29%; Paraguay, 26%; y Perú, 24%.
Entre las explicaciones para los
bajos niveles de aprobación puede identificarse que sólo 26% de los
ciudadanos considera que el gobierno mexicano es mucho o algo
transparente; en este caso el promedio latinoamericano es de 36% y por
debajo de México están Guatemala, Perú, Colombia y Brasil. La falta de
transparencia redunda en que al preguntarles a los ciudadanos si creían
que se había progresado en reducir la corrupción en las instituciones
del Estado en los últimos dos años, únicamente 22% respondió que algo o
mucho, también por debajo del 33% del promedio latinoamericano y
únicamente por encima de Argentina y Brasil.
Sólo 21% de los
mexicanos considera que se gobierna para el bien de todo el pueblo,
cifra que también está por debajo del promedio latinoamericano de 29%,
aunque por encima de Chile, Costa Rica, Paraguay y Brasil, pero muy
lejos del 56% de Ecuador o el 55% de Uruguay y Bolivia.
A esto se
suma que 47% respondió que su ingreso no es suficiente y tiene
dificultades o grandes dificultades para cubrir sus necesidades, y 70%
que considera que vivir en México es cada día más inseguro. En
contrapartida, únicamente 17% considera que la distribución de la
riqueza en México es justa o muy justa; 18% considera que el país está
progresando, y 11%, que la situación económica actual de México es buena
o muy buena.
Al revisar estos números, el 35% de nivel de
aprobación parece alto, pues salvo 53% que no enfrenta dificultades para
cubrir sus necesidades, todos los otros porcentajes conducirían a
índices de aprobación menores: 11% que considera que la actual situación
económica es buena; 17% que juzga que la distribución del ingreso es
justa; 18%, que el país está progresando; 21%, que se gobierna para bien
de todo el pueblo; 22%, que se avanza en la lucha contra la corrupción;
26%, que el gobierno es transparente, y 70% que considera que cada día
es más inseguro vivir en México.
Así, la explicación más sensata
del 35% que lo aprueba hay que buscarla en el 38% de los mexicanos que
votaron por Peña Nieto en 2012, aunque una parte de ellos no la estén
pasando muy bien.
Muestra más lógica es el 19% que manifiesta su
satisfacción con la democracia, cuando se observa que únicamente 26%
–prácticamente la cuarta parte de la población– cree en la limpieza de
las elecciones; sólo 17% –la sexta parte de la población– se considera
representada por el Congreso y 35% –la tercera parte– aprueba la gestión
presidencial.
Pese a ello, 48% de los mexicanos mantiene su
apoyo a la democracia; es decir que hay 29% –más de la cuarta parte de
los ciudadanos– que apoya la democracia aunque no está satisfecho con su
desempeño (demócratas insatisfechos); aquí también debajo de Venezuela,
donde el diferencial es de 54%; Brasil, 33%; y Perú, 31%.
El 83%
de los mexicanos no se siente representado en el Congreso, y aun
suponiendo que 38% de quienes acudieron a las urnas y votaron por Peña
Nieto se siente representado por él, 62% no, lo cual hace que alrededor
de las dos terceras partes de los mexicanos no se sientan representados
por los gobernantes electos.
Esto anula los avances que se habían
logrado en materia de democracia electoral: más allá de que tres
cuartas partes de los mexicanos no crean en la limpieza de las
elecciones, tampoco se sienten representados por quienes resultan
oficialmente ganadores.
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