Tras 7 años, Mujeres Ambientalistas ya ven los frutos de un negocio que comercializa más de 500 iguanas al año
VERACRUZ (La Silla Rota).- Nadie quería darle trabajo a Susana Cruz Cano.
Cada que buscaba un empleo la rechazaban por su edad y falta de
estudios. Hasta que un reptil endémico de la comunidad de San Julián,
donde vive, fue la solución para ella y su familia.
Ya pasaron siete años de esos malos tiempos y ahora, junto con su hija, su nieta y cuatro mujeres más, son dueñas de una Unidad de Manejo Ambiental (UMA), encargada de comercializar iguanas para mascotas, muy demandadas en la vecina ciudad de Veracruz.
El camino no ha sido fácil para la cooperativa, encabezada por la mujer de casi 65 años. Primero tuvieron que pasar por un proceso selectivo, en el 2008, para ser acreedoras a un programa federal que les otorgó 150 crías de ese reptil y dinero para comprar el primer alimento y construir las jaulas, además de los permisos de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y de la Procuraduría de Protección al Ambiente (Profepa).
Sin embargo, empiezan a cosechar el trabajo de casi una década con ventas anuales de unos 500 a 600 especímenes que se ofertan de 80 a 100 pesos, según el tamaño.
“No podemos estimar si hay mucha ganancia pero ya somos empresarias. Hay que echarle ganas al trabajo. Si el gobierno nos ayuda en lo económico, así de podernos un criadero, una UMA, hay que trabajar y no nos queda de otra que salir adelante en lo que ya estamos”, dijo doña Susana.
El criadero está a unos 15 minutos de la zona norte del municipio de Veracruz, en la congregación de San Julián, famosa por su laguna y su venta de mojarras.
La poca actividad turística del lugar no genera los empleos suficientes para su población, de cerca de 20 mil personas, por lo que muchos tienen que viajar todos los días al Puerto Jarocho a laborar, gastando cera de 100 pesos diarios en transporte.
Susana Cruz estaba sin trabajo con una hija y una nieta que sufre de convulsiones. Cuando el panorama no era alentador, un funcionario del ayuntamiento les aconsejó acercarse a los programas del gobierno federal que consistían en ayuda para montar criaderos de animales de corral.
Pero cuando entregaron los documentos requeridos en la capital Xalapa, les asignaron la cría de iguanas pues no había una UMA así en los alrededores de San Julián.
“Fue un proyecto que nos ofreció el gobierno. Nosotras aceptamos el proyecto, hace como siete años que lo tenemos y nos entregaron unas iguanas chicas. Como ve, ya son grandes, adultas. Nos entregaron 150 iguanitas. Ahorita tenemos unas chiquitas, como 500, y grandes como 75”, dijo.
En todo este tiempo han tenido que invertir de sus ahorros pues pasaron tres años para que las 150 iguanitas que les dio la federación, empezarán a tener huevos y crías.
“Es poco lo que apenas estamos sacando. Como la iguana nos las dieron muy chica, tuvimos que esperar muchos años. Apenas empiezan a poner, tardaron como tres años. Tres años en lo que crecía. La verdura la tenemos que comprar nosotros. Cada tres días tenemos que comprar una reja de calabacitas, una reja de lechugas, aparte dos rollos de cilantro que comen las chiquitas”.
La cooperativa que conformó junto a su hija y nieta lleva el nombre de Mujeres Ambientalistas de la Laguna de San Julián o “Iguanario San Julián”. “Mi hija es mamá soltera, yo vivo sola, mi nieta padece convulsiones y por eso el gobierno nos ayudó para que no nos fuéramos de aquí. Todos somos familia, es una servidora, la mayor, Susana: Bella Aurora, María Angélica, María de los Ángeles, Ave María y Zulema Saudí.
“Aquí en San Julián no hay trabajos para mujeres. En Veracruz sí. Aquí en San Julián si han dado apoyos a las mujeres. Nosotras fuimos a recibir el proyecto, dieron ayuda para conejos, pollos y a nosotros nos tocó las iguanas”.
Aunque apenas inician a ver los frutos asegura que seguirá luchando por convertirse en una empresa que no sólo les ayude a sobrevivir, que también les genere ganancia suficiente para que sus hijos y nietos se superen y tenga oportunidades que ellas no tuvieron.
“No crea que ganamos mucho porque ellas comen mucho, todos los días se las da calabacita, lechuga, chayote, calabacita rayada, picada, hasta ahí, pero ya estamos con el proyecto y no podemos tirar la toalla. Nos alcanza más o menos, nos alcanza para subsistir nada más. El gobierno nos puso pero ellos no van a venir a mantenerlos. El cumplió con darnos el apoyo para poner la jaula, las iguanitas y los permisos de Semarnat, Profepa y eso. Pero ya de ahí, si tenemos dinero bien y si no pues tenemos que sacar de la bolsa.
“Vendemos anuales de unas 500 y 600 pues ahí va saliendo porque depende de lo que vayan creciendo pues va aumentando el precio porque van comiendo más”.
Ya pasaron siete años de esos malos tiempos y ahora, junto con su hija, su nieta y cuatro mujeres más, son dueñas de una Unidad de Manejo Ambiental (UMA), encargada de comercializar iguanas para mascotas, muy demandadas en la vecina ciudad de Veracruz.
El camino no ha sido fácil para la cooperativa, encabezada por la mujer de casi 65 años. Primero tuvieron que pasar por un proceso selectivo, en el 2008, para ser acreedoras a un programa federal que les otorgó 150 crías de ese reptil y dinero para comprar el primer alimento y construir las jaulas, además de los permisos de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y de la Procuraduría de Protección al Ambiente (Profepa).
Sin embargo, empiezan a cosechar el trabajo de casi una década con ventas anuales de unos 500 a 600 especímenes que se ofertan de 80 a 100 pesos, según el tamaño.
“No podemos estimar si hay mucha ganancia pero ya somos empresarias. Hay que echarle ganas al trabajo. Si el gobierno nos ayuda en lo económico, así de podernos un criadero, una UMA, hay que trabajar y no nos queda de otra que salir adelante en lo que ya estamos”, dijo doña Susana.
El criadero está a unos 15 minutos de la zona norte del municipio de Veracruz, en la congregación de San Julián, famosa por su laguna y su venta de mojarras.
La poca actividad turística del lugar no genera los empleos suficientes para su población, de cerca de 20 mil personas, por lo que muchos tienen que viajar todos los días al Puerto Jarocho a laborar, gastando cera de 100 pesos diarios en transporte.
Susana Cruz estaba sin trabajo con una hija y una nieta que sufre de convulsiones. Cuando el panorama no era alentador, un funcionario del ayuntamiento les aconsejó acercarse a los programas del gobierno federal que consistían en ayuda para montar criaderos de animales de corral.
Pero cuando entregaron los documentos requeridos en la capital Xalapa, les asignaron la cría de iguanas pues no había una UMA así en los alrededores de San Julián.
“Fue un proyecto que nos ofreció el gobierno. Nosotras aceptamos el proyecto, hace como siete años que lo tenemos y nos entregaron unas iguanas chicas. Como ve, ya son grandes, adultas. Nos entregaron 150 iguanitas. Ahorita tenemos unas chiquitas, como 500, y grandes como 75”, dijo.
En todo este tiempo han tenido que invertir de sus ahorros pues pasaron tres años para que las 150 iguanitas que les dio la federación, empezarán a tener huevos y crías.
“Es poco lo que apenas estamos sacando. Como la iguana nos las dieron muy chica, tuvimos que esperar muchos años. Apenas empiezan a poner, tardaron como tres años. Tres años en lo que crecía. La verdura la tenemos que comprar nosotros. Cada tres días tenemos que comprar una reja de calabacitas, una reja de lechugas, aparte dos rollos de cilantro que comen las chiquitas”.
La cooperativa que conformó junto a su hija y nieta lleva el nombre de Mujeres Ambientalistas de la Laguna de San Julián o “Iguanario San Julián”. “Mi hija es mamá soltera, yo vivo sola, mi nieta padece convulsiones y por eso el gobierno nos ayudó para que no nos fuéramos de aquí. Todos somos familia, es una servidora, la mayor, Susana: Bella Aurora, María Angélica, María de los Ángeles, Ave María y Zulema Saudí.
“Aquí en San Julián no hay trabajos para mujeres. En Veracruz sí. Aquí en San Julián si han dado apoyos a las mujeres. Nosotras fuimos a recibir el proyecto, dieron ayuda para conejos, pollos y a nosotros nos tocó las iguanas”.
Aunque apenas inician a ver los frutos asegura que seguirá luchando por convertirse en una empresa que no sólo les ayude a sobrevivir, que también les genere ganancia suficiente para que sus hijos y nietos se superen y tenga oportunidades que ellas no tuvieron.
“No crea que ganamos mucho porque ellas comen mucho, todos los días se las da calabacita, lechuga, chayote, calabacita rayada, picada, hasta ahí, pero ya estamos con el proyecto y no podemos tirar la toalla. Nos alcanza más o menos, nos alcanza para subsistir nada más. El gobierno nos puso pero ellos no van a venir a mantenerlos. El cumplió con darnos el apoyo para poner la jaula, las iguanitas y los permisos de Semarnat, Profepa y eso. Pero ya de ahí, si tenemos dinero bien y si no pues tenemos que sacar de la bolsa.
“Vendemos anuales de unas 500 y 600 pues ahí va saliendo porque depende de lo que vayan creciendo pues va aumentando el precio porque van comiendo más”.
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