Bernardo Barranco V.
Lamentablemente el
nuevo arzobispo metropolitano, el cardenal Carlos Aguiar Retes, entró
con el pie izquierdo al espinoso tema de la pederastia clerical en
México. Los medios resaltaron que los 15 casos de pederastia de
sacerdotes, mencionados por Norberto Rivera, son según Aguiar:
caso cerrado.
Desconcertante resultó la afirmación del cardenal, sin facultad
jurídica para cerrar casos judiciales. Al escuchar la grabación de la
declaración, se trata de una información otorgada por una comisión
arquidiocesana –así lo refiere Aguiar– que encabeza el obispo auxiliar
Jorge Estrada Solórzano quien, al parecer, le indica que los casos han
sido cerrados por la autoridad, por ello el cardenal Aguiar concluye:
“La información que he recibido es que estos 15 casos están ya cerrados,
es decir, ya fueron resueltos en relación con las autoridades, y ya no
me toca a mí, porque ya están definidos. Lo que ya está resuelto, ya
está resuelto, ¿no?…” Ante otra pregunta sobre el mismo tema, Aguiar
responde: “Desde luego estoy dispuesto siempre a colaborar con lo que
las instancias judiciales de nuestro país me pidan. Estos 15 casos ya
están cerrados, es decir, ya fueron resueltos por las autoridades y pues
ya no me toca a mí, pero de aquí adelante igualmente yo seguiré como lo
he hecho esta mañana con mucho dolor…”
La posición de Aguiar tiene dos lecturas, o se quiere deslindar de
Norberto Rivera o lo quiere proteger. Sin embargo, el expediente sigue
abierto en la Procuraduría General de la República (PGR). La demanda por
encubrimiento y ocultamiento de información contra el cardenal Norberto
Rivera sigue su curso. Es más, Alberto Athié y sus abogados presentaron
con fecha del 20 de febrero una demanda de aclaración a la Fiscalía
Especial para Delitos de Violencia contra las Mujeres y Trata de
Personas de la PGR. En ella piden que comparezca el nuevo arzobispo para
aclarar los 15 expedientes de su conocimiento y aclare los seis casos,
como lo había manifestado anteriormente la arquidiócesis. Ante tanta
opacidad, de la Iglesia y del gobierno, la sociedad tiene derecho a
saber quiénes son los sacerdotes abusadores de niños, cuántos menores
han padecido abuso sexual, qué tipo de atención han recibido las
víctimas y sus familiares. Los expedientes parecen ser cajas negras.
Surgen otras preguntas: ¿han existido demandas? ¿Qué tipo de acuerdos
con las víctimas se han operado? ¿Qué castigo o sanción se ha aplicado a
estos ministros de culto violadores? La PGR pareciera proteger al
cardenal Rivera al no transparentar requerimientos de información de la
sociedad.
Carlos Aguiar, siguiendo al papa Francisco, ha prometido
tolerancia ceroante la pederastia. Incluso en un comunicado de prensa la arquidiócesis de México reconoce que un sacerdote de la cuarta vicaría ha sido detenido por la policía por haber abusado sexualmente de una menor de edad. La denuncia fue interpuesta por la madre de una menor en la colonia Buenos Aires y la arquidiócesis condena el hecho. Sin embargo, Carlos Aguiar carga con vicisitudes porque no ha sido tan abierto como ahora ofrece. Recordemos uno de ellas, la visita del papa Benedicto XVI a León en 2012. Aguiar entonces era presidente de la CEM. Víctimas y medios de comunicación reprocharon que Benedicto no se reuniera con las víctimas de Marcial Maciel. En descargo, Federico Lombardi, vocero del Papa, en conferencia de prensa descartó todo encuentro con las víctimas de abuso sexual, porque fue un tema que no está en la agenda propuesta por la Conferencia del Episcopado Mexicano. Medios internacionales, por su parte, demandaron al presidente de la CEM por qué no se incluyó en la agenda dicho encuentro. Y en una declaración inaudita, Carlos Aguiar Retes justifica el vacío con las víctimas, de la siguiente manera:
No, porque nosotros no podemos asumir el liderazgo de algo que no conocemos, mientras las víctimas no aparecen, no se conocen sus rostros, no sabemos quiénes son, cómo lo podríamos hacer. Agregó:
Son visibles para los medios. Insinúa que las víctimas hacen alboroto mediático,
al no haber solicitado a tiempo el comentado encuentro, tienen la culpa de no ver al Papa. El entonces arzobispo de Tlalnepantla, Carlos Aguiar Retes, quien no fue buscado por las víctimas, asume con torpeza el rol de monarca, cuándo éstas tocaron la puerta siempre cerrada de la nunciatura para solicitar dicho encuentro. El que escribe, con reproche, entonces señaló:
Probablemente Aguiar Retes piense más en su trayectoria como futuro cardenal de México que como pastor compasivo con los sufrimientos de su pueblo(http://www.jornada.unam.mx/ 2012/03/28/opinion/027a1pol).
Siendo la pederastia clerical uno de los mayores escándalos de
la Iglesia a escala mundial, la Iglesia católica sigue cometiendo
errores para enfrentar los abusos y acusaciones de protección a los
abusadores. Actualmente existen muchos reproches al papa Francisco por
la manera en que manejó el caso del obispo chileno Juan Barros, durante
su visita a Chile, acusado de encubrimiento del depredador Fernando
Karadima. Francisco cometió el error de defender públicamente a Barros
reabriendo las hondas heridas y rencores en la sociedad chilena. Se
increpó tanto el abuso a menores como la complicidad de la jerarquía
chilena. En todo el país se enciende la polémica que rebasa a Chile para
convertirse en un reproche internacional. Los hechos parecen
relativizar la voluntad del pontífice para acabar con este flagelo.
El mismo Papa se disculpó con las víctimas chilenas y envió a Charles
Scicluna a reabrir el caso y restañar su deteriorada imagen. Pero son
medidas que se antojan aún insuficientes. Especialistas y activistas se
preguntan si en verdad combatir la pederastia del clero es una prioridad
tanto para Francisco como para la Iglesia. Basados en los siguientes
hechos: 1) no acatar como Estado las recomendaciones de la ONU sobre
protección a la infancia; 2) el fracaso de la Comisión para la
Protección de Menores del Vaticano. Las renuncias y deserciones de
laicos víctimas, reprochan falta de voluntad institucional para combatir
la pederastia; 3) mantener al cardenal australiano George Pell, número
tres del Vaticano, responsable de la reforma financiera, quien ahora
enfrenta la justicia de su país por demandas de abusos; 4) innecesaria
presencia de Bergoglio en los funerales del cardenal de Boston, Bernard
Law, emblema del encubrimiento a la pederastia en Estados Unidos.
Carlos Aguiar deberá ser más agudo ante la escabrosa pederastia. La
sociedad civil y las víctimas deberán articularse mejor y para marcar
agenda. Esperar que lo haga la Iglesia suena iluso. El ejemplo combativo
de los laicos chilenos es una opción más que interesante.
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