Los jefes de la Defensa y de la Marina
no ven con buenos ojos a Andrés Manuel López Obrador, precandidato
presidencial de la coalición Juntos Haremos Historia. Llevan un recuento
de las críticas del tabasqueño hacia la institución castrense, y aún
más: temen que éste les quite la facultad de designar a sus sucesores en
la Sedena y la Semar. Pero aun así, se disciplinarían y acatarían el
veredicto de las urnas, como lo hizo evidente el almirante Soberón el
jueves 16, al asegurar que las Fuerzas Armadas están preparadas para “un
cambio de régimen”.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Los altos mandos del Ejército y de la
Marina tienen prevista la posibilidad de que Andrés Manuel López Obrador
gane la Presidencia de la República. Eso les disgusta, pero saben que
no pueden hacer nada, incluso ante la eventualidad de perder el control
de la sucesión en la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y en la
de Marina.
Las declaraciones del secretario de Marina, el almirante Francisco
Vidal Soberón Sanz, el pasado jueves 15, en el sentido de que las
Fuerzas Armadas están preparadas para “un cambio de régimen” a partir
del 1 de julio, no quita el descontento de la cúpula militar con el
precandidato de la coalición Juntos Haremos Historia (JHH), quien en la
construcción de su tercera candidatura presidencial ha cuestionado
repetidas veces el papel de las fuerzas castrenses en los gobiernos de
Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.
Han sido públicos los desencuentros de los jefes militares con López
Obrador. Por eso no es extraño que entre los mandos de las Fuerzas
Armadas se esté revisando su actuación y entorno. Incluso, en un
trascendido periodístico publicado el jueves 8, El Universal aseguró que
el Ejército “enlista groserías de AMLO”.
Pero los jefes militares no pueden hacer más, sobre todo porque
también están conscientes de que se puede repetir lo ocurrido en 1988,
cuando la tropa votó por Cuauhtémoc Cárdenas prácticamente en todo el
país.
Tal es la lectura que hay entre allegados a la cúpula militar, según
consultas realizadas por Proceso. “No pueden impedir un eventual triunfo
de López Obrador, pero van a seguir muy de cerca lo que haga y de
cuantos se está rodeando. Pero hasta ahí, porque los jefes militares no
pueden hacer más”.
Un cambio de régimen, como lo llamó el secretario de Marina,
implicaría quitarle a la actual cúpula militar el control del proceso
para elegir a los próximos jefes del Ejército y de la Armada. En la
Sedena, por ejemplo, el secretario, general Salvador Cienfuegos Zepeda,
pretende mantener el control de los aspirantes para evitar lo que
ocurrió en el sexenio pasado con el general Guillermo Galván –quien no
logró designar a su sucesor–, explicaron.
Presuntos sucesores
Los mandos que rodean al titular de la Sedena son los candidatos
naturales a sucederlo. Entre ellos, el subsecretario Roble Arturo
Granados Gallardo, a quien apenas el pasado 1 de septiembre el general
Cienfuegos promovió como número dos de la Defensa.
Maestro en administración militar para la seguridad y la defensa
nacionales, Granados Gallardo ha sido comandante en distintas zonas
militares del país y antes de ser subsecretario fue jefe de Estado
Mayor; es decir, encargado de la operación del Ejército en la actual
administración.
Los otros cercanos al titular de la Sedena son el general Eduardo
Emilio Zárate Landero, oficial mayor; y el inspector y contralor general
del Ejército y Fuerza Aérea, general Pedro Felipe Gurrola Ramírez,
quien fue comisionado especial del gobierno de Peña Nieto en Michoacán.
Entre los mandos que rodean al general Cienfuegos también está el
jefe de Estado Mayor de la Sedena, general Alejandro Saavedra Hernández,
quien hasta diciembre fue inspector y contralor general, y cuya
promoción, sin embargo, fue interpretada como una protección antes de
que pase a retiro. Organizaciones no gubernamentales cuestionan su papel
durante la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, en
septiembre de 2014.
Pero el juego sucesorio de Cienfuegos podría terminar con un eventual
triunfo de López Obrador, cuya pieza más conocida dentro del Ejército
es el general Audomaro Martínez Zapata, originario de Tabasco, como el
hasta ahora precandidato. Es un militar en retiro, pero esa condición no
le impediría ser titular de la Sedena. La Ley Orgánica del Ejército y
Fuerza Aérea no dice si el general secretario debe estar activo o
retirado.
Secretario de Seguridad Pública de Tabasco al inicio del gobierno de
Arturo Núñez, Martínez Zapata ha colaborado con López Obrador desde su
primera campaña presidencial, en 2006. Entonces –y luego, en la
siguiente campaña– fue el enlace del tabasqueño con mandos militares
retirados o en activo.
En marzo de 2006 el entonces candidato tuvo una comida con militares
en retiro, a quienes propuso crear un mando único para las Fuerzas
Armadas, como lo ha reiterado en el actual proceso electoral.
López Obrador también puede contar con otros generales en retiro,
como Augusto Moisés García Ochoa, quien le disputó el liderazgo de la
Sedena a Cienfuegos. En cuanto éste fue designado alto mando del
Ejército por Peña Nieto, envió a García Ochoa a la XI Región Militar, en
La Laguna, que comprende los estados de Coahuila y Chihuahua. La región
tenía entonces altos índices de violencia. Reducida la tensión en la
zona, fue enviado después como comandante de la II Región Militar, en
Mexicali, desde donde se retiró en 2016, al cumplir 65 años.
Aun cuando se acercaba su retiro, siguió siendo objeto de la
persecución que se desató en su contra desde el proceso sucesorio de la
Sedena en 2012. Entonces se filtraron a la prensa documentos de la
Defensa que lo señalaron como responsable de la adquisición de equipo de
espionaje para uso del Ejército.
Según los documentos, García Ochoa pagó por el equipo cinco mil
millones de pesos a la empresa Security Tracking Devices, en su calidad
de director de Administración de la Defensa Nacional. El uso del equipo
de intrusión, sin embargo, estaba en las áreas operativas.
Ya en Mexicali, nuevas filtraciones lo acusaron de estar investigado
en Estados Unidos por corrupción y lavado de dinero mediante la
adquisición de vehículos militares tácticos, conocidos como Sandcat. Las
filtraciones no pasaron de ahí y en su ceremonia de retiro escuchó el
toque militar conocido como Tres de Diana, con el que se hace
reconocimiento de los méritos militares.
Guardia Nacional
A diferencia de sus campañas anteriores, López Obrador ahora ha
puesto énfasis en el papel de las Fuerzas Armadas. Ha planteado
retirarlas del combate a la delincuencia y en su lugar propone un mando
único, por él encabezado, en el que participen también las policías.
Todos agrupados en una Guardia Nacional, la cual está prevista en la
Constitución.
Pero sus propuestas han estado acompañadas de confrontaciones con los
mandos militares. En marzo del año pasado, cuando presentó en Saltillo
su libro 2018, la salida, dijo que los militares regresarían a sus
cuarteles para que sólo tengan la función de mantener la paz y no la de
“masacrar al pueblo”.
“No se puede enfrentar la violencia con la violencia… No se va a
utilizar al Ejército ni a la Marina para reprimir al pueblo. Los
soldados, que son pueblo uniformado, tendrán su lugar, el papel que les
corresponde, que es el de garantizar la paz, la tranquilidad; no ser
usados para masacrar a los mexicanos”. Aseguró también que los soldados
lo apoyaron en 2006 y 2012, “y así va a ser en el 18”.
Ese mismo mes, durante una gira por Nueva York y Washington, al ser
acosado por manifestantes por el alegado aval que le dio a la
candidatura a alcalde de José Luis Abarca –implicado en la desaparición
de los normalistas de Ayotzinapa–, López Obrador respondió molesto: “Es
injusto; el reclamo es al Ejército, no a nosotros. El reclamo es al
régimen. El reclamo tiene que ser a Peña Nieto, a las Fuerzas Armadas, a
quienes intervinieron en ese crimen, no a nosotros”.
El señalamiento provocó la reacción del gobierno por conducto del
entonces secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong; y del
vocero presidencial, Eduardo Sánchez. El entonces presidente del PAN y
actual precandidato de la coalición Por México al Frente, Ricardo Anaya,
habló incluso de agravio a las Fuerzas Armadas. Los jefes militares
guardaron silencio.
El precandidato de JHH aseguró que su crítica no era hacia las
Fuerzas Armadas. “Los soldados son pueblo uniformado. Cuando triunfemos,
no se utilizará al Ejército para reprimir al pueblo… En las elecciones
de 2006 y 2012 los soldados votaron por un cambio y seguirán insistiendo
por un cambio verdadero”, remachó.
En un comunicado fechado el 23 de marzo de 2017 reiteró que la
solución a la violencia no es con fuerza. “Lo social es el 90%. Lo demás
es que haya coordinación entre las corporaciones de policía… No es un
asunto de fuerza, sino de inteligencia”.
La ejecución de un civil, en mayo siguiente, por parte de un policía
militar en el poblado de Palmarito, durante un operativo castrense en la
zona de robo de combustible, en Puebla, fue otra ocasión para que el
precandidato criticara la política de seguridad.
“Peña debe pronunciarse hoy mismo en el sentido de que va a cambiar
la estrategia fallida que se ha utilizado para supuestamente enfrentar
el problema de la inseguridad y la violencia; no más represión, que no
se siga utilizando al Ejército para reprimir al pueblo”, dijo en otro
comunicado.
Más directo, señaló: “Desde Calderón se ha bajado la orden en la
Secretaría de la Defensa y en la Secretaría de Marina de llevar a cabo
estos exterminios, masacres”.
A fines año pasado López Obrador intensificó su arremetida contra el
papel que han tenido los militares en los gobiernos de Felipe Calderón y
Enrique Peña Nieto. Incluso sugirió la idea de dar amnistía a los jefes
de la delincuencia organizada, lo que provocó, entonces sí, una
respuesta directa de los altos mandos del Ejército y de la Marina.
“Sería un gravísimo error el pensar en amnistiar a quienes han hecho
tanto daño al país. Están dejando de lado todo el mal que le han hecho
al país, a cuanta gente ha muerto por su culpa. Cómo es posible pensar
en que se les dé una amnistía”, cuestionó públicamente Cienfuegos.
El secretario de Marina calificó de “extremadamente simplista” la
sugerencia de López Obrador, a la que se refirió también como “mera
propaganda electoral”, además de que no habría manera de ponerla en
práctica. En tono de burla expresó: sería como decirles a los
narcotraficantes que sigan repartiendo droga, sólo que no generen
violencia y no maten a nadie. “Por supuesto que el gobierno no puede
pactar con la delincuencia organizada. Sería convertir al Estado en
parte de la delincuencia organizada”.
El precandidato les contestó con la reiteración de sus propuestas y
aseguró que los jefes militares lo criticaron porque recibieron órdenes
de hacerlo.
“Cambio de régimen”
La aprobación de la Ley de Seguridad Interior en el Congreso y su
promulgación por parte de Peña Nieto fue otro motivo de discordia. Pero
López Obrador desestimó esa ley, que ha generado un amplio rechazo en la
sociedad por ampliar las facultades de los militares en tareas de
seguridad.
La ley está ahora bajo controversia en la Suprema Corte de Justicia.
“Voy a asumir el mando. En la Constitución con mucha claridad se
establece. Por eso no hay que estar temiendo a la reforma… Pronto, muy
pronto, el próximo presidente de México no va a dar ninguna orden para
que el Ejército ni la Marina, ni ninguna fuerza militar o policiaca,
reprima al pueblo. Por eso estén tranquilos. No vamos a utilizar la
misma estrategia”.
Apenas comenzó este año y López Obrador enfiló sus críticas hacia el
Estado Mayor Presidencial (EMP), el costoso cuerpo de soldados, marinos y
pilotos encargados cuidar al presidente y a su familia.
Asumido ya como vencedor de los comicios del próximo 1 de julio,
aseguró que integrará el EMP a la Sedena y que sus instalaciones pasarán
a formar parte del Bosque de Chapultepec.
En su franca confrontación con Cienfuegos, la semana antepasada
criticó que se le pretendiera entregar un doctorado honoris causa en la
Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas: “¿Qué tiene que estar el
secretario de la Defensa recibiendo un premio de una universidad de
Chiapas? Eso es politiquería”.
En medio de tantos desencuentros, el pasado jueves 15 el secretario
de la Marina, el almirante Soberón, sorprendió cuando en una conferencia
en la Escuela de Aviación Naval, en La Paz, dijo que las Fuerzas
Armadas están preparadas para “un cambio de régimen”, como ocurrió con
la llegada del PAN.
“Las Fuerzas Armadas siempre estaremos del lado de la sociedad y lo
que la sociedad elija; obviamente estaremos con quien sea el
presidente”, aseguró el jefe militar.
Este reportaje se publicó el 18 de febrero de 2018 en la edición 2155 de la revista Proceso.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario