A decir del secretario, la falta de luz y el polvo fueron las causas de la caída del Black Hawk UH60, el viernes 16 en Santiago Jamiltepec, cerca de la costa de Oaxaca. El aparato, comprado apenas en 2014 a Estados Unidos, forma parte de la flota más moderna del Ejército mexicano.
Se trata de un equipo blindado, con posibilidad de artillarse y visión nocturna. Además de acciones militares, se usa para operaciones de rescate o evacuación; de manera que si el piloto del Ejército mexicano aceptó la orden de cumplir con una misión complicada es porque debió confiar en su habilidad y en las capacidades de la nave que pertenece a la última generación de los famosos helicópteros de guerra bautizados como “halcón negro” (black hawk).
A menos, claro, de que haya sido obligado a cumplir con esa operación delicada, pues se debió saber que el lugar era refugio de habitantes temerosos de que se cayeran sus casas por la sucesión de temblores que padece la región desde septiembre pasado.
Si para el general secretario, la culpa total es de la Sedena, entonces el piloto y sus jefes inmediatos están directamente relacionados con los 13 homicidios y las heridas provocadas a 16 personas, por lo que deberán ser procesados penalmente por homicidio imprudencial.
En el aparato iba el comandante de la Octava Región Militar, que tiene su sede en Ixcotel, Oaxaca, el general Alfonso Duarte Mújica, un militar que ha tenido el mando operativo en distintas regiones del país, incluido el norte y noroeste del país. Hasta antes del accidente, esa trayectoria lo colocaba en la carrera por la sucesión en la Sedena en el supuesto de que la actual cúpula castrense mantenga el control del proceso.
El responsable militar en el operativo era el general Duarte Mújica, de manera que el piloto estaba bajo sus órdenes. Habrá que ver hasta dónde llega la responsabilidad en la cadena de mando. El patrón en la Sedena es que, en casos penales, los acusados terminan siendo los subordinados.
Al dejar en la Defensa Nacional toda la responsabilidad, el general Cienfuegos anticipa el cierre de la investigación y entonces no será necesario investigar quién dio la orden para hacer el aterrizaje en esas condiciones, sino que pasará como un accidente causado por el polvo y la impericia. “El piloto se desorientó”, dijo el general al siguiente día cuando visitó la comunidad para hablar con los deudos. Un golpe más para la moral del Ejército mexicano.
Si el secretario de Gobernación, Alfonso Navarrete, dice que tenía la orden del presidente Enrique Peña de ir al lugar inmediatamente después del sismo del viernes, por qué ninguno de los jefes del Ejército y la Fuerza Aérea le advirtieron del riesgo del traslado.
Si el gobernador Alejandro Murat tampoco lo advirtió, por ignorancia o falta de información, estamos, en cualquier caso, ante una grave negligencia en la que las autoridades crean más problemas de los que hay y los únicos responsables son los empleados que no se pueden defender.
Comentarios: @jorgecarrascoa