El impulso que el presidente López Obrador y su partido Morena han
dado a una serie de acciones enmarcadas en la Cuarta Transformación,
entre ellas la reforma electoral y las iniciativas de revocación de
mandato y consulta popular que es una especie de plebiscito, tiene la
clara intención de dejar una huella profunda en la historia política que
marque una época.
Desde 1928 cuando el general Plutarco Elías Calles, conocido como el
Jefe Máximo de la Revolución, influyó en la llegada de los siguientes
tres presidentes –Emilio Potes Gil, Pascual Ortíz Rubio y Abelardo L.
Rodríguez– la mayor parte de los mandatarios mexicanos han tenido la
tentación de mantenerse en el poder, saltándose la prohibición de
reelegirse, a través de sus proyectos personales.
Esta tentación no ha sido exclusiva de los mandatarios emanados del
PRI, también los del PAN han sucumbido a esta seducción del poder
intentando poner a sus conyugues como fue Vicente Fox con Martha Sahagún
y Felipe Calderón con Margarita Zavala.
En el caso de López Obrador la tentación de trascender lo lleva a
querer instituir las bases de su proyecto transexenal llamado Cuarta
Transformación al que equipara con tres grandes momentos de cambio en
los últimos 200 años de la historia del país: la Independencia, la
Reforma y la Revolución.
Para ello ha transformado algunas instituciones de gobierno y ahora, a
través de su partido Morena, pretende impulsar un paquete de reformas
que tienen que ver con la participación política y ciudadana.
En el caso del tema electoral no se trata únicamente de quitarle
recursos al Instituto Nacional Electoral y reducir el financiamiento
público a los partidos, que es uno de los reclamos ciudadanos de las
últimas décadas, sino fortalecer a Morena a costa de disminuir el apoyo a
los otros partidos mediante una fórmula electoral que la beneficia.
Si bien es cierto que es muy caro el costo de las votaciones –572
pesos por sufragio en la elección pasada- las iniciativas que hay en la
Cámara de Diputados presentadas por Morena afectarían severamente al INE
y a los órganos locales encargados de organizar los comicios: por un
lado, se propone eliminar los órganos estatales y a los 300 órganos
distritales, además de correr a los vocales del INE, eliminar al Consejo
General y reactivarlo cada tres años.
La tentación de López Obrador y Morena de reducir con su reforma
electoral el alto costo que representa mantener a los partidos
políticos, así como la estructura del INE y las iniciativas de la
revocación del mandato mediante una consulta popular, tiene también otra
intención: impactar la elección del 2021 con la que se renovará la
Cámara de Diputados y los gobernadores en Colima, las dos Baja
California, Guerrero, Michoacán, Querétaro, Sinaloa, San Luis Potosí,
Nayarit, Campeche, Sonora, Chihuahua y Tlaxcala.
Por cierto… Los intentos de trascender sexenalmente
de cada presidente desde el Maximato hasta ahora se han quedado
precisamente en eso, en un intento solamente. Aún es muy pronto para
saber si la Cuarta Transformación trascenderá los seis años de Andrés
Manuel López Obrador.
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