John Saxe-Fernández
La Jornada
Tanto para la negociación del TLCAN como
para la del T-MEC, la asimetría de EU con México nos coloca en
desventaja. Durante el limitado debate antes de formalizar el TLCAN, un
empresario mexicano advirtió que
se minimizaba la asimetría, pues usando el PNB, la economía mexicana sería unas 20 o 30 veces menor que la de EU. El empresario señaló que la falla es mucho mayor: basar la diferencia en el PNB equivaldría a medir la riqueza de dos personas con los pagos de los intereses que perciben al año, en lugar de comparar la riqueza real acumulada. Mejor comparar la riqueza de los dos países como el valor monetario de carreteras, puertos, aeropuertos, edificios, plantas industriales, sectores habitacionales, flota vehicular, etcétera. Con esta medición la riqueza acumulada por EU sería de 200 a 300 veces mayor que la mexicana. El empresario preguntó: ¿se asociaría usted con alguien 250 veces más rico? Si la respuesta es positiva luego ¿sería usted socio o sirviente?
Después de 25 años de TLCAN la asimetría creció, y la pobreza y
desigualdad en ambas naciones también. Hoy en lugar de discutir y
cambiar el texto y/o usar un marco multilateral como la OMC para desde
ahí hacer la relación comercial con EU, que ya aplicó aranceles, pisotea
el TLCAN y negocia bajo una agresiva unilateralidad, se persiste no en
diversificar, sino en el pasmo, hundidos en la abismal asimetría. Con el
T-MEC, mejor atender el artículo “El neocolonialismo se reinventa en el T-MEC” de María L. Ramos Urzagaste, diplomática boliviana,
quien alerta sobre algunos pilares del T-MEC, en la vanguardia del
interés privado nacional del 0.1 por ciento de EU y socios de acá. Uno
es sobre la propiedad intelectual que,
entre otros aspectos, define procedimientos judiciales para evitar la divulgación de secretos comerciales de las trasnacionales en casos de litigio con el respectivo Estado. Ramos indica que, eso
le vendrá muy bien a los contaminadores. Estarán protegidos de no difundir información de los químicos que utilizan. También podrá favorecer a los productores de transgénicos que no estarán obligados a informar, amparándose en el secreto comercial.
Valiosa observación por ejemplo, ante la promoción que hace EU en
México y Canadá de la explotación de gas y petróleo no-convencional (shale y arenas bituminosas), empezando con 60 mil pozos en México. AMLO se opone al fracking con buenas razones. Esa técnica usa más de 520 sustancias, muchas tóxicas y cancerígenas, por lo que en EU son
secreto corporativoalentado por Richard Cheney, ex gerente de Halliburton y ex vicepresidente de EU. Con el T-MEC también en México y Canadá las petroleras envenenarán en secreto agua y terrenos de las comunidades más vulnerables a las que es necesario apoyar. Sobre el tóxico fracking y el enorme volumen de agua y territorio que consume, contamina, destruye y enferma a población y animales, el gobierno de EU sólo dice:
el capítulo de propiedad intelectual moderniza y proporciona una protección sólida y efectiva a sus innovadores y creadores.
Rick Perry, secretario de Energía de Trump promueve la creación de un
Bloque Energético de la América del Norte (BEAN) para integrar a Canadá
y México a fin de que EU enarbole la supremacía energética en su
unilateral agresión para frenar a China por su ascenso, y a Rusia, Irán
y, Venezuela por su petróleo, acelerando la ruta al abismo bioclimático,
que se acentúa. En sólo tres años desde el acuerdo de París la banca
mundial invirtió 1.9 billones de dólares (trillions) en combustibles fósiles extremos.
Ramos alerta que según la oficina para el comercio de EU el T-MEC “es
el primer acuerdo comercial que establece, ‘de oficio’, que las
autoridades deberán impedir la circulación de las mercancías
falsificadas o pirateadas en cada fase de entrada, salida y tránsito por
el territorio de cualquiera de los países del T-MEC” por lo que el
Estado mexicano deberá crear una gran infraestructura legal y policial
para proteger las inversiones de sus socios, se convierte en gendarme
defensor de los intereses de empresas trasnacionales, pues de no hacerlo
sufrirá sanciones y demandas por no proteger la inversión”. Los países
del T-MEC deberán ratificar varios tratados internacionales sobre
propiedad intelectual, entre ellos la Unión Internacional para la
Protección de las Obtenciones Vegetales. UPOV de 1991, al que Zedillo
nos adhirió en 1997.
El T-MEC ratifica así “derechos de monopolio muy amplios a favor de
los obtentores de variedades vegetales, a quienes define como ‘aquella
persona que haya creado o descubierto y puesto a punto una variedad
vegetal’. Esos nuevos derechos, agrega Ramos, “abarcan toda la cadena
productiva y reproductiva del vegetal en cuestión, incluyendo la
producción, reproducción, venta, exportación e importación, que deberá
ser autorizada por el obtentor. Esa ‘autorización’ implica el pago por
el uso”.
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