Álvaro Delgado
No puede esperarse autocontención, ni siquiera por razones éticas, humanitarias y religiosas, porque lo que sigue en marcha es la disputa por la nación: el México al que estaban acostumbrados algunos y el antagónico.
Exactamente en un año, al iniciar abril, arrancarán las campañas de la elección más grande en la historia —3 mil 852 cargos de elección popular, que incluyen la Cámara de Diputados, congresos locales, municipios y 14 o 15 de gobernador, con Baja California como incógnita—, que redifinirán el mapa político y condicionarán el proyecto de nación de Andrés Manuel López Obrador.
La beligerencia verbal y la adulteración deliberada de la realidad son ya el signo de esta lucha por el poder que no conoce límites y cuya narrativa quiere sembrarse ahora para levantar la cosecha en las elecciones de 2021, pero también para la consulta de revocación de mandato de AMLO en 2022 que ya no es descalificada por la oposición.
Aun con el desconcierto y la incredulidad de muchos de sus prosélitos, López Obrador sigue aferrado a su proyecto político y de gobierno sin modificaciones sustantivas —que ya se verá si el previsto derrumbe económico las hace modifica—, sólo confiado en su instinto que tantas veces le ha sido eficaz.
Su respaldo popular se ha ido erosionando paulativa pero consientemente, tanto que hasta algunas firmas encuestadoras lo ubican ya con menos aprobación que rechazo —como Mifotsky y la GEA-ISA, la que adulteró resultados que dieron origen a la guerra sucia de Felipe Calderón en 2006—, cuya tendencia es seguro que continuará.Fanático de las encuestas, que las ha usado para tomar decisiones, el Presidente sabe de su caída en su respaldo popular, tanto como sus enemigos que saben que sólo de la desgracia ajena podrán obtener ganancias.
Si desde antes de iniciarse la emergencia había una campaña para minar al gobierno y magnificar sus propios errores, que de hecho inició al día siguiente del triunfo de López Obrador, ésta se ha intensificado con la idea de que su proyecto de nación llegó a su fin. La campaña de la coalición opositora incluye al PAN, pero el orquestador principal es Calderón , cuyo plan es alzarse como el beneficiario con su partido México Libre, que lo postularía para diputado federal.
Han sido los amanuenses, testaferros y cómplices de Calderón los creadores, a sólo 16 meses de iniciado, del fin del sexenio de López Obrador, a quien pasaron de llamarlo dictador y despreciarlo por viejo a certificarlo como incapaz y hasta loco.
Y así, y peor, van a seguir: son tiempos de seres nacrófagos, carroñeros…
POR ÁLVARO DELGADO
ALVARO.DELGADO@PROCESO.COM.MX
@ALVARO_DELGADO
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