Esta vez la adversidad no
ha abierto oportunidades de negocio a los especuladores, embaucadores y
logreros de siempre: el sector salud se atiene a lineamientos
científicos y a una estrategia planificada y no cede a las presiones
para adquirir cualquier producto o servicio dudoso ni para otorgar
contratos fraudulentos al amparo de la emergencia. Eso es un motivo
adicional de enojo para la mafia desplazada del poder, pero no el
central. La reacción mediática, política y empresarial espera que en
México la epidemia de Covid-19 sea lo más desastrosa posible. Razona
así: a más cantidad de muertos, a mayor desbordamiento del sistema
hospitalario, a más cuantiosos daños a la economía, mayor será el
descontento en contra del gobierno de la Cuarta Transformación y
mayores, por tanto, las posibilidades de la corrupción derrotada de
volver a hacerse con el poder presidencial y, a corto plazo, de propinar
en 2021 una derrota electoral a los partidarios del Presidente.
Opinadores de credibilidad en extinción, líderes empresariales, ex
funcionarios del régimen anterior, gobernadores y alcaldes opositores y
antiguos operadores de la corrupción hospitalaria, médica y
farmacéutica, comparecen a toda hora en medios convencionales y en redes
sociales con la pretensión de dirigir las acciones del gobierno federal
en lo sanitario y en lo económico y con exigencias que van de lo
improcedente a lo sórdido, como la dirigida al subsecretario Hugo
López-Gatell para que dé a conocer una estimación oficial del número de
defunciones que provocará la epidemia. El grupo de especialistas, al que
el presidente Andrés Manuel López Obrador confió el manejo de la
crisis, no toma una sola decisión que no sea impugnada de inmediato por
abogados o politólogos, ni hay razón que le sea concedida por eminencias
súbitas que hasta hace dos semanas eran periodistas o diputados.
Y de todo echan mano en el acoso a los expertos gubernamentales: desde
descubrirleserrores inexistentes, hasta dar por hecho que son mentirosos; desde asegurar o insinuar que han estado haciendo pasar muertes por Covid-19 como resultado de neumonías atípicas, hasta fabricar una supuesta contraposición entre ellos y el Presidente; desde afirmar que
no están al tanto, hasta frivolizarlos o inventarles proyecciones políticas a todas luces fantasiosas.
Desde que se tuvo noticia del brote epidémico en Wuhan, la 4T inició
sus preparativos para hacerle frente y diseñó una estrategia que no era
la de negar la situación sanitaria, como lo hizo Trump, pero tampoco la
de aplicar medidas coercitivas tempranas o tardías, como otros
gobiernos; se decidió un plan de acción gradual, cuyo desarrollo iba a
depender del de la propia epidemia, en el que la comunicación y la
información a la sociedad ha desempeñado un papel central: se requiere
que los mismos que diseñaron y que están a cargo de la ejecución de la
estrategia hablen a la sociedad con autoridad y conocimiento.
Y como resulta inocultablemente superfluo y bobo criticar a AMLO por
delegar el manejo epidémico en el grupo de crisis, o al secretario Jorge
Alcocer por mantener un bajo perfil declarativo, la línea de ataque de
la reacción ha tenido el propósito claro de destruir la credibilidad del
equipo de especialistas y la de su vocero principal, el subsecretario
López-Gatell, para dejar al gobierno sin el principal instrumento de
acción ante la expansión viral; de esa forma calculan agravar los
efectos de la pandemia en la salud, la economía y el tejido social, de
tal manera que pueda responsabilizarse al titular del Ejecutivo federal
de un desastre mayúsculo y romper el respaldo que mantiene, 15 meses
después de haber iniciado el gobierno, de la mayoría de la población.
No lo conseguirán. El equipo de crisis que encabeza el secretario
Alcocer está compuesto por científicos, académicos y funcionarios de
primer nivel. José Luis Alomía Zegarra, Víctor Hugo Borja Aburto,
Ricardo Cortés Alcalá, Ana Lucía de la Garza, Freddy Rafael Domínguez
Sosa, Guadalupe Espitia Hernández, Víctor Gómez Bocanegra, Mauricio
Hernández Ávila, Oliva López Arellano, Ruy López Ridaura, Luis Felipe
Madrigal Mendoza, Gustavo Reyes Terán, Lorena Rodríguez Bores y Alethse
De la Torre Rosas son hombres y mujeres, civiles y militares,
comprometidos con el país, muy bien preparados para hacer frente a la
epidemia y aptos para coordinar el trabajo del sector salud, en el cual
abundan los buenos cuadros.
De López-Gatell, que coordina los trabajos y que funge como vocero
principal del grupo, debe decirse que, además decientífico
destacadísimo, académico reconocido y funcionario con amplia
experiencia, es un ser humano sensible y progresista que en sus tiempos
de estudiante participó en el movimiento del CEU de 1986-1987 y en el
Congreso Universitario de 1990. Y a contrapelo de lo que desearían los
insidiosos y calumniadores, su lealtad al Presidente y su rigor como
hombre de ciencia están en plena armonía.
Twitter: @Navegaciones
No hay comentarios.:
Publicar un comentario