Editorial La Jornada
La Organización Panamericana
de la Salud (OPS) advirtió que en las próximas semanas el clima podría
empeorar la situación sanitaria que se vive en el continente por la
pandemia de Covid-19.
En el hemisferio sur, la llegada del invierno el próximo 21 de junio
significará un repunte de las enfermedades respiratorias estacionales,
lo cual complica la lucha contra el coronavirus en al menos tres
maneras: al aumentar la presión sobre los sistemas de salud, al ser
padecimientos cuyos síntomas se confunden con los de que produce el
nuevo coronavirus, y al incrementar el riesgo de que los pacientes de
Covid-19 desarrollen infecciones graves.
Mientras, en el hemisferio norte, la temporada de huracanes que
comenzó el 15 de mayo complicará los esfuerzos para frenar la
propagación de la pandemia, sobre todo en el área del Caribe.
La presencia de tormentas tropicales obligará a los estados a
destinar cuantiosos recursos materiales y humanos para la prevención y
la remediación de estragos por los hasta 37 ciclones (18 en el Pacífico y
19 en el Atlántico) previstos por la Comisión Nacional del Agua
(Conagua).
Este factor debe sumarse a la doble crisis sanitaria y económica que
se vive en México y en otros países del continente, que en estos
momentos es el epicentro de la pandemia, cuando Estados Unidos y Brasil
concentran más de un tercio de los contagios a escala mundial.
Las pérdidas materiales y humanas que la tormenta tropical Cristóbal dejó
la semana pasada en los estados de Yucatán, Campeche, Quintana Roo,
Tabasco y Chiapas dan cuenta de la realidad de este desafío y de la
magnitud del esfuerzo que deberá ponerse en marcha, con el fin de
prevenir la mayor parte de las afectaciones, auxiliar a los damnificados
y restablecer las infraestructuras dañadas por los meteoros.
Por otra parte, parece prudente recoger la recomendación de la OPS a
las naciones sudamericanas y prepararse para la llegada de la temporada
invernal mediante una campaña intensiva de vacunación que minimice la
incidencia de enfermedades respiratorias, así como los referidos
impactos de las mismas en el combate contra el coronavirus.
Si bien es cierto que en el norte del continente el invierno se
encuentra a casi medio año de distancia, es previsible que el descenso
de la temperatura traiga consigo un nuevo brote de la pandemia, o
incluso el recrudecimiento del primero, todavía no erradicado para
entonces. En suma, bien harían las autoridades y la población mexicanas
en anticiparse a cualquier nueva complicación de una crisis que ya ha
dejado una estela de destrucción en las vidas de miles de personas y un
parón económico que afecta a millones más.
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