Ciudad de México. La pandemia del nuevo coronavirus
no solamente pone en peligro la estabilidad económica en los hogares
mexicanos, sino que lleva el país al borde de una crisis humanitaria,
que afecta con mayor impacto a las mujeres. Eso fue uno de los
principales hallazgos de Análisis Feminista
esta semana, charla a la que la directora de Comunicación e Información
de la Mujer Ac (CIMAC), Lucía Lagunes Huerta, invitó a la economista y
columnista de Cimacnoticias, Carmen Ponce Meléndez, y la doctora en
economía de la Universidad Iberoamericana, Graciela Teruel Belismelis.
Las tres expertas lamentaron la falta de datos desagregados para
analizar el impacto de la crisis. El Instituto Nacional de Estadística y
Geografía (Inegi) publicó la semana pasada su Encuesta Telefónica de
Ocupación y Empleo (ETOE), un esfuerzo para seguir publicando datos, y
comparar con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), a pesar
de no poder leventar los datos de forma presencial. La encuesta encontró
que en el mes de abril, 12 millones de personas salieron de la
población económicamente activa, sin ingresos, y sin tener certeza de
poder mantener el vínculo con el trabajo anterior.
Pero la ETOE carece de datos desagregados. En respuesta a una
solicitud de Cimacnoticias, el Inegi respondió que “por cuestiones de
calidad estadística, sólo desagregan la información para algunos
indicadores.” Sin embargo, Ponce Meléndez indicó que los datos señalan
que las mujeres son las más afectadas por la crisis sanitaria y
económica, ya que muestran que las personas que perdieron su trabajo
fueron las que antes trabajaban en el sector de servicios, para el
salario mínimo o en la informalidad.
“Una trabajadora informal no tiene ningún mecanismo de defensa, ni
siquiera un contrato escrito, y son la mayoría mujeres”, constató.
Lagunes Huerta puntualizó que estas desigualdades ancestrales vienen a
agudizar la crisis actual. Teruel Belismelis compartió que la
Universidad Iberoamericana acabó un proyecto de investigación,
en el cual levantaron una encuesta telefónica al nivel nacional, para
medir el impacto de la crisis en cuatro indicadores: el empleo, el
ingreso, acceso a la alimentación y salud mental.
Las mujeres, ya no pueden comprar alimentos
Narró que la Ibero sí dividió los datos levantados por sexo, y que
las tasas de desocupación, con corte en mayo, eran 9.7 para las mujeres
en el sector formal, y 22.1 en el sector informal. La tasa de
desocupación para hombres era 10.6 en el sector formal, y 15.4 en el
sector informal. “Entonces, efectivamente, están perdiendo más el empleo
las mujeres, y están perdiendo más las mujeres en el sector informal”,
concluyó la economista.
Ponce Meléndez opinó que estos factores podrían llevar a los
empresarios a defenderse con otra un nuevo aumento del salario mínimo en
la fijación a finales del 2020, bajo el argumento que ya están
sufriendo una recesión económica. “Estamos ante una emergencia de
pobreza”, advirtió. A este problema se agregaría la deserción escolar y
la falta de acceso a educación de jóvenes durante la contingencia.
Teruel Belismelis hizo hincapié en que los otros indicadores,
levantados en su encuesta, fueron todavía más preocupantes: seis de cada
diez hogares reportaron que tuvieron un ingreso mucho menor, y uno de
cada tres hogares reportó una pérdida de más del 50 por ciento de sus
ingresos en la tercera fase de la pandemia. “Esto es importante, porque
los hogares, no sólo se están quedando sin trabajo, están teniendo
shocks de ingreso brutales, y esto es una carga triple para las mujeres:
además del desempleo y el tener que cuidar a los hijos, tienen
problemas de acceso a la alimentación.”
Explicó que la inseguridad alimentaria es un indicador que usa el
Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social
(Coneval) para medir las seis carencias que componen el índice de
pobreza. La inseguridad alimentaria leve, moderada y severa, aumentó.
“Esto está correlacionado con las pérdidas de trabajo, y por el otro
lado, aumentan los precios de los alimentos”, advirtió la experta. La
falta de acceso a una alimentación sana, tendría efectos a largo plazo,
sobre todo para niñas, niños y adolescentes.
Ponce Meléndez agregó que la falta de ingresos obliga a las personas a
buscar trabajo, lo que las pone en riesgo de contagio con COVID-19. Por
el otro lado, 4 de cada 10 empresas no aplican los protocolos de
seguridad ante la pandemia, según datos de la Secretaría de Trabajo. Y
“¿Qué pasa en el norte de país con trabajadoras de maquilas?”, preguntó.
“¡Se mueren como moscas, del coronavirus!”
Ingreso mínimo podría ser una solución
Teruel Belismelis recalcó que falta un reconocimiento del gobierno de
la pérdida masiva del empleo. “Y dado que no lo reconoce, no ha estado
abogando a poner políticas publicas en marcha para preservar el empleo.
Porque los que se pierden, no se recuperan de la noche a la mañana.” El
gobierno mexicano, en comparación con otros gobiernos del mundo, ya
estaría tarde para paquetes económicos. Pero seria necesario “una gran
reacción” ahora, y también post-pandemia.
“Ya se agotó la política de austeridad.”, coincidió Ponce Meléndez:
“No es posible seguir esta política de austeridad, paraliza más la
economía.” La economista se mostró optimista que el grupo parlamentario
de Morena, con su reforma fiscal progresiva, estaría cuestionando la
política presidencial. Mientras que Teruel Belismelis opinó que los
recursos del Estado no alcanzan para dotar toda la población de un
ingreso mínimo de bienestar, Ponce Meléndez apostó a la sugerencia de la
profesora Rosa Albina Garravito Elías de la UAM, sobre el ingreso
mínimo universal.
Éste beneficiaría a todas las personas, incluyendo las que tienen
empleos informales o están fuera de trabajo, de esa manera resolviendo
el problema alimenticio, dijo Ponce Meléndez. Teruel Belismelis apoyó la
idea de transferencias, por lo menos para grupos vulnerables, y luego
diseñar otras políticas post-pandemia. Sin embargo, advirtió: “La
recuperación va ser difícil, lenta, y dolorosa.”
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