Jorge Zepeda Patterson
El perro es bravo y encima le patean la reja, dice el refrán. Cada
vez se advierten más señales de que la crispación que vive el país va en
camino a transformarse en algo más preocupante. Una crispación que en
parte es natural, considerando que dos visiones opuestas se disputan la
hegemonía (el Gobierno de AMLO, por un lado, y el estatus quo, por
llamarlo de alguna manera, por el otro). Que los mexicanos estemos
divididos es explicable e incluso válido: el México de los pobres tan
largamente ignorado intenta cambiar las cosas, encabezado por un líder
excéntrico y rijoso (también por llamarlo de alguna manera). Que el otro
México, el beneficiado por el modelo anterior, cuestione los términos y
los alcances de los cambios propuestos, también es natural. Que los
ánimos estén caldeados como resultado de esta confrontación no debe
sorprender a nadie. El perro está bravo, y eso se entiende (y ojo, con
esta referencia canina no describo a ninguna de las dos partes, sino al
ambiente resultante); lo que no se entiende es quién y por qué está
pateando la reja para intensificar la rabia.
¿O de veras creemos que los enfurecidos comandos anarquistas que
aparecen en las manifestaciones son un producto espontáneo? ¿Qué la
discriminación a las mujeres o al asesinato de George Floyd en
Minneapolis les provoca tal indignación que están dispuestos a romperse
la cara contra granaderos? ¿Qué la enjundiosa y deliberada destrucción
de negocios y mobiliario urbano es resultado de la represión policiaca?
Provocar la inestabilidad y generar un río revuelto puede tener
detrás a más de un tipo de pescadores. De ambos lados hay radicales con
agendas oscuras, así como de ambos lados hay actores genuina y
honestamente interesados en defender lo que creen. No todo el que está
en desacuerdo con López Obrador es un golpista, ni mucho menos; como
también es cierto que no todo el que desea un Gobierno que le dé
preferencia a los pobres desea el empobrecimiento de los ricos. El
problema es que, a medida que se descompone la discusión, los moderados
se hacen radicales, la pasión sustituye a las razones y la verdad
desaparece de la conversación pública para dar paso a la
descalificación, la manipulación y la desinformación políticamente
interesada.
En esta polarización no hay inocentes. Basta ver las últimas noticias
para anticipar lo que nos espera. La policía municipal de Ixtlahuacán
detiene a Giovanni López por no usar el cubrebocas y, todo indica, lo
asesina. Literalmente le cargan el muertito al Gobernador de Jalisco,
Enrique Alfaro, quien si bien es cierto no se ha caracterizado por su
mano blanda, también es cierto que no era el responsable directo del
desaguisado. La protesta en contra del Gobierno estatal y los desmanes
resultantes, a su vez, son utilizados por el Gobernador para decir que
fueron orquestados por Morena y culpar a López Obrador de acoso
político. No es un secreto que Alfaro busca convertirse en líder de
facto de la resistencia en contra del Gobierno federal, con miras a una
posible candidatura presidencial en 2024. Pero las reacciones en redes
sociales lo obligaron a difundir una suerte de disculpa y deslindó al
Presidente. AMLO no aceptó la rectificación y lo encaró a asumir sus
dichos y demostrarlos. Al día siguiente siete gobernadores de oposición
cerraron filas en torno a Alfaro. Tampoco es casual: harán lo imposible
por evitar el triunfo de Morena en las elecciones intermedias del año
que entra, cuando se cambian los congresos estatales y varias de las
gubernaturas. De aquí en adelante apoyarán todo lo que suponga un
desgaste del partido en el poder. En resumen, la brutalidad de dos
psicópatas vestidos de policías municipales se convirtió en 72 horas en
una telenovela política que bien podría llevar por nombre “llevando agua
a tu molino”. Redes sociales, espacios supuestamente informativos,
columnas de opinión terminaron convirtiéndose en una arena de batalla en
el que las descalificaciones y la información distorsionada sustituyó a
los hechos puntuales.
¿El impacto ambiental del Tren Maya justifica detener su
construcción? Imposible saberlo a estas alturas; toda nota periodística y
cada dictamen técnico parecen estar contaminados de un virus partisano.
A los que antes no les importaban las objeciones ambientales en la
construcción de un aeropuerto en el lago de Texcoco hoy son conversos de
Greenpeace; y viceversa, a los que les provocaba insomnio el daño a las
aves lacustres y el hundimiento del valle, no encuentran problema en el
percance a selvas y manglares en nombre del desarrollo de la Península.
¿Es un acierto o un desacierto la estrategia de López-Gatell contra
la pandemia? ¿Cómo saberlo cuando los diarios nos escandalizan con una
cifra de muertos récord ocultando el hecho de que sumaba varios días? Y,
del otro lado, ¿cómo tomar en serio el señalamiento del Presidente que
pone de ejemplo la estrategia seguida por México, a partir de
estadísticas que el propio López-Gatell acepta que son inexactas?
¿Cómo entender lo que está pasando cuando intelectuales como Héctor
Aguilar Camín recurren a epítetos como “pendejo y petulante” para
referirse al Presidente o, del otro lado, la Secretaria de la Función
Pública se burla de los artistas preocupados por los recortes con un
“serénense”? Hemos dejado atrás los argumentos para centrarnos en la
descalificación, hemos sustituido cualquier intento de análisis de la
realidad para remitirnos a extraer el dato que apuntala nuestra
posición, seguida de un adjetivo descalificativo hacia el rival.
La verdad ha sido la principal víctima de esta polarización y, en esa
medida, la comunidad y su incapacidad para saber lo que está pasando
realmente y poder hacerse de una opinión sensata. Pero las cosas podrían
ir a peor. Hay manos interesadas en quemar intencionalmente la pradera
mientras todos nosotros (redes sociales, periodistas, medios de
comunicación, actores políticos, Presidencia), les estamos ofreciendo la
leña seca y la gasolina ideal para sus propósitos. ¿Quién está detrás
de los anarquistas desestabilizadores? Habrá que hacer las
investigaciones correspondiente sin sesgos partidistas. Lo que está
claro es que, sin desearlo, les estamos ayudando.
@jorgezepedap
www.jorge.zepeda.net
No hay comentarios.:
Publicar un comentario