Una oposición electorera, con buenos ingresos, ha impedido la caída de Calderón
Pedro Echeverría V.
1. Hace varios meses que el gobierno ilegítimo de Felipe Calderón debió ser obligado a renunciar para colocar en su lugar a algunos personajes menos militaristas y no tan corruptos; o quizá, según los legalistas, adelantar las elecciones a pesar de que todo siga más o menos igual con el PRI en la Presidencia. La situación económica de México –con 70 millones de pobres y miserables, entre estos 10 millones de desempleados- tiene al país con muchas protestas y al borde de grandes estallidos sociales violentos. Busco entender si mis juicios son sólo "calenturientos", pero después de pensar y repensar en esa realidad llego a la conclusión que sólo pueden estar contentos aquellos empresarios y políticos: diputados, senadores, miembros del gabinete, empresarios, con ingresos que van de 100 a 500 salarios del trabajador.
2. La oposición real, no parlamentaria ni electorera en México, es muy débil y dividida por problemas gremiales y de liderazgo. Los electricistas del SME, los telefonistas, los trabajadores universitarios, los empleados del IMSS, los profesores de la CNTE, los movimientos populares y barriales, son poderosos organismos de masas que juntos pueden poner el jaque al gobierno o a los empresarios; pero divididos son burlados por la clase en el poder. Y están divididos porque siempre dan prioridad a sus demandas particulares gremiales o porque suelen aparecer problemas de liderazgos personales. La combatividad y continuidad de los compañeros de la APPO y la CNTE los ha puesto en la vanguardia, pero la represión les ha impedido lograr sus objetivos. Por falta de un movimiento fuerte de izquierda sigue esperanzándose de la socialdemocracia.
3. La militarización y el espionaje en el país se ha agudizado. En las últimas semanas o meses se han aprobado en los niveles legislativo y ejecutivo, el espionaje telefónico, el asalto domiciliar sin alguna orden, la detención arbitraria de personas en las calles, la continuidad del ejército en las poblaciones y toda una serie de medidas que permiten al ejército disfrazado de policía y al mismo ejército (en bruto) que ocupa las calles desde hace casi tres años, asesinar a cualquiera que parezca un narcotraficante o un terrorista. Miles de personas han ido a las cárceles o han sido asesinadas sin probar culpabilidad alguna. La realidad es que parece vivirse una guerra no declarada contra la población, pero con el argumento del "combate al narcotráfico" que saben nunca podrá acabarse porque ha penetrado hasta las esferas más altas del gobierno y de los empresarios.
4. Lo más preocupante en los últimos días han sido la reunión en Guadalajara de la llamada "cumbre" de presidentes de EEUU, Canadá y México y los acuerdos entre el presidente colombiano y Calderón. Las conversaciones se han centrado en el fortalecimiento de los "planes de seguridad", en la ayuda militar norteamericana y en la capacitación de tropas del ejército. En vez de hablar y plantear algunas soluciones a la profunda crisis económica, al desempleo que crece aceleradamente, se busca una mayor preparación militar contra el llamado narcotráfico, particularmente contra el probable incremento del terrorismo. Con el ejemplo de Colombia, que se ha convertido en una gran base militar norteamericana (rodeada por ocho bases yanquis), México parece ponerse por la misma ruta del Plan Colombia con su famosa Iniciativa Mérida.
5. Sin embargo, a pesar de que en estos dos sexenios panistas sólo se han registrado profundas crisis económicas de crecimiento cero o menor que cero, que el desempleo se ha profundizado, que la corrupción ha sido muy grande y que México anda arrastrado ante los políticas de los EEUU, la clase política (los llamados partidos de oposición) ha estado muy bien atendida con los dineros públicos y alejada de los problemas de los 60 o 70 millones de mexicanos pobres. Muy combativos discursos de campaña, mucha propaganda televisiva llena de promesas, pero concluidas las elecciones los candidatos se convierten en funcionarios al servicio de su partido y del Estado. Los electores votan y regresan a sus casas sin enterarse nunca acerca de lo que pasó. Los medios de información se encargarán de lo demás por encargo financiado por los partidos.
6. ¿Cómo acelerar los cambios políticos si para los partidos ("muy de oposición" pero integrados al Estado) es mejor vivir las cosas en calma, con tranquilidad, mientras cada mes reciben sus multimillonarias "prerrogativas" y los políticos reciben sus millonarios salarios y prestaciones que multiplican sus privilegios? Todos los gobiernos del país saben que las llamadas "oposiciones" nunca son reales, que son de mentirita, que son oposiciones –como diría el doctor Perogrullo- mientras no están en el poder. ¿Quién puede poner en riesgo sus enormes ingresos y su cómoda vida en un sistema de partidos donde con ponerse de acuerdo basta? La partidocracia comenzó a dar frutos en México quizá en 1988, cuando los altos políticos se dieron cuenta que cualquier problema, por más grande que fuera, podría arreglarse en la cúpula de los partidos y sin nadie más.
7. No hay de otra. La izquierda desperdigada tendrá que buscar unir sus pocas fuerzas con los movimientos obreros, campesinos e indígenas que van surgiendo en el país para tratar de frenar las políticas del PAN/priísmo que están colapsando a la nación. Es urgente intercambiar ideas, experiencias, activistas, recursos, para consolidar trabajos que han estado pendientes así como tareas necesarias para la unidad. ¿O esperaremos acaso que el gobierno siga imponiendo un Estado de sitio cada vez más fuerte extendiéndolo en las entidades que aún no lo sufren? En gobierno de Obama está cada vez más convencido de la militarización de México porque con ello garantiza seguridad en su patio trasero. No permitamos que México se convierta en la nueva Colombia militarizada y base para invadir a países que luchan por su liberación.
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