7/05/2010

Claroscuros electorales
Álvaro Delgado

MÉXICO, D.F., 5 de julio (apro).- La victoria de la coalición panista-perredista en Puebla, Oaxaca y Sinaloa en las elecciones de este domingo 4, ciertamente empareja un poco el terreno de la disputa presidencial hacia el 2012, pero el triunfalismo César Nava, presidente del Partido Acción Nacional (PAN), que da prácticamente como un hecho su victoria ese año, es, por lo menos, desproporcionado.

Aun cuando el Partido de la Revolución Democrática (PRD) es el principal perdedor por haber sido derrotado en Zacatecas debido a la corrupción, autoritarismo, incompetencia y caprichos de Amalia García, el PAN tendría que ser menos arrogante y asumir que el desprecio de los habitantes de Tlaxcala y Aguascalientes a sus candidatos no se compensan con los obtenidos en los tres estados donde se impuso en coalición.

El PAN no puede, en rigor, exigir como suyas las gubernaturas de Puebla ni Oaxaca, porque en aquella entidad la principal ganadora es Elba Esther Gordillo mediante su pupilo Rafael Moreno Valle; y en ésta el ganador, Gabino Cué, está más asociado políticamente a Andrés Manuel López Obrador. Quizá sólo Sinaloa se le puede facturar a ese partido, aunque Manuel López Valdez es un enigma.

Las tres victorias del PAN en coalición ante las que logró el Partido Revolucionario Institucional en Tamaulipas, Chihuahua, Veracruz, Quintana Roo, Hidalgo, Durango, Tlaxcala, Aguascalientes y Zacatecas, aun con margen estrecho, tampoco le alcanzan para fortalecen, aunque sea mínimamente, a Felipe Calderón y su gobierno, ya agónico.

Pero, más allá de la posesión de las gubernaturas ganadas en alianzas absolutamente pragmáticas, es preciso no soslayar la relevancia para la sociedad de los triunfos en Puebla y Oaxaca, enclaves del autoritarismo, cuya alternancia inaugura la posibilidad de desmontar ese modelo que sigue encarnando el PRI aun en la versión catrina de Enrique Peña Nieto.

Por eso, además de que la alternancia posibilita un nuevo pacto entre la sociedad y el poder público en las dos entidades --que no sólo es necesario sino urgente--, la insurgencia de los poblanos y oaxaqueños derrumbó los proyectos transexenales de Mario Marín y Ulises Ruiz, que hasta muchos priistas repudiaron.

En la evaluación de los procesos electorales, cuya jornada se celebró este domingo 4, no pueden pasar desapercibidas, tampoco --ni siquiera ante los triunfos de Moreno Valle, Gabino Cué y López Valdez--, prácticas de adulteración de la voluntad popular que van desde la actuación facciosa del árbitro electoral, el uso ilegal de recursos públicos, la guerra sucia y el tráfico de la pobreza, todo en un marco de impunidad.

Ignorar esta involución, aun cuando las oposiciones ganen, implica una conducta cínica que puede conducir al precipicio no a las fuerzas políticas, sino a la sociedad entera…

Apuntes

Justo cuando el tema que domina los medios es el electoral, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) vuelve a dar otra muestra de su actuación política: Convalidó la extinción de la compañía Luz y Fuerza del Centro, ordenada por Calderón el 10 de octubre de 2009, y se negó a amparar al Sindicato Mexicano de Electricistas, que agotó ya todos los medios de defensa que tenía. La Corte, mañosamente, evitó pronunciarse por el “patrón sustituto”, que debería ser la Comisión Federal de Electricidad, y delegó la decisión en la Junta de Conciliación y Arbitraje, en manos del expriista Javier Lozano, el sicario de Calderón que quiere ser presidente de México.

Comentarios: delgado@proceso.com.mx

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