Grupo de música andina musicaliza poemas de Jaime Sabines
formales, como teclados, bajo y guitarra eléctrica, Antonio Suárez y Adriana Cervantes, del grupo Bronce Latino, han incursionado en la nada fácil tarea de musicalizar poemas. Siendo el resultado de este esfuerzo: Jaime Sabines para el mundo, álbum discográfico con 12
cancioneso
versiones musicalesde igual número de textos poéticos del vate chiapaneco.
Se trata, pues, de una cuidadosa selección de poemas del maestro Sabines, entre los que destacan Con ganas de llorar, Los amorosos, En la orilla del aire, Del corazón del hombre, Tía Chofi, Caprichos, Frío y viento amanecen y La Luna, que esta agrupación musical ha puesto en la escena a tiempo de cumbia, ska, reggae, bolero y balada, con tan buena respuesta de público que le ha merecido ser invitada a presentarse en diversos festivales culturales.
Para los integrantes de esta agrupación, muy conocida en el ámbito de la cumbia andina, trabajar en los textos de Sabines no sólo implicó un reto, sino también descubrir una forma de trabajo inédita en ellos.
Desde luego que no fue una tarea fácil
, nos dice de entrada Adriana Cervantes, cantante y arreglista del grupo. Para musicalizar un poema hay que tener bien claros ciertos criterios y trabajar en los textos con respeto y dedicación. Musicalizar un poema es hacer una lectura en sonidos musicales, y nos llevó horas y horas de trabajo diario.
Adriana cuenta que para que el texto cuadrara con la música leyeron los poemas seleccionados una y otra vez, en silencio o en voz alta, adentrándose en la estructura hasta encontrar el ritmo y las notas necesarias para obtener una melodía acorde al objetivo que se pretendía alcanzar.
“Dejamos de escuchar música durante mucho tiempo para que otros ámbitos sonoros no afectaran la sonoridad que sugerían los textos. Toda la música que se escucha en estas 12 composiciones proviene de ahí: las texturas armónicas, los tempos rítmicos, las melodías… Todo fue sugerido por los poemas. Eso es lo maravilloso de hacer este trabajo, que, salvo el texto que se aborda, no hay nada escrito y uno tiene que aplicar su inventiva. Crear un estribillo donde no lo hay o introducir un instrumento solista o varios según te lo sugiera el texto.”
Para Antonio Suárez, director artístico y arreglista del grupo, lo primero fue respetar la métrica que el autor impuso. “Claro que al momento de descubrir las estructuras musicales, en ocasiones repetimos alguna frase a fin de completar la métrica de la canción. Todo esto no tiene sino una intención: identificar el poema con la música (…) Un poema es una obra autónoma, completa y compleja que tiene su propia naturaleza, pero con una sutil ventaja que le acerca a la música, el ritmo. El ritmo está implícito en el texto poético, y es justamente ese ritmo, junto al motivo poético, lo que debes conjugar con la música, de manera que ambas partes puedan ser una sola, lo más armónica posible.”
Suárez reconoce que muchos poetas se oponen a que sus poemas sean musicalizados, y tienen razón, pues, para empezar, en muchas ocasiones la musicalización trastoca el tiempo y el ritmo propios del poema. Luego, los compositores se permiten, a veces, demasiadas libertades en el tratamiento de la estructura del poema. En mi caso he tratado de que exista comunión, hermanamiento entre la música y la poesía
.
Adriana cuenta que todo lo logrado con este trabajo proviene en gran medida del papel que ha jugado la familia Sabines. “Los herederos del poeta nos autorizaron sin cortapisas usar los poemas. Estamos bastante agradecidos con ellos, sobre todo con la maestra Judith Sabines, excelente persona, por habernos brindado toda su simpatía y adhesión para realizar el cd. Ella nos dijo que seguramente su padre hubiera validado este trabajo por su enorme carácter popular.
Durante este año el grupo girará por todo el país dando a conocer al poeta chiapaneco. Vaya a su encuentro, vale mucho la pena.
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