México, DF, 19 may. 11, AmecoPress/Cimac.- Las mexicanas que eligen no ser madres desobedecen el mandato social que asocia ser mujer con ser madre y "define la maternidad como el núcleo natural y fundante de la identidad femenina", señala la antropóloga Yanina Ávila en su artículo "Mujeres frente a los espejos de la maternidad: las que eligen no ser madres".
Sara, una joven de 30 años, considera: "no tengo eso que dicen que es natural, no siento la necesidad de ser mamá, y cuando analizó las condiciones en las que traería a un hijo al mundo, reafirmo mi decisión de no ser madre".
La investigadora de la ENAH Yanina Ávila explica que algunas mujeres optan por no ser madres debido a que carecen de una pareja que demuestre apoyo real en las labores y cuidados familiares. Otras –añade– desisten de la maternidad "al percibir un panorama económico, social y mundial incierto y deprimente".
Pasante de Comunicación, Sara es becaria de El Colegio de México (Colmex). "Creo que mi camino sería otro si no hubiera conocido del derecho de las mujeres a elegir el tipo de persona que desean ser, eso me ha dado valor para enfrentar las críticas de mi entorno –aún en el profesional– para decir abiertamente que no quiero ser mamá".
Cambio "histórico"
La Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (Enadid) 2009, indica que sólo 4 por ciento de las más de 30 millones de mujeres de 15 a 49 años de edad, dijo no aspirar a la maternidad. En contraste, la mayoría de las entrevistadas refirió que su ideal es tener dos hijos.
Karen, de 29 años, forma parte de las mujeres con una visión alterna sobre la maternidad. Afirma: "hasta ahora he decidido no ser madre porque mi situación económica no me lo permite, además no deseo de serlo, ni siquiera puedo estar mucho tiempo cerca de niñas y niños. Me parecen lindos, pero no me veo atendiendo a un ser humano, no me siento capaz ni económica, ni físicamente. Y ahora que tengo una pareja y una casa tampoco me ha surgido ese sentimiento".
"Mis padres me dicen que quieren conocer a sus nietos, que me apure a tenerlos. Y me siento mal por tener que darles explicaciones a ellos y a todo mi entorno que constantemente me cuestiona", agrega.
Yanina Ávila señala que si la maternidad fuera una vocación natural e instintiva, no harían falta los mecanismos de presión para "meter en cintura" a quienes no quieren ser madres.
"Las mujeres sin hijos no tienen un nombre y un lugar propio, existen desde lo que no son o no tienen, son por tanto algo incompleto, ambiguo o raro. Se dice que una mujer que no quiere tener hijos es egoísta, inmadura, fría, que se está perdiendo del amor más grande de la vida", detalla la antropóloga de la ENAH.
"Pobrecita no tiene hijos, te vas a quedar sola, quién te va a ayudar cuando estés vieja y no puedas trabajar", son algunos de los que recuerda.
La primera de la familia en no querer ser madre
"Los primeros dos o tres años de mi matrimonio sufrí mucha presión de mi familia y social: me decían que estaba a buen tiempo de embarazarme. Llegué a pensar que era inevitable, que en cualquier momento iba a estar con un bebé y eso me iba a privar de las cosas que me gustaban de mi vida", confía la mujer, dedicada a la venta de automóviles.
Ella y su pareja han hablado "poco" al respecto. "Cuando comenzamos a vivir juntos, nuestros empleos apenas nos permitían subsistir y decidimos esperar, luego comenzamos a subir de puesto y a tener más comodidades, pero surgieron otras aspiraciones. Hasta que me di cuenta de que nunca me iban a dar ganas".
Laura es la primera mujer de su familia que tomó esa decisión. Dice sentirse contenta con su determinación.
Por su experiencia de vida, ya que como hija mayor cuidó de sus hermanas, "sé que la preocupación por la vida de otro ser humano no es algo con lo que cargas siempre". Y esa situación "te limita, eliges un camino pensando en otras personas y no en ti".
"Las cuide hasta que ellas cumplieron 15 y 17 años, yo tenía 22", pero "mientras estuve las ayudé en sus tareas, iba a las juntas de padres, les preparaba de comer, las llevaba a la escuela, jugaba con ellas, las regañaba, todo". Creo que esa experiencia me marcó; siento que viví una especie de maternidad temprana y forzada", señala.
"Tal vez mi historia tenga que ver con que no se me antoje tener hijos y prefiera una vida distinta, no porque sea mejor o peor a la que viven las mamás, sino porque es la que yo quiero", concluye.
Ciencias como la medicina y la psicología, que deberían ser "objetivas", contribuyen a construir "la figura del eterno femenino expresado en el binomio mujer-madre", y no respetan la voluntad de la población femenina sobre el ejercicio o no de la maternidad, acusa la antropóloga Yanina Ávila.
En tanto, abunda, las disciplinas en el campo de la salud mental imponen el prejuicio de que la maternidad para las mujeres significa un "deseo natural y universal".
Por ello, algunos psicoterapeutas consideran la vida de las mujeres sin hijos, ya sea por elección o por problemas de fertilidad, como "vacía, carente de la satisfacción y el calor que trae consigo la maternidad", explica Ávila.
En México, el artículo cuarto constitucional estipula el derecho de las mujeres a elegir si procrean o no, pero cultural y socialmente las mujeres que eligen no tener hijos son estigmatizadas y rechazadas, critica Yanina Ávila.
La pregunta "¿por qué tienes hijos?" raramente se realiza, pues existe la suposición de que la maternidad es un proceso inevitable y natural en la vida de las mujeres y como tal no se pone en duda, indica la autora.
Ávila sostiene que la transformación social incluye cambios en la conducta reproductiva de las personas por lo que ahora "las mujeres, ya no son simplemente mujeres, sino que tienen que decidir qué quieren ser, evidenciando el hecho de que ya la identidad de género no es algo que se asume como dado, como prescrito, sino algo que debemos y podemos definir".
Foto: Archivo AmecoPress
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