Desempleo, precarización y miseria, el futuro de nuestra juventud si no nos organizamos en la defensa de los derechos laborales de todos
• Celebremos el Día Internacional de la Juventud luchando contra la reforma laboral que afectaría, sobre todo, a nuestros adolescentes y jóvenes
• Más de 57 por ciento de desempleados son jóvenes
• No permitamos que su perspectiva laboral sea la de saltar de trabajo en trabajo, sin estabilidad ni prestaciones
México, 11 de agosto de 2011
Este 12 de agosto se celebra en todo el mundo el Día Internacional de la Juventud, y como nunca, el horizonte de millones de jóvenes es alarmante; sin perspectiva de desarrollo ni de empleo digno, lo cual ha generado grandes movilizaciones en Europa, Medio Oriente y Asia. Esta situación se torna todavía más dramática en países como México por el alto nivel de deserción escolar, violencia, desempleo abierto y precariedad laboral.
Si bien es cierto que las condiciones de la juventud son reflejo del contexto socioeconómico, es en este sector en el que se manifiestan con mayor fuerza los factores que determinan a cualquier sociedad. Por ejemplo, en México, la mayoría de los desempleados son personas entre los 14 y 29 años de edad.
De acuerdo con cifras oficiales, en el caso de nuestro país los adolescentes y jóvenes sin empleo suman más de un millón y medio; esto es el 57 por ciento del total de desempleados. Sólo un tercio de los jóvenes tiene empleo en el sector formal de la economía. Al rezago acumulado hay que sumar que cada año se suman cerca de un millón de jóvenes a la demanda de empleo y la creación de puestos de trabajo no cubre ni siquiera un tercio de los necesarios para cubrirla. En el año 2000 el porcentaje de jóvenes que buscaban empleo sin encontrarlo era de 3.4 por ciento; a principios de este año la cifra se incrementó por encima del 10 por ciento.
Pero el problema no es solamente de desempleo; aún quienes encuentran una plaza laboral enfrentan —como el resto de las y los trabajadores mexicanos—, condiciones laborales precarias y abusivas; más de 42 por ciento carecen de las prestaciones mínimas que marca la ley, mientras 12 por ciento tiene algunas prestaciones pero sin acceso a servicios de salud.
Es de destacar que la precariedad laboral no es exclusiva de aquellas y aquellos jóvenes con poca preparación académica; incluso quienes ostentan grados académicos superiores se ven obligados a aceptar trabajos con bajos salarios o sin prestaciones.
Uno de los efectos más notorios y dolorosos de este panorama es la migración en búsqueda de mejores oportunidades. Hasta 2010, la tasa de migración internacional era de 5.1 personas por cada mil, pero en el caso de los jóvenes casi se duplica al llegar a 11 por cada mil. Uno de los fenómenos perversos que se consolidan cada día más en las relaciones laborales es el outsourcing o subcontratación. Para las nuevas generaciones de mexicanas y mexicanos jóvenes se convierte cada vez más en la única alternativa de contratación, con la consecuente falta de contratación colectiva y protección a sus derechos laborales básicos.
Estas nuevas de jóvenes serán los más afectados por el desmantelamiento de los esquemas de trabajo digno —trabajo decente, para usar el término que acuñó la Organización Internacional del Trabajo—; como es la seguridad en el empleo; estarán destinados a saltar de trabajo en trabajo, con contratos temporales; o como es el régimen de pensiones y jubilaciones. Ahora, las y los jóvenes tendrán que enfrentarse a bajos salarios y sin prestaciones, de los cuales tendrá que salir el ahorro necesario para su retiro. Ante esta situación es indispensable y urgente iniciar una estrategia general de defensa de los derechos laborales porque de ese modo se promoverá un mejor futuro laboral para nuestros jóvenes, sobre todo ante los nuevos intentos de imponer una reforma laboral que precarizaría todavía más las condiciones laborales condenando a las nuevas generaciones a la miseria.
Esta reforma pretende también acabar con la estabilidad laboral, al proponer la contratación temporal, a prueba y en calidad de aprendiz; legalizar el outsourcing; acabar con la libertad de sindicalización y otros derechos como el de huelga.
Hacemos un llamado a la sociedad en general, a los sindicatos auténticos y organizaciones laborales a que este 12 de agosto celebremos a nuestra juventud, y la mejor manera es iniciar un proceso de unidad y reflexión para la defensa de los derechos laborales de todas y todos, así como la promoción de movilizaciones contra la reforma laboral.
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