Especialistas califican de normal la presencia de militares y agentes estadunidenses en México.
El pasado fin de semana, el periódico estadunidense The New York Times (NYT) hizo la revelación de que agentes y ex militares de Estados Unidos (EU) realizan operaciones de inteligencia antinarcóticos en la República Mexicana desde una base militar de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) situada en el norte del país. La presencia de ese personal extranjero en México autorizada por el propio gobierno federal. Al respecto, tanto la Casa Blanca como Los Pinos han asegurado que este trabajo es sólo de apoyo, básicamente de intercambio de inteligencia. El NYT señala que el despliegue de agentes y ex militares se ha traducido en más de 30 capturas y la eliminación de algunos capos de la droga.
UN DIÁLOGO DE OTROS TIEMPOS
Durante el gobierno de José López Portillo (1976-1982), el general Félix Galván López, titular de la Sedena, le toma la llamada al secretario de Gobernación, Jesús Reyes Heroles.
—Mi general, para comunicarle que el presidente José López Portillo me indica que unos aviones estadunidenses, de la Fuerza Aérea van hacia Panamá y necesitan bajar acá para abastecerse, y ordena que se les reciba, se les dé la seguridad necesaria y se les atienda.
—¿Quién dice que le dijo eso? No lo creo —le responde Galván López.
Sorprendido, Reyes Heroles le contesta: “¿Cómo que no lo cree, mi general? Se lo estoy diciendo yo, el secretario de Gobernación. ¿Tiene usted alguna duda? Cuelgue y llame por el teléfono rojo”.
—No, no dudo que sea usted el que me habla; de lo que tengo duda es que se lo haya dicho el señor Presidente, porque además de ser Presidente de México es abogado, fue maestro de Derecho Constitucional en la UNAM y él sabe que eso que ordena la Constitución no lo permite.
El secretario de Gobernación guarda silencio unos instantes y le responde al general Galván López:
—Déjeme ver esto con el señor Presidente y le llamo de nuevo.
Minutos más tarde, el propio José López Portillo se comunica por la línea privada con su secretario de la Defensa para preguntarle sobre la plática con Reyes Heroles. Tras hablar de diversos temas, el entonces Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas regresa al asunto de los aviones estadunidenses y suelta directa la pregunta:
—Oiga, mi general, ¿y si bajan desarmados?
La frase hace reír a Félix Galván.
—Buena ironía, señor Presidente —le dice el militar. Claramente la Constitución no llega a esos detalles sobre si se puede autorizar la entrada sin portar armas. Lo que señala es que no puede haber tropas en tránsito o estacionadas sin que el Congreso lo autorice. Pero… usted ordena, señor Presidente.
—Bueno, déjeme consultarlo con el abogado de la nación (el procurador general Oscar Flores Sánchez) —le dice López Portillo.
—Espero su comunicación, señor Presidente.
Félix Galván cuelga el teléfono. La llamada de Los Pinos a la Sedena no se produce.
TOP SECRET?
“¿Sabe usted cuándo aterrizaron esos aviones en suelo mexicano? ¡Nunca!”, relata el general de Brigada en retiro Jorge García Henaine. La anécdota puede servir para ilustrar un poco lo que ocurre en torno al controvertido tema de la estancia o al paso de militares y agentes extranjeros en territorio nacional, sobre todo si están cumpliendo alguna función operativa, en este caso de lucha antidrogas, dice en entrevista con M Semanal García Henaine, quien es ingeniero militar, fue diputado federal por el Partido Revolucionario Institucional entre 1988 y 1991 en la LIV Legislatura y es el actual presidente de la Asociación Civil Piensa en Guanajuato, A.C.
JM: ¿Cree que el Estado mexicano esté rebasado en la lucha antinarco y por ello se ve obligado a pedir ayuda a EU?
JGH: Bueno, esto no está permitido en la Constitución. Ni para personal militar ni para personal civil, y mucho menos militares vestidos de civil. Todo esto sólo lo puede aprobar el Congreso si está reunido para ello. Por ejemplo, para dar los permisos para la salida de tropas mexicanas a alguna maniobra militar, a algún ejercicio.
Otro militar en retiro, el historiador y profesor en institutos armados en México (Escuela Superior de Guerra) y en EU (Fort Leavenworth), el general Luis Garfias Magaña, sostiene que ante las revelaciones del NYT “no hay de qué preocuparse”. Explica que la presencia de agentes encubiertos o de ex militares en operaciones especiales para apoyar a gobiernos con problemas de seguridad interna no es nada nuevo, ha existido siempre, sobre todo en zonas de conflicto y en sitios en los que las autoridades no pueden hacerle frente a un fenómeno como lo es hoy el narcotráfico. “No hay de qué espantarse”, dice el historiador militar y ex diputado federal priista y perredista. Este tipo de cooperación ocurre todos los días, todo el tiempo, en varios puntos del planeta, sobre todo cuando se trata de la gran potencia mundial, EU, y cuando sus intereses se ven o pueden verse afectados, indica el general.
“Lo que sucede con lo revelado por el NYT es que deja en evidencia que en México los distintos gobiernos, sean del partido que sean, nunca han tenido el tino, la delicadeza de elaborar mecanismos de seguridad y control de la información adecuados, reales. Mire, los estadunidenses manejan sus asuntos delicados en documentos con tres denominaciones básicas: Top Secret (Secreto máximo), Secret (Secreto) y Classified (Clasificado). Eso no existe aquí; vaya, ¡ni siquiera tenemos una Ley de Seguridad Nacional aprobada! ¡Ni siquiera una definición precisa de lo que es la seguridad nacional! Por eso a la gente le siguen sorprendiendo estas cosas”, añade Garfias.
JM: ¿La presencia de agentes y de ex militares estadunidenses en una base militar mexicana no atenta contra la soberanía del país o contra la Constitución?
JGH: No, desde luego que no.
JM: ¿Cree que el narcotráfico ha rebasado al Estado mexicano?
JGH: No, aún no hemos llegado a ese punto, pero sí lo ha puesto en graves problemas en cuanto a la seguridad pública y la seguridad interna.
VERDADERA TRANSPARENCIA
Por su parte, Raúl Benítez Manaut, sociólogo especializado en temas de seguridad nacional y militarismo, y además fundador del Colectivo de Análisis por la Seguridad con Democracia (Casede), estima que la presencia tanto de personal de la Agencia Central de Inteligencia como de la Agencia Antidrogas (CIA y DEA, respectivamente, por sus siglas en inglés), así como de otras 12 o 13 instancias de la comunidad de inteligencia de EU en el territorio nacional, es un tema que “se está magnificando” e incluso podría convertirse en una discusión ideológica en México.
Señala que en el actual contexto de combate al crimen organizado que vive el país, “es lógico que haya presencia de agentes de la CIA, de la DEA y de otras agencias civiles y militares, con o sin autorización del gobierno federal”. Detalla que la colaboración entre los gobiernos de México y EU va más allá de la Iniciativa Mérida; tomó nuevos cauces y se intensificó tras los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, e involucra además los niveles de cooperación en los que se da la presencia de personal del Pentágono, de la CIA y de otras instancias especializadas en combate al terrorismo y al crimen organizado en México.
Añade el catedrático e investigador que esto sucede en todos los países, y el hecho de que los agentes y ex militares estadunidenses estén en instalaciones militares mexicanas puede deberse a que están en algún programa conjunto de colaboración y adiestramiento o bajo algún esquema de cooperación dentro de la Iniciativa Mérida, o tal vez en otro sistema de colaboración e intercambio relacionado con la lucha contra el narco.
“Aquí la gran cuestión es que, aparentemente, están usando armas y si es así, entonces, efectivamente, estarían contra todas las leyes mexicanas. Pero si no traen armas, entonces tendríamos que analizar la naturaleza de esa colaboración, la cual no sería ningún delito. Lo que sucede es que hay gente a la que simplemente no le gusta que los estadunidenses estén ayudando al Ejército Mexicano y ya”.
Todo esto derivará en una mayor exigencia al gobierno federal “para que se manejen con verdadera transparencia, para que sean claros por lo menos en cuanto a la ayuda y al tipo de cooperación en la lucha antidrogas que tenemos con el gobierno estadunidense”, añade Manaut.
DE FILTRACIÓN EN FILTRACIÓN
“¿Qué si el problema del narco ya rebasó a México? No, yo creo que más bien a quien ha rebasado desde hace mucho tiempo es a EU, que con toda su tecnología y sus avances bélicos ha sido incapaz de detectar el paso de drogas que van dirigidas a sus jóvenes”, dice a su vez Javier Oliva, doctor en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid y conferencista en el Colegio de Defensa Nacional (dependiente de la Sedena) y en el Centro de Estudios Superiores Navales (Cesnav) de la Marina.
“El problema con todo esto es que los funcionarios estadunidenses y los legisladores no se manejan con claridad en su forma de tratar asuntos confidenciales, cuando lo que está de por medio son los temas relacionados con México”, explica, y continúa: “La verdad es que no hay nada nuevo en el hecho de que agentes de la CIA, de la DEA, del Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) o de alguna agencia militar estén en México haciendo labores de inteligencia. Lo único novedoso es que se confirme la existencia de militares estadunidenses en instalaciones de la Sedena”.
“Si así fuera, estaríamos ante una nueva dinámica en las relaciones bilaterales de seguridad pero, por lo demás, el tipo de cooperación en la que personal civil y militar de EU entra y sale del territorio de sus países aliados ha sido algo común, ocurre en todas partes”, agrega. El especialista dice que el tema del combate al narcotráfico se ha vuelto muy complejo. “Por eso surge la necesidad de pedir ayuda a EU, porque con lo que se tiene no se ha podido frenar el fenómeno”. Empero, asegura que, pese a la descomposición policial, a la creciente participación de militares en la lucha antidrogas, a la militarización de los cuerpos policiales estatales y municipales, y ahora a la presencia de agentes de EU en bases de la Sedena en el norte del país, el Estado mexicano no ha sido rebasado aún por el crimen organizado.
“HOMBRO CON HOMBRO”
El presidente Barack Obama se apresuró a aclarar la situación y el pasado lunes ocho de agosto, en Washington —un día después de lo publicado por el NYT— dijo que el gobierno de México es el que tiene la responsabilidad exclusiva de llevar a cabo las operaciones policiales en su territorio, aunque de manera implícita reconoció la presencia de agentes de su país en suelo mexicano. “El hecho de que (los agentes) estén trabajando y colaborando hombro con hombro en la recolección de inteligencia sólo ratifica el compromiso de ambas naciones por intensificar la relación y derrotar a los cárteles de la droga”, dijo Obama.
En México, el secretario técnico del Consejo de Seguridad Nacional, Alejandro Poiré, aseguró ese mismo día que los agentes y ex militares estadunidenses no realizaban funciones operativas ni portaban armas de fuego. Su aclaración no sólo corroboraba parte de lo publicado en el NYT, sino que además dejaba al descubierto que ambos gobiernos mantienen acuerdos de colaboración secretos, con cláusulas de cooperación confidenciales que la prensa estadunidense venía revelando meses atrás. Los pormenores de la operación Rápido y Furioso, así como los detalles de los vuelos no tripulados de la Fuerza Aérea de EU y las operaciones de vigilancia satelital sobre territorio mexicano para ubicar plantíos de marihuana y amapola, casas de seguridad, arsenales, depósitos de vehículos blindados, campos de entrenamiento para sicarios y ranchos y casas de capos de la droga, antecedieron a la publicación en el NYT el pasado domingo. De cualquier forma los secretarios de Gobernación y de Relaciones Exteriores, Eduardo Blake Mora y Patricia Espinosa, respectivamente, serán llamados a comparecer para que expliquen la presencia de personal de inteligencia y de ex militares estadunidenses en bases militares de la Sedena. “Ése es el punto en el que estamos ahora; los asuntos de seguridad pública se convirtieron en asuntos de seguridad interna y, ahora, de seguridad nacional”, advierte el general Garfias Magaña.
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