8/14/2011

Los Ex Presidentes y Peña Nieto, Relaciones Peligrosas

2a parte


La Sombra de Ernesto Zedillo

El distanciamiento de Salinas con Peña Nieto coincide con el gradual acercamiento e influencia al entorno del gobernador mexiquense de distintos empresarios, asesores y políticos vinculados a Ernesto Zedillo.

Al menos, dos ex colaboradores zedillistas son asesores cercanos a Peña Nieto: Liébano Sáenz, ex secretario privado de Zedillo y accionista de la empresa encuestadora Grupo de Comunicación Estratégia (GCE), cuyos sondeos y análisis aparecen en Milenio TV; y José Córdoba Montoya, ex jefe de la Oficina de la Presidencia con Carlos Salinas y principal respaldo de Zedillo para llegara a la nominación del PRI tras la trágica muerte de Luis Donaldo Colosio.

Córdoba Montoya ha sido el principal asesor en materia de reforma política y, en especial, en la idea de promover un “Estado eficaz” como oferta programática de Peña Nieto.

Otros personajes cercanos al zedillismo también figuran como amigos y consejeros cercanos a Peña Nieto: José Antonio González Fernández y el empresario coahuilense Jaime Camil.

González Fernández fue un colaborador importante en el sexenio de Zedillo. Fue ex presidente del PRI, ex secretario de Salud y ex titular del Trabajo durante esta gestión. González Fernández buscó la candidatura del PRI a la jefatura de Gobierno del Distrito Fedeal, en 1997, y perdió frente a Alfredo del Mazo González, apoyado por los grupos adversarios a la “línea” presidencial de Zedillo.

Quienes conocen la relación entre González Fernández y Peña Nieto afirman que el abogado de la Escuela Libre de Derecho es como un “hermano mayor” del mandatario mexiquense. Tras la muerte de Mónica Pretelini, la cercanía entre ambos personajes se acrecentó. “Peña Nieto le consulta muchas de sus decisiones a Pepe Toño porque reconoce en él a un amigo y político experimentado”, comentó un testigo de esta relación.

El empresario Jaime Camil formó parte del grupo selecto de invitados a la boda de Enrique Peña Nieto y Angélica Rivera en la catedral de Toluca, privilegio que no tuvo el ex presidente Carlos Salinas de Gortari, asiduo socialité de las últimas ceremonias matrimoniales de la clase política. Su ausencia se justificó porque a finales de noviembre de 2010 estaba en Londres dictando conferencias.

A diferencia de Salinas, Zedillo no hace declaraciones sucesorias ni busca presumir su influencia sobre Peña Nieto, pero su creciente presencia en corporativos trasnacionales con intereses en México lo vuelven un importante cabildero frente a la sucesión de 2012.

En menos de dos años, Zedillo se ha colocado en posiciones que inciden en la carrera de Peña Nieto: se integró como uno de los 7 consejeros independientes del Grupo PRISA, editor de El País, socio de Televisa en Radiópolis y propietario de la editorial Santillana, empresa con intereses muy fuertes en las licitaciones de los libros de texto de la SEP.

Además, Zedillo se integró como consejero al Programa de Desarrollo Global de la Fundación Bill y Melinda Gates. El fundador de Microsoft es dueño del 5 por ciento de las acciones de Televisa. Otros consorcios trasnacionales donde Zedillo es consejero son Procter & Gamble, Alcoa, Union Pacific y Citigroup.

Paradójicamente, la cercanía con Zedillo tampoco es muy redituable para Peña Nieto entre las bases y el “sector duro” priista. El último mandatario del tricolor es señalado todavía por grupos ortodoxos y corrientes salinistas como un “traidor” por haberle entregado el poder presidencial al PAN en el 2000.

Empeñado en la “normalización” de su vida pública, Carlos Salinas de Gortari dejó sentir su influencia sobre Enrique Peña Nieto, desde antes de que iniciara el gobierno del sucesor de Arturo Montiel. Ahora, crecientes rumores al interior del peñismo, señalan que existe un distanciamiento entre el ex presidente y el precandidato presidencial más aventajado del PRI para el 2012.

No sólo Salinas se ha sumado a la ola de promoción del gobernador mexiquense. También Vicente Fox, el primer presidente panista del país, apareció esta semana haciendo declaraciones favorables al precandidato presidencial del PRI, a quien alabó por formar parte de “una nueva generación de priistas cuyos miembros crecieron en un ambiente democrático. Enrique Peña Nieto pertenece a esa generación”.

Más discreto, sin aspavientos, Ernesto Zedillo, el último presidente priista también influye en el entorno peñista, a través de ex colaboradores suyos y con su presencia creciente en los consejos de administración de distintas trasnacionales que van desde Union Pacific hasta el Grupo PRISA, el consorcio editor del periódico El País y socio al 50 por ciento con Televisa en Radiópolis.

La Huella de Salinas

El 27 de julio de 2005, Salinas asistió al funeral del ingeniero Gilberto Enrique Peña del Mazo, padre del entonces gobernador electo. Salinas llegó acompañado de Emilio Chuayfett y estuvo codo a codo con Alfredo del Mazo González, primo del difunto y tío de Peña Nieto, además de viejo adversario salinista en la sucesión de 1988.

En menos de un mes, Peña Nieto y Salinas volvieron a coincidir públicamente. Compartieron asientos en el festival organizado por Televisa, “Celebremos México”, celebrado en el Palacio de Bellas Artes, el 30 de agosto de 2005.

Y la demostración máxima de su interés en estar cerca del joven gobernador mexiquense, fue la asistencia de Carlos Salinas de Gortari a la toma de posesión de Peña Nieto, el 15 de septiembre de 2005, como una más de los 3 mil invitados al teatro Morelos de Toluca.

No le fue muy bien a Salinas de Gortari durante el evento. Tuvo que abandonar el recinto en medio de fuertes medidas de seguridad, ante los gritos de “¡fuera, fuera!” que le lanzaron algunos opositores cuando lo vieron entre los invitados especiales.

Desde entonces, Salinas no ha perdido ninguna oportunidad para hacer sentir que no sólo está cerca sino que impulsa la carrera presidencial de Enrique Peña Nieto y que puede influir en su gobierno.

En una entrevista concedida al diario británico The Financial Times, Salinas de Gortari afirmó que el gobernador mexiquense representa a una nueva generación de políticos que encabezan la recuperación del PRI. “Salinas ve en Peña Nieto la misma vitalidad que él tenía cuando construyó su camino a la presidencia, dos décadas atrás”, decía la nota del 22 de noviembre de 2008.

Personalmente o a través de su extensa red empresarial, partidista, legislativa o mediática, Carlos Salinas ha dejado sentir su influencia en Peña Nieto. Un ex funcionario del gobierno mexiquense confió: “todos creen que pueden influir en Peña Nieto y todos responden a los intereses de Salinas”.

Una buena parte del gabinete peñista tuvo vínculos fuertes con Salinas: el ex secretario de Gobierno, Humberto Benítez, fue procurador general en 1994 con Salinas; el efímero procurador Alberto Bazbaz Sacal, participó en el caso de Raúl Salinas de Gortari, como integrante del despacho jurídico que compartía con David Korenfeld, secretario estatal del Agua. Según el diputado local del PAN, Carlos Alberto Pérez, ambos funcionarios forman parte de la red de negocios y de influencia salinista.

Ni hablar de las alianzas de Peña Nieto con Elba Esther Gordillo, quien llegó a la dirigencia del sindicato nacional de maestros durante el gobierno de Carlos Salinas, o los vínculos con poderosos empresarios que emergieron en la época salinista, desde los Hank Rohn hasta Carlos Slim o Roberto González Barrera.

Sin embargo, en los últimos meses, los rumores sobre el distanciamiento de Carlos Salinas y Enrique Peña han crecido en los corrillos del poder mexiquense. Y la razón de este distanciamiento no es sólo para evitar la carga negativa del expresidente mexicano sobre el precandidato presidencial priista para el 2012.

El 4 de marzo de 2011, en entrevista con Carlos Loret de Mola, en Canal 2 de Televisa, Peña Nieto se deslindó de la influencia de Carlos Salinas.

“-¿Está detrás de usted Carlos Salinas?

“-No lo está, Carlos. A ver, en esto, he sido muy enfático: no lo está ni es mi asesor ni colabora con tu servidor. Insisto, la única relación, es una relación de respeto y cordial, tal como la tengo con todos los ex presidentes de México y que la procuro”.

En algunas columnas de la prensa mexiquense se filtró la versión de la molestia de Carlos Salinas de Gortari con el evento de la llamada “cargada light” a favor de Peña Nieto, el 7 de julio en la Casa de Gobierno de Toluca. Cinco días después, Peña Nieto negó que se tratara de un “destape” y se deslindó de la creación de la agrupación Expresión Política Nacional (EPN), que pretende repartir 3 millones de credenciales para impulsar la campaña del mexiquense.


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