Laura M. López Murillo
(especial para ARGENPRESS.info)
En algún lugar de la solemnidad, cuando se extingue el eco de la última ovación se inicia el proceso inexorable del declive; la figura del poder se torna vulnerable, y en esa condición deberá enfrentar el juicio de la posteridad... En el código de las reglas no escritas de la política mexicana, se estipula que inmediatamente después del quinto informe de gobierno se inicia el ocaso de los sexenios y es entonces cuando la clase gobernante inaugura la temporada de deslindes y agandalles, que por una mera coincidencia, alcanzarán una intensidad insufrible en la contienda electoral.
El ocaso del calderonismo fue más que evidente en la ceremonia oficial organizada para el mensaje político con motivo del quinto informe de gobierno. En esta versión panista de la tradición priísta del Día del Presidente se advirtieron las señales inequívocas del fracaso del régimen: el evento masivo que debería realizarse en el Auditorio Nacional se trasladó al Museo Nacional de Antropología bajo exageradas medidas de seguridad por el terror galopante que aflige al paladín de la seguridad nacional.
Si la reducida lista de invitados refleja la disminución paulatina de incondicionales admitidos en el círculo del poder, la magra asistencia indica la pérdida inexorable de simpatizantes, aproximadamente doscientos lugares estaban vacíos cuando Felipe Calderón hizo acto de presencia. A pesar de los tres días de preparación, el discurso del ocaso calderonista persiste en legitimar el régimen con el monopolio de la violencia: la ovación más larga se le rindió a las fuerzas armadas y ya bajo la sombra del fracaso, el presidente pidió un minuto de silencio por las 50,000 víctimas de su cruzada contra el crimen organizado.
La indiferencia institucional hacia las necesidades de cincuenta millones de mexicanos que subsisten en condición de pobreza fue evidente en la breve exposición de las cifras que pretenden sustentar la eficiencia de la administración pública. El evento resultó gris, el discurso no logró convencer y la figura del líder de los nanócratas parece cada vez más pequeña justamente ahora que inicia la temporada de ajustes en la partidocracia. Las críticas lacerantes iniciaron en la víspera del quinto informe y se espera una secuencia insufrible de revelaciones.
Si la alternancia en el poder es, en efecto, un hecho inminente, atestiguaremos negociaciones y alianzas aborrecibles, porque desde ahora, durante el proceso del declive, se expande la percepción del fracaso calderonista: la fórmula del éxito político indica que los aciertos deberán ser lo suficientemente contundentes para minimizar los estragos de los excesos; cuando el resultado es positivo, los líderes consolidan la magnificencia de su talla en la memoria colectiva, pero ahora, la escasa estatura de la figura en el poder se torna vulnerable, y en esa condición deberá enfrentar el juicio de la posteridad…
Laura M. López Murillo es Licenciada en Contaduría por la UNAM.
Con Maestría en Estudios Humanísticos, Especializada en Literatura en el Itesm.
(especial para ARGENPRESS.info)
En algún lugar de la solemnidad, cuando se extingue el eco de la última ovación se inicia el proceso inexorable del declive; la figura del poder se torna vulnerable, y en esa condición deberá enfrentar el juicio de la posteridad... En el código de las reglas no escritas de la política mexicana, se estipula que inmediatamente después del quinto informe de gobierno se inicia el ocaso de los sexenios y es entonces cuando la clase gobernante inaugura la temporada de deslindes y agandalles, que por una mera coincidencia, alcanzarán una intensidad insufrible en la contienda electoral.
El ocaso del calderonismo fue más que evidente en la ceremonia oficial organizada para el mensaje político con motivo del quinto informe de gobierno. En esta versión panista de la tradición priísta del Día del Presidente se advirtieron las señales inequívocas del fracaso del régimen: el evento masivo que debería realizarse en el Auditorio Nacional se trasladó al Museo Nacional de Antropología bajo exageradas medidas de seguridad por el terror galopante que aflige al paladín de la seguridad nacional.
Si la reducida lista de invitados refleja la disminución paulatina de incondicionales admitidos en el círculo del poder, la magra asistencia indica la pérdida inexorable de simpatizantes, aproximadamente doscientos lugares estaban vacíos cuando Felipe Calderón hizo acto de presencia. A pesar de los tres días de preparación, el discurso del ocaso calderonista persiste en legitimar el régimen con el monopolio de la violencia: la ovación más larga se le rindió a las fuerzas armadas y ya bajo la sombra del fracaso, el presidente pidió un minuto de silencio por las 50,000 víctimas de su cruzada contra el crimen organizado.
La indiferencia institucional hacia las necesidades de cincuenta millones de mexicanos que subsisten en condición de pobreza fue evidente en la breve exposición de las cifras que pretenden sustentar la eficiencia de la administración pública. El evento resultó gris, el discurso no logró convencer y la figura del líder de los nanócratas parece cada vez más pequeña justamente ahora que inicia la temporada de ajustes en la partidocracia. Las críticas lacerantes iniciaron en la víspera del quinto informe y se espera una secuencia insufrible de revelaciones.
Si la alternancia en el poder es, en efecto, un hecho inminente, atestiguaremos negociaciones y alianzas aborrecibles, porque desde ahora, durante el proceso del declive, se expande la percepción del fracaso calderonista: la fórmula del éxito político indica que los aciertos deberán ser lo suficientemente contundentes para minimizar los estragos de los excesos; cuando el resultado es positivo, los líderes consolidan la magnificencia de su talla en la memoria colectiva, pero ahora, la escasa estatura de la figura en el poder se torna vulnerable, y en esa condición deberá enfrentar el juicio de la posteridad…
Laura M. López Murillo es Licenciada en Contaduría por la UNAM.
Con Maestría en Estudios Humanísticos, Especializada en Literatura en el Itesm.
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