9/06/2011

Estrategia anticrimen: balance


José Antonio Crespo

Todos los indicadores disponibles sugieren que la estrategia de Felipe Calderón contra el narco resultó no sólo ineficaz, sino contraproducente.

1) Uno de los principales objetivos, según señala la consigna “para que la droga no llegue a tus hijos”, consistía en reducir el consumo, bajo el supuesto de que eso sería consecuencia de combatir frontalmente la oferta. El consumo ha crecido en lugar de disminuir. Y es que lo importante sería no tanto impedir que circule la droga, que es imposible, sino que los jóvenes decidan no consumirla, en lo cual pu
ede avanzarse con información y publicidad, haciendo a los jóvenes (y adultos) responsables de lo que consumen.

2) Se trataba también de recuperar control territorial para el Estado. Es evidente que se logró lo contrario, pues cada vez más regiones, incluidas importantes ciudades y centros turísticos, registran niveles crecientes de violencia y vacío de autoridad. Compárese la geografía de la violencia al inicio de este gobierno con lo que ahora prevalece.

3) La organización México Evalúa, que dirige Edna Jaime, informó que todos los delitos crecieron en los últimos cuatro años. Algunos lo hicieron de manera imponente, otros de manera más moderada. Pero si uno de los objetivos de la estrategia actual era reducir la delincuencia, pues ésta se ha disparado. Y es que los operativos han servido como detonadores de grupos y pandillas delincuenciales, que amparadas por algún cártel al que sirven hacen de las suyas por su lado. Al quedar el Estado rebasado en su capacidad de aplicar la ley, la delincuencia vio que podía actuar con mayor facilidad e im
punidad, y los mecanismos de control social y criminal, lejos de fortalecerse, se han debilitado.

4) La violencia y los costos humanos se consideraron originalmente como un mal necesario para debilitar a los cárteles, que se supone se traduciría en todo lo que se dijo antes, pero sin que nada de ello se haya logrado, la violencia se disparó. Dice Calderón que primero fue la violencia, luego los operativos. En realidad fue primero la violencia, luego los operativos, catalizadores de mayor violencia.

No es casual que la tendencia se haya disparado justo este sexenio. Ahora el discurso oficial ha cambiado; ya no habla de un costo inevitable, sino de un problema en sí mismo que hay que reducir. Sólo que, una vez detonada la violencia, es difícil detener su espiral. Si uno de los propósitos era incrementar la seguridad, ésta se redujo, además de poner en riesgo los derechos humanos de muchos ciudadanos frente a policías abusivos o militares no entrenados en estas lides. No hay indicadores fehacientes de que con la actual estrategia se reducirá la violencia; en cambio, la tendencia marca que en el próximo sexenio, de continuar así las cosas, se puede llegar a las 260 mil muertes.

5) Aunque el gobierno lo niegue, hay elementos para suponer que Calderón inició los operativos antinarco con vistas a elevar la popularidad presidencial (cuya legitimidad de origen era escasa y cuestionada). Y lo logró al principio, pues la mayoría ciudadana aplaudió la “valentía y determinación” presidencial.

En la medida en que va quedando claro que la estrategia no era la más adecuada, o bien que se requerían preparativos y medidas previas para que fuera exitosa, cada vez más gente cuestiona su racionalidad. Una encuesta reciente de EL UNIVERSAL lo refleja muy bien (24/ago/11). Sólo 16% piensa que México es hoy más seguro, 56% cree que lo es menos. Sólo 23% considera que la estrategia actual debe continuar, frente a 51% que piensa que debe cambiar.

Ya sólo 29% cree que va ganando el Ejército (es decir, avala lo de “vamos ganando aunque no parezca”), mientras 42% cree que son los capos quienes llevan la delantera. Por otro lado, el gobierno asegura que la detención de capos y jefes del narco provocará una disminución en la violencia, pero eso lo piensa sólo el 23%, frente al 62% que cree lo contrario.

Los objetivos de la estrategia no se cumplieron, y más bien se logró lo contrario de lo que se buscaba. Lástima que la desastrosa situación que nos deja Calderón como legado no pueda resolverse con palabras grandilocuentes o solemnes declaraciones, como las que oímos durante su V Informe.

cres5501@hotmail.com
Facebook: José Antonio Crespo Mendoza
Investigador del CIDE


¿Los logros de Calderón?
René Drucker Colín

En su Informe, Calderón señaló que sus logros en lo que va del sexenio se han visto opacados por la preocupación ante la inseguridad. Quizás ése haya sido su mayor y quizás casi único logro. En la televisión aparece todos los días señalando los diversos avances que gracias a su gestión han favorecido a la mayoría de los mexicanos. Entre ellos está la cobertura universal en salud, cuya realidad está lejísimos de lo que Calderón manifiesta, y los logros en educación superior, que igualmente son declaraciones desprovistas de sustento.

Es sobre esto último que quisiera argumentar. Para mí está claro que Calderón y su gabinete simplemente no entienden bien lo que es la educación superior, pues impulsar ese rubro no es sólo crear 96 universidades, como presume. Las universidades están íntimamente ligadas a la investigación científica y la tecnología. Universidad que no tenga y produzca ciencia no es universidad; sólo es una escuelita que regurgita lo que ya se sabe. Y si su profesorado no tiene buen conocimiento, hasta puede regurgitar mal y educar mal a los jóvenes, quienes, por tanto, saldrán con deficiencias.

Las buenas universidades en el mundo lo son porque la mayoría de sus profesores son también investigadores, o sea científicos que están en la frontera del conocimiento. Esto es muy importante, porque desde siempre, pero hoy más que nunca, el conocimiento es un valor intangible que aprovechado al máximo es el factor de mayor impacto para el desarrollo económico de las naciones.

De hecho, la generación, el uso y/o aplicación del conocimiento van íntimamente ligados a una política educativa hacia las instituciones de educación superior, donde se asegure que en ellas se coloque al mayor número posible de científicos y en paralelo se promuevan y faciliten las estrategias para que interactúen de manera efectiva con empresas de cualquier tamaño para generar innovación. Hoy día, el primer paso para asegurar un futuro prometedor para la economía mexicana es el desarrollo sostenido de la innovación, y esto último forzosamente pasa por universidades y/o centros de investigación, donde se produce la ciencia básica que genera los nuevos conocimientos que derivarán en nuevos productos o procesos.

Para mostrar la falsedad de los logros que dice Calderón tener en su feneciente sexenio vale la pena reproducir algunos datos recientemente publicados (2011) por el SCImago Research Group, que muestra algunos indicadores bibliométricos obtenidos al analizar el lapso 2005 a 2009, casi justo dentro de su periodo.

Este análisis genera una clasificación de universidades con base en cuatro aspectos:

1) producción científica,

2) colaboración internacional,

3) calidad científica promedio y

4) publicaciones en primer cuartil (o sea publicaciones en el primer 25 por ciento de las revistas más prestigiosas del mundo).

El análisis es muy interesante y por falta de espacio me referiré sólo a los aspectos uno y tres. En este documento se analiza un total de mil 354 universidades, incluyendo públicas y privadas. De ésas, sólo 399 producen más de 100 artículos científicos, y 955 (206 mexicanas) menos de 100. De esas 955, 172 (57 mexicanas) producen un solo artículo al año.

¿Dónde quedarán las 96 de Calderón? Otro dato interesante es para aquellos que piensan que las universidades privadas son mejores que las públicas. Aquí se muestra que de las 20 más productivas de México, 18 son públicas. Las dos privadas son el Tec de Monterrey, lugar séptimo, y la Universidad de las Américas, lugar 20. El dato más grave, a mi juicio, se refiere a la clasificación general iberoamericana.

En la producción científica de las primeras 20 universidades hay ocho españolas, siete brasileñas, dos portuguesas, una mexicana (la UNAM), una argentina y una chilena. La número uno es la Universidad de Sao Paulo, con 40 mil 192 publicaciones científicas, y la dos es la UNAM, con 17 mil 622. Lo increíble es que la Universidad de Campiñas, en Brasil, una universidad relativamente pequeña, está en tercero, con 14 mil 994 publicaciones, arriba de la de Barcelona, que está en cuarto lugar, con 14 mil 630. Todo esto en 2010.

Pero para el periodo comprendido entre 2005 y 2009, España produjo alrededor de 204 mil publicaciones y Brasil 163 mil. México produjo poco más de 60 mil. Dentro de todo esto, México y Brasil comparten un mismo problema. En Brasil, el sistema universitario genera 92 por ciento del total de la producción científica. En México, menos de 10 por ciento del sistema universitario (la gran mayoría público) produce 85 por ciento de la comunicación científica. España, por otro lado, produce 75 por ciento de su aportación científica a través de universidades y 25 por ciento de otros sectores.

Un punto final tiene que ver con la calidad de la ciencia medida a través de este análisis en particular. Con este proceso elaborado por ellos, un factor de 0.8 señala que una institución es citada por otros 20 por ciento por debajo de la media mundial, y un valor de 1.3 indica que la institución es citada 30 por ciento más que la media mundial. Con este análisis, la Universidad de Sao Paulo y la de Campiñas, así como la UNAM comparten el factor 0.8, mientras la de Barcelona, por ejemplo, tiene un factor de 1.4.

Se podrían señalar muchos datos más, por demás interesantes, por lo pronto, con éstos se le podría señalar a Calderón y sus fabricantes de datos para el Informe, que sus logros en educación superior no lo son; más bien ha fracasado, pues lo que debería haber desarrollado es una política de crecimiento y apoyo a todas las universidades públicas para que tuvieran la capacidad de crecer con ciencia en todas ellas, para que preparen a más y a mejores egresados que puedan enfrentar mejor los retos del país, dentro de los cuales está tener mayor capacidad para innovar, con el fin de crecer económicamente. Por lo pronto, tache al Informe, pues, gracias a la más baja inversión en ciencia y tecnología en la historia reciente del país, nos vamos quedando rezagados frente al nuevo gigante iberoamericano, que es Brasil.

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