La
muerte de Alonso Lujambio colocó sobre una mesa aún precaria (pues en
ciertas circunstancias predomina la predisposición compasiva a eludir
el análisis público de las figuras públicas al momento de su
fallecimiento) ciertos temas que en una cultura democrática madura no
deberían generar escozor.
Proveniente de una familia marcadamente panista, y él mismo afiliado
a Acción Nacional en 2009, luego de cumplir con encargos ciudadanos en
los que no debería defenderse ninguna bandera partidista (en el IFE,
donde fue consejero, y en el Ifai, donde fue comisionado presidente),
Lujambio tuvo su máximo despegue político de la mano de su amigo Felipe
Calderón, quien lo hizo secretario de educación pública, le encargó de
emergencia la coordinación de los festejos conmemorativos del inicio de
la guerra de Independencia y de la Revolución y lo hizo senador.
Justamente en esa etapa en que acompañó el malhadado gobernar de
Felipe Calderón acumuló Lujambio fichas negativas que no se contraponen
a los méritos que se le reconozcan en el ejercicio de encargos
ciudadanos ni en materia académica, cultural e intelectual. Mucho menos
afectan al natural y respetable dolor por su pérdida que manifiestan
amigos, correligionarios y familiares.
Pero el hombre público que ayer cumplió su ciclo de vida no puede
ser desligado oficiosamente de la etapa histórica en que le tocó
actuar, ni del saldo que desde diversas ópticas puede merecer ese
desempeño. Lujambio, en ese sentido, fue una pieza más de la
complaciente cesión de poder que Calderón diseñó en la SEP para pagarle
favores de defraudación electoral a la regente profesora Gordillo, con
el yerno convertido en omnipotente subsecretario de educación básica
que sólo dejó el cargo para preparar su postulación al Senado por el
Panal (cargo que no obtuvo). Y en la comisión relacionada con el
bicentenario y el centenario se prestó para dar curso a la cauda de
corrupción y desorden que había originado Juan Manuel Villalpando,
titular del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las
Revoluciones de México (INEHRM), cuya evidencia más escandalosa fue la
Estela de Luz cuyo costo, enredos e impunidad constituyen una viva
afrenta a los mexicanos.
Aparte de la reivindicación del derecho ciudadano a expresar juicios
y opiniones respecto de hombres públicos en la coyuntura de su
fallecimiento (tema al que se arriesga esta columna, aun cuando ayer
mismo en Twitter hubo reacciones adversas por parte de quienes creen
necesario guardar para otros momentos determinadas valoraciones), la
muerte de Alonso Lujambio conduce a otro expediente de obligado interés
público: las enfermedades de los funcionarios y su tratamiento médico
con cargo al erario.
Por amistad, Felipe Calderón sostuvo en la SEP a Lujambio a pesar de
que no podía continuar en el cumplimiento de sus responsabilidades
públicas (y luego lo sustituyó con un médico, en premio de consolación
porque éste había perdido el proceso panista de postulación al gobierno
de Guanajuato), y luego lo hizo candidato al Senado por lista nacional.
Para abordar el debate entre enfermedad y poder (¿Calderón sufre la
enfermedad del alcoholismo? fue una pregunta que provocó casi una
crisis nacional; Elvia Amaya, la esposa de Jorge Hank Rhon, sabidamente
enferma, ocupó una diputación federal y luego murió; ahora está el caso
de Lujambio; ¿Peña Nieto tiene un mal degenerativo?) es recomendable
leer lo que ha escrito Ernesto Villanueva (@evillanuevamx
en Twitter), miembro del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la
UNAM y del Sistema Nacional de Investigadores en nivel III y
articulista de Proceso (bit.ly/QSUXvg).
El
especialista en transparencia abre el debate sobre el uso de recursos
federales para el tratamiento costosísimo de uno de sus funcionarios,
sobre la postulación de un hombre enfermo para un cargo legislativo de
evidente exigencia de esfuerzo y salud, y de la necesidad de hacer
exámenes médicos a quienes aspiran a una responsabilidad pública y,
luego, médicos y sicológicos anuales para saber si el ejercicio del
poder ha causado daños. Por cierto, ayer mismo, en Twitter, Villanueva
expresaba:
¿La clase política de luto? ¿Y el pueblo que no tuvo ni tendrá jamás dinero para curarse en EU su cáncer?. Otro texto, de Samuel Hernández Apodaca, director de Paideia Consultoría para el Conocimiento, escrito obviamente antes del desenlace, planteaba:
¿Y si Lujambio muriera?(bit.ly/Sk1iCL).
En tanto, los líderes del sindicalismo clásico, agrupados en el PRI,
obviamente han impedido cualquier asomo de riesgo para sus consolidados
cacicazgos, mientras los panistas insisten en sacar adelante
clausulados flexibles para que el empresariado tenga más ganancias y
menos problemas a la hora de la contratación y el despido de
trabajadores y empleados. Prianismo confeso que se afana en votar
favorablemente las tesis derechistas originalmente presentadas por el
PAN y obstruídas por el PRI, que ahora ha retomado el tricolor para sellar la primera alianza a cuenta de varias por venir con el segmento blanquiazul todavía tripulado por el calderonismo.
Nada de lo que procesan las élites tiene correspondencia con el
sentir y los anhelos de quienes están fuera de esas burbujas doradas.
Los dirigentes eternizados en el control de los sindicatos se mueven a
una distancia enorme del mundo real de sus
representados. La clase política, en general, vive en un mundo de privilegiada distorsión que casi nada tiene que ver con la realidad cotidiana de los mexicanos. Y el segmento que se opone institucionalmente a esos poderes excluyentes cumple con disfrazado conformismo, o con plena noción de marginalidad, o con vehemencia políticamente ineficaz, o con vocación mercenaria, o con una combinación de esos y otros factores menores, el papel de falso contrapeso que también es necesario para cumplir con las formas de simulación democrática, de secuestrada
representación nacional(ni por ver lo que sucedió ayer en Madrid).
¡Hasta mañana, con una ex diputada federal panista, pillada en
Harvard haciendo trampa en un trabajo escolar, como suplente de
Lujambio en el Senado!
Twitter: @julioastillero
Facebook: Julio Astillero
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
Por
importante que sea la ayuda que le ha prestado el presidente Calderón
–como si en México no se necesitaran los recursos–, resulta
absolutamente insuficiente para paliar la crisis en España. Varios
heridos y numerosos detenidos dejaron como saldo las refriegas, ayer,
entre la policía y manifestantes cuando millares trataron de rodear el
edificio del Congreso en Madrid. La protesta fue convocada por
los indignadoscontra el duro plan de austeridad del gobierno de derecha del presidente Mariano Rajoy, y para exigir que llame a elecciones. El movimiento tiene un nombre: S-25. Vale para la fecha de ayer, septiembre 25. Rajoy apenas tomó posesión el pasado diciembre por un periodo de cuatro años. Su antecesor, José Luis Rodríguez Zapatero, del PSOE, anticipó su salida doblegado por la incontrolable crisis. Conforme caía la noche, la situación iba empeorando. La policía era incapaz de dispersar a los manifestantes. El desempleo ha ido creciendo y se estima casi en 30 por ciento. Ya es casi igual al de México, aunque aquí el Inegi manipula las cifras y asegura que es menor a 6 por ciento. Lo cierto es que nuestro país es el líder mundial del desempleo.
El espejo
¿Debería verse el futuro gobierno de Enrique Peña Nieto en el espejo español, o no debe preocuparse? El reformón
laboral podría lastimar severamente la condición de varios millones de
personas. Siguiendo la enredada estadística oficial, hay 51 millones en
edad de trabajar. Sólo 15 millones y fracción están registradas en el
IMSS y, de ellas, casi 3 millones son eventuales. Las
facilidadespara desemplear gente que da la nueva ley a las empresas podría hacer que esa proporción se invirtiera: 3 millones de permanentes y 12 millones de eventuales sujetos a peores salarios. Sólo que Peña Nieto tiene un colchón, un soporte, que seguramente le envidia Rajoy: los líderes del charrismo sindical. Acaba de confirmar su lealtad al eliminar los artículos de la ley que afectaban sus intereses. Este día continuarán los forcejeos con los diputados de izquierda en la Cámara, pero de un momento a otro el dictamen será aprobado por el pleno.
Luto en el Congreso
Vaya arranque lúgubre de la nueva legislatura. Ya son
dos congresistas que apenas tomaron posesión y fallecieron. Además, por
la misma causa: cáncer. Primero la diputada por Baja California María
Elvia Amaya, más conocida por haber sido la esposa de Jorge Hank Rhon,
y ahora el senador Alonso Lujambio. Sucesos lamentables.
El nuevo libro
Autora y editorial se juegan mucho en su apuesta.
Imprimirán 2 millones de ejemplares de la nueva novela (para adultos,
dicen) de J. K. Rowling, cuyo título en inglés es The casual vacancy. La duda es si la escritora británica podrá repetir el éxito de su serie de Harry Potter. Dos millones de libros no parece una cifra impresionante si se toma en cuenta que su último Potter registró ventas por 11.5 millones de ejemplares en sus primeros diez días. Veremos si no se le ha agotado la magia.
Cobertura petrolera
¿Por qué las coberturas anteriores costaron tan caras? El diario Financial Times
de Londres informa que el gobierno mexicano contrató un seguro para sus
exportaciones de crudo del año 2013, calculando el precio del barril
entre 80 y 85 dólares. Cuando se apruebe el presupuesto del año próximo
tendrá que tomarse en cuenta esta cifra. Saldrá costando la mitad.
Hablamos de centenares de millones de dólares.
Dicen los promotores de la (contra)
reforma laboralque su aprobación es urgente, ante la
impostergable necesidad de adecuarla Ley Federal del Trabajo
a nuestra realidad. Bien, qué bueno que recuerden su existencia, porque a poco más de cuatro décadas de vigencia tal ordenamiento ha sido sistemáticamente violado por patrones y gobierno (aunque en estos menesteres las dos administraciones panistas se llevan la palma), de tal suerte que para ellos
modernizarno es más que legalizar esas prácticas y llevarlas mucho más allá, aunque sea contrario al espíritu constitucional y a los intereses de los trabajadores, que forman la mayoría nacional.
Pero patrones y gobierno deberán estar orgullosos, porque dicha transgresión no la han limitado a la ley que ahora pretenden
modernizar. Por la misma entrepierna se han pasado todas las normas laborales existentes: desde la obligación de inscribir en el IMSS al total de sus trabajadores (a estas alturas sólo uno de cada tres), con el salario que realmente pagan (suelen registrarlos con menor ingreso), y cubrir íntegramente las cuotas respectivas (que evaden con frenesí), hasta las más elementales medidas de seguridad e higiene laboral (recuérdese Pasta de Conchos o la ABC), sin olvidar las del Infonavit y a la Constitución misma, en su capítulo relativo al salario mínimo, cuando menos. De hecho nadie sabe de qué se quejan, pues con tales violaciones sus utilidades han crecido velozmente, a la par de la precarización del empleo y la pobreza de los mexicanos. Y todavía quieren que los trabajadores les den las gracias, porque según ellos
todo es en su beneficio(de ser así, entonces por qué San Lázaro está rodeado por miles de ellos que protestan, ¡sorpresa!, contra la citada
modernización).
Si a lo largo de cuatro décadas los patrones, en connivencia con el gobierno, han hecho lo que se les ha pegado la gana con la
obsoletaLey Federal del Trabajo (cuyo
arcaísmo, en todo caso, es responsabilidad del Congreso, no de los trabajadores), entonces habrá que imaginar hasta dónde llegarán con una
reforma laboralexpedita,
modernay a modo. Lo mejor del caso es que sus promotores exigen a los mexicanos que les den las gracias, porque ellos serán los ganones. Por ejemplo, uno de los beneficios, según dicen, es que podrán contratarse por hora. ¿A cómo la hora?: siete pesos con 50 centavos, antes de
modernizarsela legislación vigente; después habrá que esperar una paga menor. Ni para el Metro, y en eso de la seguridad social la solución es sencilla: que no se enfermen.
De la mano, patrones y gobierno sistemáticamente violan la Constitución y la ley laboral. Ordena la primera que
los salarios mínimos generales deberán ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria de los hijos; los salarios mínimos profesionales se fijarán considerando, además, las condiciones de las distintas actividades económicas. Pues bien, en términos nominales el salario mínimo promedio nacional es de 60 pesos, en números cerrados, y en términos reales de 10 pesos, de acuerdo con la información de la mismísima Comisión Nacional de los Salarios Mínimos, es decir, la institución encargada, por ley, de atender el citado ordenamiento constitucional y vigilar que nadie lo incumpla.
De acuerdo con la Cámara de Diputados, en sus 95 años de vigencia el
artículo 123 constitucional ha sido reformado en 23 ocasiones (ocho de
ellas, 35 por ciento del total, en tiempos del neoliberalismo a la
mexicana): la primera (6 de septiembre de 1929) durante el mandato de
Emilio Portes Gil; la más reciente (24 de agosto de 2009), con Felipe
Calderón como inquilino de Los Pinos. Una de las modificaciones (14 de
febrero de 1972, creación de Infonavit) obligaba a todas las empresas a
realizar aportaciones económicas a un fondo nacional de vivienda para
que los trabajadores obtuvieran créditos baratos y suficientes para
adquirir vivienda digna. A estas alturas, e independientemente de las
cajas de cerillo que se construyen como vivienda de interés social,
México registra un déficit mayor a 8 millones de viviendas. ¿Qué falló?
Pues que, entre otros factores, un número creciente de empleadores, con
la venia gubernamental y mucho antes de la
moderna reforma laboral, se pasó por el arco del triunfo la ley respectiva.
A
estas alturas, apenas uno de cada cuatro empleadores está registrado en
el IMSS: alrededor de 800 mil, de un universo reconocido de 3 millones.
Oficialmente, la población ocupada en el país sobrepasa los 48 millones
de mexicanos; de este total sólo 33 por ciento está inscrito en el
Seguro Social; el 64 por ciento restante se rasca como puede. La ley
obliga a los patrones a las dos cosas: darse de alta en la citada
institución y registrar a sus trabajadores. ¿Qué falló? Lo mismo que
con el Infonavit, y los salarios mínimos, y la seguridad e higiene en
el trabajo, y etcétera, etcétera. Entonces, ¿quiénes han sido los
ganones de la
obsoletaley, incluida la Federal del Trabajo, que ahora se quejan de falta de
modernidad?
De cualquier suerte, la
moderna reforma laboralgeneraría cualquier cosa menos crecimiento y el empleo formal que requiere el país: apenas de 150 a 200 mil anuales inscritos en el IMSS, de acuerdo con el Centro de Investigación en Economía y Negocios. Los demás, a la informalidad, la cual, de por sí, es abundante: casi 15 millones sobreviven en ese sector, y contando. Por si fuera poco, como señala el citado centro académico, con las modificaciones a la ley los de por sí miserables salarios que se pagan en el país disminuirían hasta 10 por ciento, cuyo efecto inmediato sería que cada año 500 mil mexicanos adicionales se sumaran a la pobreza de ingreso, un sector ahora
habitadopor un ejército de 60 millones de personas. Como apunta el CIEN,
el solo hecho de abaratar la mano de obra no detonará los empleos ni la competitividad esperados, sino que se requiere aumentar la productividad, hacer más eficiente el gasto público y realizar una reforma hacendaria que impulse la inversión y simplifique y modere la carga tributaria.
Pero los de la entrepierna aseguran que el problema es la
obsoletalegislación.
Las rebanadas del pastel
Los diputados y senadores asisten (o están obligados) a
sus respectivos recintos parlamentarios dos veces por semana, en
periodo ordinario. Ya que ellos son los que aprobarán la
reforma laboraly, además, la consideran la octava maravilla; entonces, que sean ellos quienes inauguren la modalidad de pago por hora, toda vez que son los legisladores, entre otros, quienes aseguran que se trata no sólo de una excelente idea, sino de una forma equitativa de redistribuir correctamente el ingreso.
Recibo a mediados de mes una invitación a la presentación de un libro
en memoria de Miguel Topete. Miguel (o Nabor, su nombre de batalla), hombre de quien, si así puede decirse, algo a lejos –sabía bien él guardar distancias– me sentí siempre cercano, había fallecido a finales de marzo pasado. Medio año ignorante de su deceso… Hasta en el adiós fue discreto, me dio por pensar.
El libro en cuestión –segunda edición, aumentada, de La rosa nómada,
de su autoría– se presentará mañana en Guadalajara (ex convento del
Carmen, patio, 20:30 horas) y contará con la intervención literaria de
Carlos Prospéro y Jorge Souza, y musical de Celia Torres, notable
cantante y quien fuera la esposa de Miguel; el pianista Rafael Buscio
Lira, el Tamborazo Antiguo de Ixtacán y el Ensamble Sontla.
La música que a él le gustaba mucho, precisa en el e mail Hermenegildo Olguín, editor.
Durante una intensa
conversación etílica, la polémica cantante Amandititita se comprometió
a asistir al homenaje que el próximo jueves 27 de septiembre se rendirá
en la pulquería Los Insurgentes al desaparecido Rockdrigo González.
Como ya se informó en La Jornada, esa noche se inaugurará una
exposición fotográfica y se exhibirá un video inédito de Fabrizio León.
La parte musical corre a cargo de la emblemática banda Qual. Habrá una
mesa redonda con la participación de Amandititita (cantará la rola Metro Balderas dedicada a su padre), Guillermo Fadanelli y Fausto Arrelín. La entrada será libre y habrá pulque al 2x1 (Insur- gentes 226).
Una tarde en el Reclusorio Norte
La semana pasada ingresamos al Reclusorio Norte, mejor
conocido como el Reno. No hay nada más deprimente que cruzar por
el frío salón de ingreso, de altas paredes derruidas y numerosos
custodios de miradas inquisidoras, pero que a la vez suelen ser ciegos
cuando de escapar se trata.
Diálogo, vía para resolver conflicto en la UACM
Como universitarios estamos
muy preocupados por el desarrollo y orientación que está teniendo el
conflicto en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM). Los
universitarios deberíamos dar ejemplo al resto de la sociedad de que el
diálogo, la razón, los argumentos y el consenso son las vías para
solucionar efectivamente los conflictos. Cualquier otra vía no es
solución.
La
disputa que los integrantes del Comité Salvemos Temacapulín, Acasico y
Palmarejo mantienen desde hace años contra la Comisión Nacional del
Agua y su similar en el estado, por la construcción de la presa El
Zapotillo, adquirió nuevas dimensiones en los últimos días. La razón de
la oposición de los integrantes de dicho comité a que la obra se
construya es fundamentalmente que con ella se violan sus derechos de
existencia, desarrollo y vida digna, sólo para favorecer a una parte
del sector empresarial del estado de Guanajuato, perjudicando incluso a
los habitantes del estado de Jalisco. En esta lucha, donde han
combinado la defensa jurídica con la movilización política y la
denuncia social, han tenido avances importantes, como los amparos de
los tribunales federales reconociendo la razón de sus reclamos, pero
también el administrativo del estado, a los que hay que unir las
recomendaciones de la Comisión Estatal de Derechos Humanos.
Terminó
la gira del señor E. Peña Nieto por el sur del continente. De sólo
atender a lo sucedido en los países visitados se pueden desprender
enseñanzas que resultarán claves para el futuro sexenio. Las
pretensiones enunciadas, ciertamente grandilocuentes, reflejan cuando
menos improvisación y superficialidad. Una mezcla mercadológica
conocida. Se discriminaron naciones que, en la actualidad, influyen, si
no es que marcan los intensos procesos sudamericanos de integración en
curso. Visitarlas hubiera, al menos, balanceado las iniciales
posiciones de la venidera administración priísta. La retórica ensayada
acerca de la
recuperacióndel liderazgo mexicano –de lo que alardean sus voceros– cae, por tales ausencias, en aparatoso vacío. Las interrelaciones en el sur, donde la participación de las naciones de la Alba ha sido vital, no fueron tomadas en cuenta. Mejor dicho, las dejaron de lado, apegándose voluntariamente a la más estrecha visión conservadora y, sin duda, también a los lineamientos establecidos por las políticas de Estados Unidos.
La difusión de la seudopelícula Innocence of muslims
(La inocencia de los musulmanes) en Estados Unidos (EU), vía Internet,
en la que se parodia al profeta Mahoma, ha generado, como todos hemos
visto, una ola de protestas en el mundo árabe y musulmán, que
terminaron el pasado martes 11 de septiembre con el lamentable
asesinato del embajador de EU. en Libia, Christopher Stevens.
Puestos
a vaticinar, abundan las ocasiones en que la realidad política
desbarata esperanzas y anhelos soterrados. Recuerdo comicios
presidenciales que fueron limpios (Argentina, 1983; Ecuador, 1985), el
fraudulento de México (1988) y el impresentable de Panamá poco antes de
la invasión militar de Estados Unidos (1989).
La
semana antepasada la Reserva Federal en Estados Unidos dio a conocer
planes para una nueva fase de flexibilización cuantitativa o QE3, como
se le conoce en aquel país. Esta es la tercera fase de una serie de
programas que han tenido por objetivo la recuperación económica a
través de la inyección de liquidez a una escala hasta ahora
desconocida. La nueva fase del programa consistirá en compras de
títulos respaldados por hipotecas hasta por 40 mil millones de dólares
mensuales y sin límite de tiempo. De hecho, Ben Bernanke, el
responsable de la Fed, anunció que el programa continuará hasta que el
mercado laboral mejore de manera significativa y que aún después de esa
recuperación se mantendrá una postura flexible. De esta manera insinuó
que aún si hay presiones inflacionarias, la Fed mantendrá el rumbo
hacia la plena recuperación.
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