Leonardo Curzio
La conclusión del sexenio de Calderón está signada por una sangrienta
paradoja. La encuesta de evaluación del desempeño de FCH (publicada en
este diario la semana pasada) establece que el combate al crimen
organizado es su cumbre y su abismo, su principal acierto y el más
grande de sus errores. El balón está, por lo tanto, en medio campo. El
sexenio termina con una Secretaría de Seguridad Pública descontinuada y
una Policía Federal en el centro de graves escándalos. La polvareda no
debe, sin embargo, ocultar que a lo largo de estos seis años se
consiguieron éxitos importantes que la siguiente administración
recibirá como un activo.
El primero es el nuevo modelo policial. Las enormes grietas que han
quedado al descubierto en las últimas semanas no pueden ocultar que por
primera vez en la historia reciente de este país se hizo un esfuerzo
sistemático y coherente por formar una policía con un método
científico, capacidades de investigación y una enorme plataforma que
permite sistematizar millones de datos. Este es el segundo punto que
vale la pena rescatar. La Plataforma México puede convertir a la
policía en un cuerpo de élite si se utiliza adecuadamente. Además, es
una invaluable carretera en la que pueden interactuar provechosamente
las policías de todo el país y potenciar los trabajos de investigación
de cada cuerpo. Otro beneficio que se deriva de la misma es la
posibilidad de interactuar con mayor profesionalismo y credibilidad con
las policías y cuerpos de seguridad de otros países. El tercer elemento
a destacar es que, aunque tarde y no exento de polémicas, la Secretaría
logró desarrollar un nuevo modelo de prisiones federales con la más
alta tecnología.
Hay muchas cosas que la SSP no desplegó, como una verdadera política de
prevención del delito, y por lo que podemos conocer no todos los
elementos de la PF tuvieron la inducción y entrenamientos necesarios
para no quebrantar internamente el espíritu y el prestigio del cuerpo.
Mucho se avanzó en el área de control de confianza y no deja de ser muy
doloroso para la corporación el que algunos de sus servidores tengan
una deriva como la observada en el aeropuerto de la ciudad de México y
en Tres Marías. Debo suponer que hubo graves problemas de gerencia
interna y tramos de responsabilidad no supervisados, es posible también
que haya faltado liderazgo en alguna de las etapas finales de la
administración en la conducción de la PF.
En otras áreas del gobierno federal el balance es menos alentador. Si
la SSP tuvo un despegue político y presupuestal sin paralelo, nos deja
finalmente un legado que pasará al patrimonio de la Secretaría de
Gobernación. Espero que el modelo policial no lo echen por la borda por
aquello del sacrificio ritual de Genaro García Luna. Pero en otras
dependencias (como la PGR) no solamente no veo legado qué conservar,
veo más bien historias qué olvidar. Termina el sexenio con un despido
masivo de funcionarios ligados al equipo aeronáutico de la dependencia
y la separación (en condiciones poco claras) del subprocurador
encargado de la lucha contra la delincuencia organizada. Más allá de
anécdotas y episodios bochornosos (como el michoacanazo), la PGR fue
incapaz, en estos años, de ofrecer una solución de continuidad para
procesar y poner a disposición de los jueces expedientes bien armados
de los cerca de 300 mil individuos detenidos por la Sedena, Semar y PF.
La PGR transitó en el sexenio de la seguridad con una ominosa y
preocupante mediocridad, como si la seguridad no tuviese que ver con la
procuración de justicia.
Hay otras áreas igualmente olvidadas como migración (que quedó a
medias) o las escurridizas aduanas que por mil razones nunca están en
el centro de la reflexión y siguen siendo un espacio privilegiado de
captura de rentas (legales e ilegales) y una dependencia que no parece
aportar nada práctico para mejorar el esquema de seguridad. Queda la
tarea a medio terminar y ese es mi balance de la administración de FCH;
ahora el próximo gobierno deberá proceder a múltiples ajustes de los
que, sin embargo, tendremos que ocuparnos en la próxima entrega.
@leonardocurzio
Analista político y conductor de la primera emisión de Enfoque
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