Escrito por Autor Invitado e
por Jorge Meléndez Preciado
Mal
empieza a quien ahorcan en lunes, dice el certero refrán. Y el cerco
que pusieron alrededor de la Cámara de Diputados es una pésima señal de
un sistema que se ostenta como democrático.
Que hayan destacado a más de mil
elementos de la policía federal. Cerrado cuatro estaciones muy
concurridas del Metro. Evitando que circule una buena cantidad de
Metrobuses. Pedir identificación a los ciudadanos que viven cerca de
la Merced y San Lázaro. Y que impidan circular vehículos en una
extensa zona. Todo ello con más de ocho días de anticipación del cambio
presidencial, es una muestra del temor existente en la clase política
que hará el relevo sexenal.
Máxime si los integrantes de Morena, la
agrupación que encabeza López Obrador, habían señalado que se
manifestarán en El Ángel de la Independencia; es decir, a varios
kilómetros del ostentoso acto. Y si algunos legisladores de la llamada
izquierda todavía no saben, exactamente, cómo protestar por lo que
señalan una imposición.
Por si
algo faltara, el conflicto en la UACM fue resuelto exitosamente por
Manuel Granados, quien encabeza la Asamblea de Representantes, no
obstante los berrinches de Esther Orozco. Y, además, no hay un asunto
latente que preocupe hondamente a los encargados de la supuesta
inteligencia gubernamental.
¿Entonces a qué tantas precauciones y miedos estando el suelo más o menos parejo?
Seguramente a lo que espera Felipe
Calderón. Y ello es un rechazo descomunal de muchos sectores, quienes
han demostrado en los últimos días que están en amplio desacuerdo con
lo realizado en su administración. No sólo las víctimas de una guerra
injusta que el señor llevó a cabo sin ton ni son. También sectores como
los obreros que ven una ficción en el salario mínimo acordado. Y hasta
los empresarios que se indignaron al juntar zonas que antes tenían
diferencias en las percepciones de los que viven con lo elemental.
No obstante ello, incluido el
descontento en el ejército y las prepotencias de García Luna –quien
maneja a los mil elementos que han mostrado desprecio en el trato con
los ciudadanos del DF– no habría mayor preocupación de no existir
cierta paranoia en Felipe. Esto último lo aseguramos debido a que al
final de su mandato envió, inopinadamente, dos iniciativas: cambiarle el nombre al país por el de México
y que haya segunda vuelta en las elecciones. O sea, el individuo no
cesa mostrar que él está al mando del país aunque en el fondo lo único
que haga es provocar incluso a quienes le fueron sumisos y se dijeron
sus aliados, los ricos.
Frente a esa provocación, Jesús Murillo
Karam dijo que las medidas de seguridad resultaban excesivas y,
obviamente, muy anticipadas. Luego Miguel Osorio Chong, a quien los
columnistas apuntan como futuro secretario de Gobernación, aseguró que
retirarán el cerco (esto en tuiter).
Por su parte, Marcelo Ebrard condenó la
acción y la llamó muy alocada, y los perredistas, incluso algunos que
desean rechazar a Enrique, estuvieron de acuerdo en que esto parecía
una acción de consecuencias insólitas.
Claro, únicamente Luis Alberto
Villareal, el novicio coordinador de los diputados panistas, señaló
algo esquizofrénico: “ante las amenazas de los partidos de izquierda,
no se puede titubear, pues se debe garantizar que el cambio de poderes
se dé en paz” (Reforma, 27 de noviembre).
Seguramente este señor recuerda hace
seis años, cuando su “presidente”, tuvo que entrar tras banderas para
hacer un rito instantáneo. Algo que llevará a cabo también Peña Nieto,
con la salvedad que deberá hacerlo por el frente, recibir la banda y
retirarse de volada, como bien dicen los chavos.
Antes que dieran marcha atrás con este
virtual estado de sitio- –nunca comparable con las manifestaciones más
violentas, ya que el primero se hace desde el poder estatal-, los
efectos contrarios no se hicieron esperar.
Al activista Jesús Robles Maloof lo
reprimieron no obstante que trató de investigar por qué se impedía la
circulación de vehículos y personas. Afortunadamente, pudo subir a la
red su experiencia y por la misma nos dimos cuenta de lo tradicional:
imposible dialogar con los policías de García Luna, protegido de
Felipe. Algo que ya teníamos antecedentes desde 1968. La intolerancia
de los mal llamados guardianes del orden es inenarrable, lo que
muestra los pocos o nulos avances en el país.
En tuiter, por cierto, hubo un mensaje que decía: #EnriquePeñaTieneMiedo.
El cual resultó uno de los más vistos en el orbe. Lo que subió la
alerta en los priistas que dicen ser diferentes a sus ancestros.
Y el posible acuerdo político entre
PRI, PRD y PAN, que se estaba cocinando, está en una zona nebulosa, a
pesar de supuestos avances.
Todo esto y más debido a una medida
antidemocrática, absurda y provocadora de Felipe Calderón en la cual
embarcó a Enrique Peña Nieto, haya tenido o no conocimiento de la misma
el señor del copete.
Torpezas en muchos sentidos: entre el
temor a un acto que no es para tanto y la necedad por seguir
aparentemente gobernando hasta el final.
jamelendez44@gmail.com
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