Alberto Aziz Nassif
Con el fin de esta administración no sólo termina el sexenio de Felipe
Calderón, sino el periodo de gobiernos panistas. En estos 12 años se
puso a prueba una alternancia que resultó fallida en las expectativas
que se pusieron en juego y en los resultados obtenidos. La transición
mexicana ha tenido enormes problemas para pasar de la competencia
política a la construcción de una república democrática. ¿Qué pasó con
las principales apuestas políticas de este gobierno que termina el
próximo viernes 30 de noviembre?
Desde el inicio Calderón tomo posesión en medio de una crisis de
legitimidad por el resultado electoral; prácticamente a la fuerza hizo
una protesta en la Cámara de Diputados, entró y salió por una puerta
trasera. Más allá del recuerdo de ese 1 de diciembre de 2006, quedó la
confrontación como signo del sexenio. A los pocos días Calderón se
embarcó en una aventura que marcó su gobierno: declaró la “guerra” a
los cárteles de la droga y empezó los operativos militares, sacó a las
Fuerzas Armadas de los cuarteles y se inició una pesadilla que ha sido
cotidiana para una parte considerable del país. Muertes que ya acumulan
más de 70 mil personas, miles de desaparecidos y víctimas, múltiples
fosas clandestinas y cadáveres anónimos, una violación grave a los
derechos humanos y, al final, el saldo de un país más violento,
inseguro y cruel.
Se pueden marcar dos grandes etapas en el sexenio divididas por las
elecciones intermedias. En los primeros dos años se hicieron algunas
reformas que expresaron la coalición de intereses que soportaba al
gobierno (reforma del ISSSTE, reforma electoral, reforma energética
light y reforma fiscal puntual, con el IETU). En 2009 el país fue
azotado por las siete plagas, la crisis económica internacional mandó
la caída del PIB hacia el sótano en más de 6%, la sequía prolongada
complicó la vida de los agricultores y ganaderos, el crimen organizado
mostró su ferocidad y mientras más operativos había la destrucción de
la paz social era más contundente, las reservas petroleras mostraron
signos decrecientes y para rematar llegó el virus de la gripe A-H1N1
que literalmente paralizó al país. Al paso de este laberinto de
obstáculos y amenazas llegaron las elecciones intermedias y la historia
se volvió a repetir como en 2003, el PAN perdió los comicios y el PRI
se recuperó. En ese proceso surgió el movimiento que promovió el voto
en blanco, como una forma de rechazo a la política partidista.
Después de la derrota electoral Calderón hizo un nuevo corte de caja y
propuso un decálogo de cambios para el país. En el mensaje que dio con
motivo de su Tercer Informe propuso tres temas sociales: frenar el
crecimiento de la pobreza, la cobertura universal de salud y una
educación de calidad; también señaló cuatro temas de economía, finanzas
y competitividad, es decir, una mayor recaudación fiscal, reformas en
energía, telecomunicaciones y relaciones laborales; además, planteó un
cambio en la regulación pública, profundizar la lucha contra el crimen
organizado y hacer una reforma política.
La segunda parte del sexenio se puede evaluar por el grado de
cumplimiento de este decálogo. En la parte social no hay buenas
noticias, la pobreza volvió a crecer, la calidad educativa quedó como
un pendiente y la cobertura universal no llegó, a pesar de la fuerte
incorporación al Seguro Popular. En la parte económica no se lograron
las metas de competitividad y convergencia, el sector de las
telecomunicaciones sigue instalado en la concentración y los monopolios
crecen. La economía no crece, el empleo formal es cada vez más precario
y la informalidad se desparrama. Con la reforma laboral que se acaba de
aprobar se logró una mayor flexibilidad, pero quedó restringida la
democracia sindical. En la lucha contra el crimen, una política que
marcará al sexenio, los resultados son terribles, pero no sólo en
muertes, sino, como dice la Comisión Nacional de Derechos Humanos, en
los casos de tortura que aumentaron en 500%. La otra cifra roja es el
asesinato de periodistas, como una grave amenaza a la libertad de
expresión. La violencia se incrementó a niveles inimaginables hace unos
años y el balance es negativo en términos de resultados y de opinión
pública. La propuesta de reforma política de Calderón terminó en
cambios acotados e insuficientes.
El PAN perdió las elecciones presidenciales y se fue al tercer lugar, y
ahora este gobierno deja una pesada herencia al país, un Estado más
desorganizado, con más violencia y pobreza. Terminan dos sexenios de
alternancia que crearon expectativas de cambio y produjeron una
transición fallida.
@AzizNassif
Investigador del CIESAS
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