El
Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana, el Sindicato de
Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México y otros
agrupamientos de la Unión Nacional de Trabajadores y el Movimiento
Nacional por la Soberanía Alimentaria y Energética, los Derechos de los
Trabajadores y las Libertades Democráticas; la Coordinadora Nacional
Plan de Ayala, El Barzón, la Central Independiente de Obreros Agrícolas
y Campesinos, la Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas y otras
organizaciones del Frente Auténtico del Campo; la Coordinadora Nacional
de Trabajadores de la Educación, el Sindicato Mexicano de Electricistas
y otros organismos que convocan a la constitución de una nueva central
de trabajadores; dirigentes políticos, intelectuales y artistas, por la
propaganda que han hecho circular y por la cantidad de organizaciones
interesadas en participar hacen prever que el 31 de enero tendrá lugar
una gran manifestación en contra de la reforma energética y otras reformas estructurales al servicio de los monopolios y gobiernos norteamericanos y del gran capital criollo.
Para una franja importante de la izquierda está claro que con Peña
Nieto se ha producido en México un golpe de mano de la derecha nacional
y el imperialismo norteamericano para concretar el tercer gran fraude
electoral con el objeto de concluir la destrucción de la Constitución
de 1917 y la entrega del petróleo y la electricidad, los recursos
mineros y otras riquezas nacionales a las trasnacionales; la
eliminación de los derechos fundamentales de los trabajadores; la
liquidación de los ejidos y las comunidades agrarias; el aumento de la
presencia de las fuerzas armadas y los órganos de seguridad, espionaje
y provocación de EU; la integración de México en “Norteamérica”, y la
supresión de la soberanía nacional mexicana. De hecho, el Estado
mexicano está desapareciendo.
No extraña, entonces, la confluencia de fuerzas de todos los signos en la lucha contra la reforma energética y otras reformas estructurales.
En su propaganda para movilizar a sus afiliados, el STRM plantea:
“Nuestro país enfrenta un momento crítico. La aprobación por ambas
Cámaras y la mayoría de las legislaturas locales de una Iniciativa de
Ley que enajena el sector energético nacional para beneficio de los
grandes capitales nacionales y extranjeros, representa un grave
retroceso en términos de la soberanía y del desarrollo futuro de la
nación.
“Esta reforma que fue aprobada de manera apresurada y
desaseada transfiere a la iniciativa privada actividades anteriormente
reservadas al Estado como la exploración, la explotación y la
transformación del petróleo a través de varias modalidades de contratos
que permiten que se comparta tanto la renta como la producción de dicho
recurso natural no renovable. Tal es el caso de los llamados contratos
de utilidad compartida y de las llamadas licencias que no son otra cosa
que concesiones disfrazadas.
“Adicionalmente se elimina el
carácter estratégico de la refinación y el trasporte de crudos y se
condena a PEMEX y a la CFE, entidades que según la reforma quedan
reducidas al papel de simples empresas productivas del Estado, al
decaimiento y extinción futuras al obligarlas a competir, bajo
condiciones de desventaja, con las grandes compañías privadas
trasnacionales”.
En el Plan por la Unidad en Defensa de la Soberanía Nacional y los Recursos Energéticos,
suscrito por Cuauhtémoc Cárdenas, Jesús Zambrano, Alejandro Encinas,
Dolores Padierna, Marcelo Ebrard, Ifigenia Martínez, Porfirio Muñoz
Ledo, Raúl Vera, Francisco Hernández Juárez, Manuel Camacho Solís,
Miguel Barbosa Huerta, Agustín Rodríguez Fuentes, Camilo Valenzuela,
Raúl Morón Orozco y otros políticos, dirigentes sindicales, defensores
de derechos humanos, e intelectuales y artistas, se señala:
“ 1. Que la reforma energética aprobada recientemente por las Cámaras de Senadores y de Diputados representa una regresión a la época que antecedió a la expropiación petrolera decretada por el General Lázaro Cárdenas.
Significa un despojo al país y al pueblo por el gobierno y los
legisladores que votaron a favor, porque se entregan las riquezas y los
recursos, patrimonio de todos los mexicanos, al lucro de empresas
privadas, en vez de destinarse al bienestar y desarrollo libre y
soberano de la nación. Sus consecuencias serán tan graves o más a la
pérdida de Texas y de la mitad del territorio en [el] siglo XIX. Nos
convierte en un país aún más dependiente de los intereses de las
corporaciones extranjeras y de sus gobiernos. Se consuma un nuevo colonialismo con pérdida de la soberanía nacional.
“2. Que esta reforma es inmoral, ilegítima e inconstitucional. Atenta y
rompe el pacto social surgido de la Revolución mexicana; desecha los
principios que dieron sustento a la Constitución; niega el espíritu del
constituyente de 1917 y cancela los beneficios que trajeron las
expropiaciones para el pueblo de México, aun a pesar de la enorme
corrupción de la clase política gobernante. Sólo un nuevo Constituyente
elegido para ello podría hacer una modificación de tal magnitud y con
previa consulta plebiscitaria a la ciudadanía.
“3. Que el
titular del Ejecutivo federal y los legisladores que aprobaron los
cambios a la Constitución para privatizar nuestros recursos
energéticos, están cometiendo el grave delito de ‘Lesa Patria’ al
hipotecar el futuro de la nación y rematar los bienes y riquezas del
país. Ello agrava el proceso de descomposición y deterioro de las
instituciones de estado y profundiza la corrupción. Estamos ante la quiebra moral y un acto más de traición nacional por la clase gobernante”.
El repudio a la derogación de la Constitución de 1917 abarca a la
mayoría de la población, y los entreguistas constituyen una minoría,
importante y con grandes recursos, pero minoría al fin y al cabo. La
Asamblea Legislativa del Distrito Federal rechazó la aprobación de la
reforma energética, y publicó el 18 de diciembre del año retropróximo
la siguiente resolución: “La continuidad de esa farsa
institucionalizada es la reforma energética propuesta por el
gobierno de Enrique Peña Nieto, misma que significa una afrenta para
los mexicanos en general y capitalinos en particular quienes, maduros y
conscientes de la realidad social, no confían ni aceptan la intención
de poner a la venta pertenencias de la nación. Resulta aún más
preocupante que las fuerzas políticas que recién aprobaron la desaseada
reforma energética hayan avalado tal agravio y profundo
desprecio por una sociedad que puso en sus manos la defensa de los
intereses de las mayorías. A esto no se le puede calificar más que traición a la patria”.
El Frente Auténtico del Campo, que incluye en sus filas a la Coalición
de Organizaciones Democráticas Urbanas y Campesinas, CIOAC, UNTA, CNPA,
El Barzón y Unión Nacional Integradora de Organizaciones Solidarias y
Economía Social, en su desplegado del 17 de enero plantea: “Por último,
reivindicamos el 31 de enero, como una fecha de movilización de los
campesinos mexicanos, por lo que convocamos a nuestros afiliados a
participar en la gran concentración en el Zócalo de la Ciudad de
México, por la defensa de los recursos energéticos y en contra de la
reforma energética recientemente aprobada por el Congreso de la Unión”.
La gran manifestación del 31 de enero, que partirá a las 16:00
horas de varios puntos, como el ángel de la Independencia y el
monumento a la Revolución, desembocará en el Zócalo de la capital del
país para concluir con un gran mitin, requiere de la participación de
todas las fuerzas sociales y políticas contrarias al programa
neoliberal y favorables a un desarrollo democrático y soberano de
México, por lo que debe incluir al Partido de la Revolución
Democrática, el Movimiento Regeneración Nacional, el Partido del
Trabajo y el Movimiento Ciudadano, la UNT, los promotores de una nueva
central de trabajadores, el Frente Amplio del Campo, el Congreso
Nacional Indígena, la izquierda anticapitalista y las organizaciones
democráticas de colonos, estudiantes y otros sectores populares,
incluidos los grupos religiosos patrióticos. Ninguna clase de
sectarismo se justifica. Ciertamente, no será fácil derrotar a los
neoliberales vendepatrias, pero si se avanza en la unidad, se emprenden
las tareas que la situación demanda y se construyen los instrumentos
orgánicos necesarios, los Peña Nieto, los Calderón, los Fox, los
Zedillo y los Salinas de Gortari, pese al apoyo de sus jefes al norte
del río Bravo, serán debilitados, aislados y derrotados.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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