Especial
Por: Carmen R. Ponce Meléndez*
Sin un crecimiento robusto de la economía se enfrenta una caída del empleo; un recorte del gasto público; caída del peso frente al dólar; el desplome del precio del petróleo, y una débil expectativa de la inflación, por lo que los medios de comunicación reflejan y recogen un discurso de crisis económica e incertidumbre.
Como era lógico después del anuncio del recorte al gasto público, la expectativa original de crecimiento para 2015 se ha reducido. Primero por el propio Banco de México (Banxico): de 3.0 a 4.0 por ciento pasó a un rango de 2.5 a 3.5 puntos porcentuales.
Para los especialistas de la encuesta anual de Banxico del pasado mes de febrero el crecimiento económico bajó a 3.08 por ciento, y todavía pueden disminuir más estas proyecciones.
La Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) hará sus ajustes en las cifras cuando el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) publique los datos del Producto Interno Bruto (PIB) correspondientes al primer trimestre de 2015.
Durante el gobierno de Enrique Peña Nieto el crecimiento del PIB es de apenas 1.8 por ciento en promedio, y durante los últimos 10 años (2005-2014) su promedio de crecimiento apenas alcanza 2.5 puntos porcentuales, insuficiente para mejorar la calidad de vida de la población o generar los empleos requeridos.
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Para empezar, esas tasas de crecimiento económico son inferiores a las que registra la inflación, que son de 4.08 puntos, aunque para la primera quincena de febrero –y de acuerdo con datos del Inegi– los precios de las frutas y verduras crecieron 6.19 por ciento. Por lo consiguiente no hay recuperación del poder adquisitivo, el bolsillo y el consumo se afectan negativamente.
Conforme al Índice de Confianza del Consumidor de febrero de 2015, elaborado por el Inegi, en ese mes se reportó una disminución de este indicador respecto a enero pasado, es decir, hay menor consumo y un mercado interno deprimido.
En las respuestas a la variable “¿cómo considera usted que será la condición económica del país dentro de 12 meses, respecto a la actual situación?” también se aprecia un importante retroceso al pasar de 92.2 a 86.9. La percepción de crisis está presente.
Respecto al empleo, el secretario del Trabajo y Previsión Social, Alfonso Navarrete Prida, declaró que en 2015 se dejarían de crear 250 mil empleos, pero pueden ser muchos más. En realidad es una previsión muy conservadora. El recorte del gasto es de alto impacto.
Basta revisar las expectativas empresariales que recoge el Inegi. En el reporte de febrero pasado el Índice de Confianza Empresarial (ICE) bajó tanto en el comercio, como en la construcción y las manufacturas.
Además en el indicador de pedidos manufactureros del mismo mes los niveles esperados de personal ocupado son menores a los reportados en enero de este año y de 2014, a pesar de que en la situación actual las exportaciones manufactureras son la única fuente de crecimiento económico.
Como es sabido, la disminución del gasto público para 2016 guarda una estrecha relación con el desplome del precio del petróleo y la reducción en las exportaciones de este producto, ya que las finanzas públicas tienen una alta dependencia de los ingresos petroleros.
Tal situación también repercute en los ingresos de dólares al país, debilitando aún más la paridad del precio del peso frente a la divisa estadounidense.
Aunque no está por demás aclarar que ese anuncio de menor gasto para 2016 ya lo había hecho la SHCP cuando avisó del recorte, si el titular de la dependencia, Luis Videgaray, lo enfatizó y transparentó en Gran Bretaña fue para dar certeza a los inversionistas extranjeros al dejarles en claro que no se incurrirá en mayor endeudamiento, pero la promesa de no aumentar impuestos puede estar en tela de juicio.
Sin duda, el factor que agudiza la percepción de crisis es el precio del dólar. El pasado viernes 6 de marzo la divisa alcanzó los 15.80 pesos, un repunte mayor que el de marzo de 2009, en plena crisis; entonces el dólar se cotizó en 15.69 pesos.
En la presente administración la devaluación de la moneda nacional alcanza ya 19.4 por ciento, una quinta parte de su valor.
Pese a que Banxico le inyectó a la economía 200 millones dólares mediante una subasta que permita regular el mercado cambiario, un mercado volátil ante la expectativa de la salida de capitales por el inminente aumento de las tasas de interés en la Reserva Federal de Estados Unidos, en esa posibilidad los inversionistas prefieren invertir en dólares y en esa misma medida se fortalece esa moneda y el peso se deprecia, es factible una fuga importante de capitales “golondrinos”.
Apenas estamos en marzo y ya se avizora un panorama complejo para 2016 y lo que resta del año, tanto en lo económico, como en la crisis de legitimidad y credibilidad por la que atraviesa el país.
En lo inmediato, la pregunta obligada es: ¿Cómo y cuánto afectará este clima de crisis económica e incertidumbre social a las opciones de voto de la ciudadanía en las elecciones intermedias de junio próximo?
Twitter: @ramonaponce
*Economista especializada en temas de género.
Cimacnoticias | México, DF.-
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