Por: Cecilia Lavalle*
Con mi solidaridad para Carmen Aristegui
No es una buena noticia. El despido de Carmen Aristegui no es una buena
noticia. No lo es para la sociedad mexicana. “El horno no está para
bollos”, diría mi abuela. Pero todo indica que los cocineros no se dan
cuenta de eso, o suponen que con controlar el horno se controla todo.
Hace tiempo que mi país me duele. Me preocupa, me indigna, me molesta;
pero sobre todo me duele. Hace algunos años que lo oigo romperse,
desmoronarse, deshacerse a girones.
Pero en el tiempo reciente, lo que más me preocupa y me duele es la
indolencia de las autoridades. Todo indica que las más altas
autoridades de nuestro país no leen correctamente todos los signos
alarmantes que buena parte de la sociedad mexicana percibe y denuncia
en los medios a su alcance.
Hay muchas libertades que deben ser sagradas en una democracia que se
precie de serlo. Una de ellas es la libertad de expresión, sin la cual
todas las demás quedan disminuidas porque no hay contrapesos al poder.
Cuando en la mayoría de los medios predomina un discurso único, una
verdad única, cuando no hay pluralidad de voces, no hay reflexiones
críticas, no hay miradas distintas a la del poder, estamos sin lugar a
dudas ante un sistema autoritario por mucho que pretenda vestirse de
demócrata.
Y hace rato que los signos son alarmantes. Las desapariciones y
asesinatos de periodistas, que hicieron que México fuera considerado un
país de enorme riesgo para ejercer el oficio, por encima de naciones en
guerra, prendían signos de alarma ineludibles que se pasaron por alto,
se menospreciaron, se ignoraron.
La escasez de voces críticas representó otro signo de alarma. Cuando
muy pocas voces se destacan entre el coro de halagos, algo no está bien.
Y eso pasó con Carmen Aristegui. De pronto comenzó a destacarse. No
sólo porque ella y su equipo hacen un buen periodismo. Sino porque lo
que abundaba era un coro de halagos o de tibios silencios.
Las voces críticas de Denisse Dresser, Sergio Aguayo y Lorenzo Meyer
cada lunes en su espacio matutino de noticias contribuían a la
reflexión crítica, y se destacaban, de nuevo, entre el coro.
Por eso es que el despido de MVS de Carmen Aristegui y de parte de su
equipo, casualmente el que llevó cabo las investigaciones de la casa a
nombre de la esposa del presidente, es una pésima noticia para nuestra
sociedad.
“No tenemos derecho a la claudicación, a aceptar lo que parece ser, ya
no un aroma, sino un vendaval autoritario de regresiones”, afirmó
Carmen el lunes por la mañana.
Y dijo más: “Hay un clima en México sumamente preocupante. Y este
panorama no lo podemos aceptar. Los ejes fundamentales de la existencia
de los medios y de los periodistas se tienen que reforzar. Esta es una
batalla por nuestra libertad”.
Ni más ni menos.
Apreciaría sus comentarios: cecilialavalle@hotmail.com.
*Periodista y feminista en Quintana Roo, México, e integrante de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género.
Foto retomada del sitio oaxacadiaadia.com
Cimacnoticias | México, DF.-
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