3/17/2015

Carmen y los dos Méxicos


Mario Campos


Hay dos Méxicos en conflicto. Uno, el que cree que en el país no cambió nada desde el año 2000 y que se puede ejercer el poder igual que antes de la alternancia. El otro, el que piensa que ya no se puede gobernar igual.
Ambos Méxicos se enfrentan todo el tiempo y en diversos escenarios. Lo hicieron, por ejemplo, con la ley de combate a la corrupción. Mientras el primero quería que el nuevo sistema estuviera presidido por el propio Presidente, el segundo quería darle autonomía real. Al final el segundo ganó... hasta ahora, pues el tema llegó al Senado en donde no tienen prisa alguna por darle vida.
Otro enfrentamiento lo vimos en torno a la Suprema Corte, en donde el presidente Peña Nieto no vio problema alguno en enviar como su propuesta a una persona acusada de llevar casos en los que la legalidad no fue respetada. En respuesta más de 50 mil mexicanos —algo histórico tratándose de un tema así— dieron su firma para decir que no estaban de acuerdo. Al final el poder no sólo determinó mantener su decisión, sino que no fue para dar una sola explicación a los críticos de la medida.

Y así podríamos seguir hasta llegar al caso más reciente, la salida de Carmen Aristegui del aire, que al menos para la prensa internacional no se puede entender sin destacar que hace apenas unos meses la periodista y su equipo dieron el mayor golpe al gobierno al dar a conocer que la esposa del Presidente tenía una casa que estaba a nombre de un proveedor de la actual administración, lo que en cualquier parte del mundo muestra un evidente conflicto de interés.
Algunos creen que el primer México regresó para restaurar su poder, para someter a la crítica, y que llegó para quedarse por muchos sexenios más. Otros piensan que el segundo es todo México, que la democracia es una aspiración compartida y que está claro que hay que cambiar al país. Percepción que no corresponde con las encuestas que muestran que cerca del 28 por ciento sigue apoyando al gobierno y su partido y que alrededor de un 10 por ciento simpatiza con su Lado B, que es el Partido Verde.
El México de los que quieren gobernar como antes tienen de su lado a muchos medios tradicionales, a la mayoría de la clase política (más allá de sus partidos) y sin duda gozan del poder para lograr sus objetivos; los segundos tienen como su principal activo a las redes sociales, a ciertos periodistas, a la prensa extranjera, algunos integrantes de la clase política y a muchas de las organizaciones de la sociedad civil.
¿Cómo terminará esta batalla? No está claro. Porque los primeros parecen convencidos de que no tienen la necesidad de ceder en nada a los segundos. En sus actos han mostrado muy pocas ganas de escuchar y todo indica que asumen que pueden seguir así, al menos, por lo que resta del sexenio.
Los segundos suponen que tienen la razón y que por eso habrán de ganar, pero aunque han mostrado que pueden hacer muy visibles sus demandas, la falta de victorias puede ir desmoralizando cada vez más su postura.
Quizá el desenlace de esta guerra se resuelva no por la actuación de unos y de otros, sino por el papel que terminen por jugar los que hoy no se asumen ni en uno ni en otro bando. Los que no están satisfechos con el estado de las cosas, pero sienten que bastante tienen con su propia vida como para involucrarse con los asuntos públicos.
Finalmente serán ellos, los que con su indiferencia o su participación terminen por inclinar la balanza y decidan cuál de las dos visiones de país habrá de triunfar en los próximos años. Para bien o para mal ya vendrán nuevos conflictos en los que tendrán que elegir cómo quieren jugar. Ya veremos qué deciden.

Politólogo y periodista. @MarioCampos
Facebook: MarioCamposCortes

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