Para Carmen Aristegui, con solidaridad y un abrazo.
lasillarota.com
De
desproporcionada e inédita calificó el ombudsman de MVS, Gabriel Sosa
Plata, la campaña que emprendió esa empresa en contra de Carmen
Aristegui por haber incluido en el proyecto Mexicoleaks la marca de
MVS, un diferendo de ese tipo que pudo haberse resuelto con las
aclaraciones y disculpas pertinentes entre las partes, terminó
ventilándose en los medios y escaló a un conflicto mayor que originó
una inmediata y crispada respuesta de la audiencia de la primera
emisión de noticias.
No voy a detenerme en los detalles de los hechos que ya han sido
suficientemente cubiertos por diversos medios de comunicación, este
episodio como en el 2011, cuando igualmente surgió un diferendo por la
pregunta de la periodista sobre el supuesto alcoholismo del ex
presidente Felipe Calderón, nos lleva a los problemas de fondo que
tenemos en nuestro país sobre la libertad de expresión.
Sin duda que Carmen Aristegui es una periodista crítica, aguda que
incomoda al poder, los casos que dieron a conocer con su Equipo de
Investigación sobre la Casa Blanca y la red de prostitución de
Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, ex dirigente priísta en el Distrito
Federal, cimbraron al presidente Peña Nieto y al partido político en el
poder, la amplia cobertura del caso de Ayotzinapa con los jóvenes
desaparecidos y de la violación de derechos humanos de los militares en
Tlatlaya, entre otros temas, hacen a esa periodista y a su equipo el
único espacio, a nivel nacional en la radio y la televisión
restringida, que permanentemente increpan al poder y sus abusos.
Por eso es uno de los noticieros más escuchados en el país y cuenta
con una amplia credibilidad, puede que a muchos les guste o no su forma
de hacer periodismo, pero sin lugar a dudas es el espacio principal
donde se pueden escuchar las voces y perspectivas de numerosos
movimientos y actores sociales, que no tienen cabida en la mayor parte
del resto de los medios que monótonamente repiten el discurso oficial,
que se alinean dócilmente a los designios del gobierno actual.
Las medidas tomadas por la empresa al despedir injustamente a Daniel
Lizárraga e Irving Huerta, los dos reporteros de la Unidad de
Investigación encargados de los reportajes que movieron al poder
presidencial, sin mayor explicación que la “pérdida de confianza” y la
emisión e imposición de Lineamientos para la información noticiosa y
los conductores, que claramente limitan la libertad editorial con la
que trabajaban Carmen y su equipo, no pueden verse más que como medidas
para tomar control de ese espacio por parte de la empresa, los otros ya
los tiene controlados, lo que es inaceptable para una periodista
independiente, lo que generó las condiciones ideales para su salida,
que no es otra cosa que censura.
¿Por qué esa reacción desmedida por parte de MVS de los Vargas?
Ellos ya han pagado suficientes costos políticos ante las presiones por
parte de diferentes gobiernos y las dos principales televisoras
comerciales del país, así como los monetarios, baste recordar algunos
hechos como el diferendo de la banda del 2.5 con Calderón, los embates
jurídicos por su alianza con Telmex y Dish, los obstáculos para
impedirles entrar a la televisión abierta, entre otros, por el sólo
hecho de darle cabida a una periodista que a los poderes fácticos y
políticos molesta.
¿Por qué pagar ahora el gran costo social que tendrá ante la opinión
pública, ante su audiencia, que es la base de su éxito? En menos de dos
días se juntaron más de 100 mil firmas apoyando a la periodista, en las
redes sociales el hashtag #EnDefensaDeAristegui se convirtió
rápidamente en Trending Topic, hubo el mismo viernes 13 de
marzo una manifestación en las afueras de la estación para exigir que
no se le despida y una más el lunes 16 ante la noticia que se dio a
conocer el domingo 15 de que la empresa despedía a la periodista.
Si la razón es solamente el enojo de los dueños por el uso de su
marca, el pago de la factura parece muy alta para corresponder a eso,
si la razón, como muchos manifiestan, son las presiones que está
haciendo el gobierno de Peña Nieto, que tiene como vocero precisamente
a Eduardo Sánchez ex colaborador de MVS, estaríamos ante una gravísima
censura propia de una dictadura, de un autoritarismo que pone en vilo
nuestra frágil democracia.
Porque hay que decirlo claro, después de este espacio mediático no
parece posible que Carmen pueda estar en otro, puesto que el reducido
grupo de los dueños de los medios electrónicos, el oligopolio
radiofónico y hasta ahora el duopolio televisivo, tienen la capacidad
de cartelizarse para vetar en grupo a periodistas independientes,
incómodos; los medios públicos nacionales siguen la odiosa veta
oficialista, por lo que no se atreven a tocar ni con el pétalo de una
crítica al gobierno, y no parece que las nuevas cadenas nacionales de
televisión digital vayan a hacerlo por los perfiles históricos de sus
nuevos dueños, alineados al discurso oficial en turno.
Ese es el grave problema que deriva de la exagerada concentración
mediática mexicana. Recientemente el Secretario General de la OEA, José
Miguel Insulza, afirmó públicamente que "el Estado no es la única
fuente de restricciones a la libertad de expresión pues también lo es,
y de manera muy determinante, la concentración de la propiedad de los
medios… lo que por cierto no contribuye a la efectiva vigencia de la
libertad de expresión y de la democracia, que implica siempre
pluralismo y diversidad".
La salida de Carmen de MVS, nos vuelve a poner en la cara, el
problema estructural de la afectación de la concentración mediática a
la libertad de expresión y el debate democrático, pero aún más, de ser
cierta la presión gubernamental, ante lo que estamos es ante un
perverso montaje al que se ofrece una empresa y que es una regresión
autoritaria mayor que indica la pérdida de nuestras libertades.
En este caso no solamente pierden los periodistas y la empresa, sino
la sociedad en su conjunto, por eso la reacción agraviada de sus
audiencias, porque saben las consecuencias.
@callejag
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