Jazz
Armando Núñez, Mandis
Antonio Malacara
Aunque el exceso de academia puede llegar a enmohecer (e incluso hasta oxidar) tu discurso en el jazz, resulta innegable que unas buenas dosis de pizarrón, libros y teoría agilizarán tu capacidad instrumental y tu comprensión del lenguaje. No hay vuelta de hoja.
Oficialmente, la licenciatura en jazz sólo ha sido instituida en la Universidad Veracruzana, la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas y la Escuela Superior de Música del Instituto Nacional de Bellas Artes. No obstante, el jazz se estudia intensa y formalmente en diferentes institutos, conservatorios y universidades de todo el país.
Entre estos centros alternativos, podríamos destacar el trabajo de Juan Alzate en el Conservatorio de las Rosas, en Michoacán; el de Carmen Fuerte, en el Conservatorio del estado de México; el de Samuel Martínez, en el Centro de las Artes de San Luis Potosí, y el de Samuel Piña, en la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco.
Pero hablando específicamente de la pedagogía alrededor del jazz y la improvisación en las universidades de la frontera norte, los acentos recaen directamente en Ernesto Rosas (Baja California), Arturo Ávila (Nuevo León), Óscar Mayoral (Sonora), Evaristo Aguilar (Tamaulipas) y Mandis (Chihuahua).
Mandis, mejor conocido en los bajos mundos del SAT como Armando Núñez Portillo, concluyó su maestría en estudios de jazz en la Universidad del Norte de Texas en 2005 y regresó a su natal Chihuahua para rescatar a la ciudad de su marasmo musical; primero con sus diferentes bandas de jazz y poco después como catedrático y director del Conservatorio de Música de Chihuahua (tres años enseñando y otros cinco enseñando y dirigiendo).
En 2011 creó el Festival Internacional de Jazz y actualmente trabaja como profesor en la Universidad Autónoma de Chihuahua. Platicamos con él.
“En la Facultad de Artes de la universidad empezamos con una reforma al plan de estudios –nos dice el maestro–. Fue una reforma en varias áreas, pero me enfoqué en la integración de una cantidad de materias específicas de jazz, como apuntando a una licenciatura. Y el interés en esto ha ido creciendo; se nota en la cantidad de gente que se inscribe y que llega directo a querer estudiar jazz. Antes, mucho de la matrícula se iba al área de la música clásica o había chavos que se interesaban en el rock.”
–¿Entonces, ya se estudia jazz en la Universidad de Chihuahua?
–Sí, pero aún no tienen el nombre de licenciatura en jazz. Aquí hay una sola licenciatura que se llama licenciatura en música, pero existen materias como improvisación, composición y arreglo, historia y apreciación, teoría, ensambles, instrumento. Son básicamente todas las materias que tienes en una licenciatura en jazz, y que cubren desde el primer semestre hasta el último.
Un alumno entra y lleva unas materias de tronco común, que es la táctica normal en todas las escuelas; las clases de solfeo, historia de la música clásica, y el que tiene interés en el jazz puede optar por este otro paquete y escoge su instrumento principal entre la guitarra, el sax o la batería. Todavía no tenemos maestro de piano en jazz.
A partir de 2015, los estudios especializados en jazz son una alternativa en la Facultad de Artes, y con una matrícula de más de 50 alumnos, la primera generación se titulará en 2020 en estudios profesionales de jazz, aunque su título diga licenciado en música.
“Hay mucho interés –continúa el maestro–; buen porcentaje de los chavos que se inscriben quiere esto; estamos empezando a pugnar para que se separe y se cree la licenciatura en estudios de jazz. Queremos unirnos a esta cortísima lista de universidades en México que tienen esta licenciatura.”
Le preguntamos también por el Festival Internacional de Jazz, que organizaban entre él y Heriberto Ramírez, director editorial de la universidad, y que fue cancelado desde hace dos años.
En los primeros cinco vinieron jazzistas de primer nivel y siempre teníamos talleres durante el festival; y eso revolvió mucho las aguas por aquí. Porque en el estado hay mucho roquero más bien, roqueros y rancheros, y como que con los festivales algo de eso cambió. Teníamos teatros llenos todos los días, y llegaban multitudes a los conciertos al aire libre. Pero llegó un cambio de administración y le dieron en la torre. Lamento que ahora estemos en esta sequía, esperando a ver a qué horas la gente de la Secretaría de Cultura voltea de nuevo para acá.
Concepción Landa, la nueva secretaria de Cultura de Chihuahua, se ha percatado del gusto y la propensión del público chihuahuense hacia el jazz, y todo parece indicar que para el año entrante les regresará esta fiesta de la síncopa y la improvisación. Ojalá.
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