2/18/2018

Jazz Doctor jazz, de Alfredo Landa


Antonio Malacara

El nuevo disco de Alfredo Landa, Doctor Jazz, nos sorprende y seduce al instante por su espesura, por la instrumentación, por el concepto, por caminar en riesgo en estos tiempos tan ciertos, cuando buena parte la oferta jazzística prefiere aparecer en ropajes un poco más tersos y amables (ropajes estos que, por supuesto, no les resta ni calidad ni autenticidad, sólo los vuelve más corteses y afables).
Pero en esta ocasión Doctor Jazz prefiere ser y aparecer denso, espeso, rampante; tal vez con dos excepciones: Princesa colibrí, construida prudentemente con ecos huapangueros, y Ave, pieza profunda y reflexiva con cuarteto de cuerdas (cortesía de Arturo Ramírez) y la voz discreta, breve y definitiva de Dulce Chiang. Todo lo demás es un despliegue de fuerza y provocación que se acentúa en los lances de Plan C, Plan B y Gog, donde los recurrentes efectos y trazos abstractos podrían destruir los castos oídos de cualquier seguidor de Kenny G.
Aunque ya puestos a escoger, mi subconsciente y yo nos quedaríamos con el ritual festivo de Chac, con las extensiones armónicas de Luna, y finalmente con Gog, Plan C y Lady Vanessa, tres piezas con tenues y reminiscentes ecos de Frank Zappa, aunque el sax tenor de Abdiel Rodríguez, El Ewi; el sax alto de Jako González, y el desarrollo pianístico de Arturo Ramírez les imprime el inevitable color del siglo XXI. La batería de Mauricio Blass, siempre sólida y siempre yendo más allá del mero soporte rítmico.
Alfredo Landa (Ciudad de México, 1953) es el líder convocante, compositor y estratega de todo este rollo; es uno de los mejores bajistas en estas tierras y es un buen stickista (stickero, stickante, stickeador). Su solvencia como instrumentista puede palparse en todo momento y en cualquiera de estos tracks con sólidos asomos de brillantez en temas como y Lady Vanessa.
El maestro se inició en los terrenos del rock, incursionó también en el consabido show business acompañando a algunos cantantes, y, en 1990, después de probar de aquí, de allá y de todos modos, forma su agrupación, Jazztlán, que de inmediato se convirtió en una banda emblemática del jazz fusión en México, con evidentes tintes de sus años rocanroleros, fuertes dosis de las nuevas y pesadas corrientes jazzísticas y algunos trazos mexicanistas que sorprendían a propios e impropios.
En Jazztlán circularon músicos de primer nivel, los fundadores fueron el pianista Daniel Wong y el maestro Landa, pero por ahí pasaron figuras de la talla de Alberto Medina, Juan Ramos, Joe d’Etienne, Arturo Ramírez y dos son los discos que dan testimonio de su existencia: Jazztlán (1999) y Vidas diferentes (2005).
Comento a Alfredo que tengo un disco suyo como solista de 2014, Medusas. “Eso fue hace años –responde él–; de hecho lo saqué primero como caset, porque no tenía dinero para el compacto. Pero después, en la subdirección de Música de la Universidad Nacional Autónoma de México me dijeron que Medusas parecían los divertimentos de no sé quién y me ayudaron a sacarlo en cedé, ya remasterizado”.
–¿En qué año salió el caset? –pregunto. –Por… por 2006, yo creo. Lo hice en cuatro tracks, yo solo, con el bajo haciendo todo: bajo bajeando, bajo acompañando y bajo soleando, y haciendo melodías con distorsionador y etcétera. Fue un experimento con ideas que se me ocurren de repente.
–No he visto mucho movimiento con el nuevo disco Doctor jazz. ¿A qué se debe? Y contesta: El disco salió dos semanas después del sismo de septiembre y yo ya tenía varias presentaciones acordadas, pero todo se canceló, todo se me cayó, y así fue el resto del año. Entonces decidí que me iba a esperar, que me la iba a llevar leve.
El disco Doctor jazz se encuentra a la venta en formatos físico y digital, sólo hay que asomarse a alfredolanda-doctorjazz.blogspot.mx o a doctorjazz@live.com.mx. Salud.

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