por Araceli Damián
Por Araceli Damián
La política económica impuesta por los tecnócratas neoliberales del
PRI y reforzada por los gobiernos derechistas del PAN, no logró mejorar,
ni siquiera mantener, las condiciones de vida de los trabajadores y sus
familias.
En lo que va del Siglo XXI ha habido un retroceso en los derechos laborales y las condiciones de empleo
y México ha perdido terreno frente a otros países. Así, mientras que en
China el salario promedio en la industria manufacturera se triplicó
entre 2005 y 2016, hasta alcanzar 3.6 dólares la hora (1), en nuestro
país este indicador se contrajo de 2.2 a 2.1 dólares la hora.
El desempeño de México en materia salarial también fue negativo al
compararlo con el de otros países latinoamericanos. Según el Panorama
Laboral 2017, de la Organización Internacional del Trabajo, los salarios promedio en México se contrajeron 12%, entre 2005 y 2016, mientras que en Chile y Brasil aumentaron 36%, en Argentina 45% y 54% en Uruguay (2).
Los candidatos de la derecha, José Antonio Meade, Ricardo Anaya,
Margarita Zavala y “El Bronco” representan la continuidad, por lo que,
de quedar alguno de ellos en la presidencia, continuará el deterioro en el empleo y los salarios.
El único candidato que tiene una propuesta concreta relacionada con las
oportunidades de empleo y salarios es Andrés Manuel López Obrador; a
través de un programa de capacitación en el empleo, en el que se
otorgarán 3 mil 600 pesos mensuales, por un año, a 2.6 millones de
jóvenes de 15 a 29 años de edad, que no estudian ni trabajan.
De resultar vencedor, la promesa del candidato es que el programa se
pondrá en marcha de inmediato, una vez que inicie el nuevo gobierno. Con
su propuesta se evitará que muchos jóvenes caigan en la desesperanza
por el desempleo, y se conviertan en presa fácil para el reclutamiento
del crimen organizado.
Esta propuesta es, sin embargo, insuficiente, pues el problema no
sólo afecta a los jóvenes. El reto en materia de empleo y salario es
descomunal. Se requieren generar de manera inmediata alrededor de 7.5 millones de empleos,
que de acuerdo con la ENOE (Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo,
cuarto trimestre, 2017), es el monto de población de 14 años y más que
se declaró desocupada o disponible para trabajar, si se le ofreciera un
empleo.
Si se impone la continuidad, con el modelo imperante se generarán, a
lo mucho, un millón de empleos precarios al año, como ha venido
sucediendo. Si la propuesta de AMLO funcionara bien y rápido, se
reduciría en un tercio el rezago de empleo de manera inmediata.
Por otra parte, se necesita promover la formalización del
empleo, ya que predomina la informalidad, largas jornadas laborales,
bajos salarios y sin seguridad social. La ENOE
reporta que dos terceras partes de los ocupados (33 millones) carecen
de servicios de salud como prestación laboral. Es inadmisible que una
buena parte de ellos, 13.3 millones, esté compuesta por trabajadores
subordinados y remunerados que no cuentan con la prestación, lo que
significa que el Estado mexicano, bajo los gobiernos priístas-panistas,
ha sido permisivo en la materia, haciéndose cómplice de empleadores que
violan sistemáticamente la Ley Federal del Trabajo y el Art. 123
constitucional.
Se necesita un programa de formalización del empleo que se debe
apoyar en premiso y castigos: estímulos fiscales y otorgamiento de
contratos públicos, beneficiando a empresas que garanticen los derechos
establecidos por Ley, y multas y clausuras para quienes la violen.
También se podría crear una defensoría de los derechos laborales,
con características similares a la Comisión Nacional de Derechos
Humanos, lo que permitiría tener un órgano autónomo del gobierno federal
y del poder judicial, con atribuciones para investigar y emitir
recomendaciones vinculatorias en materia de derechos laborales.
Uno de los derechos que se violan de manera sistemática es el límite máximo de la jornada laboral, que según
la Constitución no puede ser mayor de 48 horas a la semana, no
obstante, casi una tercera parte de los trabajadores subordinados y
remunerados labora más de ese número de horas a la semana, según la ENOE.
Finalmente, en lo que respecta a los bajos salarios, tenemos que el
mínimo ha acumulado una pérdida de 66% con respecto a 1970, cuando
valían el equivalente a 260 pesos (de 2018) por día (3). Por años se
argumentó que una de las dificultades para los aumentos al mínimo era
que se utilizaba como medida de actualización de cuotas, multas y otras
contribuciones. No obstante, a pesar de la aprobación de la reforma para
la desindexación del salario mínimo, el gobierno y los partidos
mayoritarios (PRI, PAN y anexos) han obstaculizado su recuperación.
Ningún candidato, excepto AMLO, ha realizado una propuesta concreta.
López Obrador se ha comprometido a duplicar, en términos reales, el
salario mínimo, para llegar a 176 pesos al final de su sexenio. Si bien
este incremento no recupera todo lo perdido frente a su máximo histórico
(342 pesos en 1976), (4) sí ayudaría a mejorar las condiciones de vida
de un sector importante de la población.
La pobreza y la precariedad laboral son parte intrínseca del modelito
neoliberal, y podemos estar seguros que con los candidatos de la
derecha prianista (incluyendo a Zavala y “El Bronco”), en materia de
empleo y salarios, nada cambiará. De realizarse las propuestas de López
Obrador, tendremos un estimado de los millones de trabajadores y sus
familias que saldrán beneficiados.
1.-
https://www.cronista.com/financialtimes/Los-salarios- en-China-
superan-a- los-de- Brasil-Argentina-y-Mexico- 20170228-0016.html
2.- https://www.reforma.com/aplicacioneslibre/articulo/default.aspx?id=1282638&md5=8e741cbb1ec53
7a6d76801e87647bc3b&ta=0dfdbac11765226904c16cb9ad1b2efe
3.- Lo anterior sin considerar que en
1976 el salario mínimo alcanzó un valor equivalente al día de hoy de 342
pesos http://www.mexicomaxico.org/Voto/SalMinInf.htm
4.- Ibíd.
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