En la edición 2163,
actualmente en circulación, Álvaro Delgado dio cuenta de los ingresos y
beneficios que, conforme a información pública, tienen los
expresidentes de México y –retomando datos del libro “Cuánto cuesta a
los mexicanos mantener a los expresidentes”, de Hilda Nucci y Ernesto
Villanueva– acredita que México es el país con mejores prestaciones para
un exmandatario de entre 21 naciones analizadas.
La cifra de 205 mil pesos, correspondía hasta 2017 a lo que percibía
un secretario de Estado, apenas cuatro mil pesos menos que el presidente
en funciones, Enrique Peña Nieto, que para el ejercicio fiscal 2018,
contempló en su proyecto de presupuesto, aumentar la percepción para él y
los suyos.
Eran los días de la incertidumbre, de la liberación del precio de
gasolina y las condiciones adversas en la relación con Estados Unidos,
dada la posición nacionalista asumida por Donald Trump, que disparó el
dólar a más de 21 pesos, cuando en su mensaje de Año Nuevo y la
tristemente célebre declaración sobre el agotamiento de “la gallina de
los huevos de oro”, el 5 de enero de 2017, Peña Nieto prometió bajarse
el salario, junto con todos los mandos superiores del gobierno, un 10%.
Pero ni eso cumplió.
De hecho, cuando en noviembre se presumió con ahínco que se había
conseguido un incremento histórico al salario mínimo, se anunció con
días de diferencia el aumento salarial para el presidente Peña Nieto y
sus altos funcionarios. No se sabe si ese incremento salarial alcanzó a
los expresidentes que cobran pensión vitalicia.
Los incrementos salariales que se ha procurado Peña Nieto, permiten
un comparativo, por inmoral, escandaloso: él ha conseguido aumentar su
percepción en alrededor de 12 mil pesos mensuales que es más o menos la
misma cantidad que gana en promedio una familia mexicana, de acuerdo a
la Organización para la Cooperación y del Desarrollo Económico (OCDE).
Un insulto a la desgracia: en las cifras desagregadas de acuerdo con
el INEGI en 2017, es posible advertir que, hasta el año pasado, había
siete millones 577 mil personas que este año ganan dos mil 650 pesos
mensuales; hay 14 millones 119 mil personas que se ubican entre esa
cantidad y los cinco mil 300 pesos mensuales. Podríamos seguir.
La opulencia y el despilfarro es patente en muchos aspectos, pero
volviendo al caso de los expresidentes, hay información que
desconocemos. Y es que, si se tomara en cuenta lo que ganan sería
imposible que pudieran mantener el tren de vida que llevan y aquello no
declarado que poseen… por ejemplo, obras de arte.
¿Cómo puede un expresidente como Salinas tener la mansión que ocupa
en la Ciudad de México y haberse mantenido varios años viviendo en el
extranjero? ¿Cómo puede Felipe Calderón llevar una vida lúdica, de
eventos vip y viajes internacionales, mientras mantiene a sus hijos en
universidades privadas y postula a su esposa, desempleada desde hace
tiempo, a la Presidencia? ¿Cómo es que la historia del niño pobre que
llegó a presidente, terminó en participaciones accionarias de grandes
empresas como en el caso de Ernesto Zedillo y descendientes? y ¿cómo se
sostiene el Centro Fox?
Las pensiones son la evidencia oficial del exceso. La vida de lujos patenta su corrupción.
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