De aprobarse, habrá tarifas de luz más bajas
Entre protestas, AMLO insiste en consulta sobre termoeléctrica
Si no se echa a andar representará pérdidas por $4 mil millones al año, dice
Cuautla, Mor., En medio de un incesante coro ¡agua sí, termo no!, en repudio a la termoeléctrica de Huexca, el presidente Andrés Manuel López Obrador ratificó que la operación de la planta será decisión de las comunidades. Aunque haya gritos y sombrerazos, va a ser el pueblo el que decida. Casi clamó no ser confundido con los otros, para apuntalar su decisión de consultar el 23 y 24 de febrero: ¡Yo no soy corrupto ni autoritario!
Como ofreció hace unas semanas, el Presidente volvió a Morelos, donde la comunidad está muy dividida, para plantearles su propuesta a partir de las certezas, dijo, que le dió la Comisión Nacional del Agua (Conagua) sobre el efecto de operar la termoeléctrica en Huexca. Ni escasez ni contaminación, fue la respuesta técnica que hizo extensiva a la población en medio del rechazo de una parte de la multitud congregada para escuchar su plan.
Hubo consignas y pancartas, gritos y abucheos contra la planta de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), que no acallaron quienes simpatizan con el mandatario federal, al que ovacionaron. Era un encuentro incomodo –uno de los más complejos en lo que va de su administración– frente al cual el Presidente dobló la apuesta.
Nada de contaminar el agua
Venimos a decirles que en el caso de que se apruebe que empiece a operar la termoeléctrica, va a ser a partir de un certificado de la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), para que quede claro que no hay contaminación del agua, lanzó el jefe del Ejecutivo federal ante el beneplácito de un sector y el rechazo de otro.
Ofreció más en aras de convencerlos que ya se han invertido 25 mil millones de pesos en una planta que dotará a todo Morelos de electricidad. “¿Qué otra cosa? Decirles que como reparación del daño –concedió–, en el caso de que se apruebe que opere la termoeléctrica, el estado y los municipios de Tlaxcala y Puebla por donde pasa el gasoducto van a tener la tarifa eléctrica más baja”.
Para entonces, López Obrador ya había descrito los millonarios apoyos que se darán mediante diversos programas para impulsar a los sectores sociales, que concitaron el beneplácito general. No hizo mella entre los opositores –algunos de los cuales, al término del encuentro anunciaron que no participarán en la consulta–, e incesantemente corearon su rechazo.
¿Quién decide en la democracia? Ninguna persona por poderosa que sea, ningún grupo de interés creado. En la democracia es el pueblo el que decide. ¿O no queremos la democracia? ¿O nada más es discurso, demagogia? No, la democracia la necesitamos más cuando hay discrepancias, planteó.
En el balneario donde se realizó el encuentro había mantas de apoyo al mandatario, demandas para poner fin a la corrupción y otras que abiertamente reclamaban no continuar con la termoeléctrica, centro del conflicto.
Entuerto heredado
López Obrador asumió la complejidad del problema, al que consideró como todo “un entuerto heredado". En su enésima crítica al neoliberalismo, volvió a responsabilizarlo de la situación: nosotros no hubiésemos hecho lo que se hizo, porque nunca hemos cometido ninguna arbitrariedad. Y agregó que lo único que deseaba era “que todos actuemos con responsabilidad, que no digan ‘fue la decisión del Presidente’. Nooo, fue la decisión del pueblo, cualquiera que ésta sea”, al igual que con el nuevo aeropuerto, porque no puede haber dos varas para medir.
Informó que las próximas dos semanas serán de información a la comunidad. Vendrán funcionarios a explicar las ventajas y desventajas, así como los que se oponen puedan ir a las comunidades a informarles, pues “se va a respetar el derecho a disentir.
“Algunos dicen –agregó– que habrá manipulación, ¿pero cuándo va a haber manipulación si ya no es lo mismo? En este contexto reconoció que hay ambientalistas auténticos, pero también intereses creados”. Y volvió contra el neoliberalismo que provocó el debilitamiento de la CFE, para que ahora el gobierno tenga que comprarle a las empresas privadas la energía.
“¿Y qué les gustaría a esas empresas, radicales de izquierda? –que para mí no son más que conservadores–, si no se utiliza la termoeléctrica de una empresa de la nación, tendríamos que seguirle comprando la luz a las empresas extranjeras. ¿Saben cuánto se pierde al año si no opera esa planta?, ¡4 mil millones de pesos!”
Tras anunciar que respetará los procesos legales que se emprendan, exhortó a la comunidad a resolver esto lo más pronto posible.
Concluido el encuentro, los ánimos en favor y en contra permanecieron inalterados a la espera de la consulta en dos semanas. Hubo aplausos al Presidente, pero el coro no cesó: Agua sí, termo no.
Alonso Urrutia
Enviado
Periódico La Jornada
Lunes 11 de febrero de 2019, p. 3
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