Diez mujeres
que lograron salir de la trata con fines de explotación sexual relatan
ante los medios de comunicación su experiencia y defienden la abolición
de la prostitución
Madrid, 12 feb. 19. AmecoPress.- Diez
supervivientes de trata explican ante los medios de comunicación cómo
salieron de la explotación y su labor como activistas. Poner voz al
dolor se convierte en una forma de liberarse de él y de contribuir a que
otras mujeres puedan también romper las cadenas de la trata y la
explotación sexual. La rueda de prensa tuvo lugar durante la celebración
de la Conferencia mundial “Avances y retos de futuro en la lucha contra
la trata y la explotación sexual de mujeres y niñas. La construcción
del 5.2 Global Partnership”, organizada en Madrid por la Coalición
contra la Trata de Mujeres (CATW) en colaboración con la Comisión para
la Investigación de Malos Tratos a Mujeres (CIMTM).
Todas coinciden: Ni la prostitución es algo diferenciado de la trata, ni
puede ser considerada un trabajo. La primera en intervenir, Amelia
Tiganus, superviviente de trata e integrante de Feminicidio.net,
describe crudamente el “sistema prostitucional”, que “violenta a las
mujeres y que incluye a los Estados”: En nuestras carreteras hay “campos
de concentración”, no bares ni clubes, donde se lucran los
“proxenetas”, que no son “empresarios”, a donde acuden los “eternos
invisibilizados”, los “puteros”, nuestros maridos, amigos, padres,
policías, empresarios, políticos, que en el prostíbulo “se convierten en
hermanos”. Y como engranaje, los cuerpos de ellas, las mujeres
prostituidas, cosificadas, vulnerabilizadas.
Todas coinciden: “el mayor arma de los explotadores es el silencio de
las mujeres prostituidas”. Un silencio que tiene causas: el miedo, la
pérdida de confianza en sí mismas, la vergüenza, la pobreza, la falta de
futuro. “Necesitamos una sociedad que nos abrace, que nos crea; que nos
mire a los ojos y aguante nuestro relato”.
La salida es más difícil que la entrada. “Recuperar tu ser, tu propio
cuerpo y volver a conectarte con tu esencia, la que han vaciado a
través de esta deshumanización y violencia”. Con relatos similares, pero
únicos, las supervivientes explican cómo, habiendo salido físicamente
hace años, décadas, de la trata y la explotación sexual, todavía
experimentan la influencia de psicológica del infierno en el que
vivieron.
“La realidad es que los cuerpos de las mujeres son objeto de
compra-venta para la explotación sexual. Ha llegado el momento de que
las supervivientes nos aliemos para poder hablar en nuestro nombre”,
explica Mickey Meji, superviviente sudafricana que durante nueve años
fue prostituida en las calles.
Las supervivientes que ofrecieron una rueda de prensa en Madrid son
ahora activistas abolicionistas de países como Sudáfrica, Filipinas,
Colombia, Rumanía, Reino Unido, EEUU o Irlanda. Reclaman leyes y
políticas que beneficien a las mujeres. Defienden el modelo nórdico que,
enfocado sobre aquel que compra servicios sexuales mientras apoya a las
mujeres, ha conseguido, según explican, “desalentar la demanda”. Además
de las normas y las medidas, estas mujeres apuestan por crear “lazos de
sororidad entre académicas, periodistas y supervivientes”.
“Nosotras ponemos nuestra cara y nuestro cuerpo ante un sistema que
nos violenta”. Aunque todavía las estadísticas oficiales de violencia
de género no las incluyen, lo cierto es que las matan. Según datos de
Feminicidio.net, desde el año 2010, se han cometido 42 feminicidios por
prostitución, principalmente asesinadas por sus clientes. “La vida de
las mujeres importa muy poco. La de las putas, menos. ¿Quién va a
reclamar el cuerpo de una mujer prostituta?”, cuestiona Ameclia Tiganus.
En su opinión, la prostitución “destruye” la vida de las víctimas y de
sus familias, pero también “cualquier oportunidad de alcanzar la
igualdad entre hombres y mujeres”.
Foto: AmecoPress
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Pie de foto: Rueda de prensa de las supervivientes
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