Fuentes: Colombia informa
16 jul, CI.- La pandemia de la Covid-19 ha provocado
muchas reflexiones sobre las estrategias de salida a la crisis. Mientras
que muchos abogan por un «retorno a la normalidad» y un regreso al
crecimiento sin cuestionar los puntos ciegos del sistema económico
dominante, ciertas perspectivas más radicales proponen salir del
«capitalismo patriarcal».
La teórica y feminista marxista Silvia
Federici compartió sus ideas sobre el actual momento en un seminario web correspondiente a
un proyecto de investigación sobre sociedades de postcrecimiento, adscrito al
Centro de Investigación sobre Innovaciones y Transformaciones Sociales de la
Escuela de Innovación Social Elisabeth-Bruyere de la Universidad de Saint Paul,
en Ottawa (Canadá). Colombia Informa publica una
traducción al español editada de este seminario* que exploró formas de construir una sociedad más allá del
crecimiento, del capitalismo, del colonialismo y del patriarcado.
Cartel de convocatoria al seminario web.
La reproducción social, los bienes comunes, la relación con el cuerpo y el
territorio fueron los diferentes temas abordados en este intercambio con una de
las intelectuales críticas más relevantes de nuestro tiempo.
Silvia Federici es profesora emérita de la
Universidad Hofstra en el Estado de Nueva York. Miembro fundador del Colectivo
Internacional Feminista en la década de 1970. Fue una de las activistas detrás
de la campaña Salario para el trabajo doméstico, que continúa
alimentando las luchas contemporáneas contra la invisibilización del trabajo de
las mujeres. Es autora de varios libros como Revolution at Point Zero, Tareas domésticas, reproducción y lucha feminista (2012), Calibán y la bruja (2014), Reencantar el mundo, Feminism and the
Politics of the Commons (2018), Le capitalisme
patriarcal (2019) y Beyond the Periphery of the Skin:
Rethinking, Remaking, and Reclaiming the Body in Contemporary Capitalism (2020).
Escuela de Innovación
Social: En sus últimos libros Reencantar el mundo y Más
allá de la periferia de la piel ha hablado del tema del
“postcapitalismo” bajo el lente de la visión de reproducción social. ¿Nos
podría compartir qué significa postcapitalismo?
Silvia Federici: Creo que es
importante poner en contexto la pregunta del tipo de transformación que
necesitamos. Ojalá la crisis actual, esta pandemia, sea una oportunidad
histórica, un momento fundamental de toma de conciencia. El sistema social
actual, de manera sistemática, devalúa la vida humana y devalúa toda forma de
vida en general. Nos lleva a un ciclo infinito de crisis. Esa crisis tiene una
dimensión global que está afectando todas las esferas de la vida. Ojalá sea un
punto de inflexión. Estamos en un punto que no permite el retorno a la
normalidad en la cual estábamos. Es un momento crítico para todo las personas
en este planeta. La Covid-19 ha puesto a la luz las crisis que ya estaban y eso
es muy importante. Ha hecho que sea visible y que sea inevitable ver una
cantidad de crisis que ya existían, incluyendo la crisis de la reproducción por
ejemplo.
El hecho de que, sistemáticamente, en los últimos 30 años el sistema
sanitario y de salud haya diferenciado poblaciones en distintos grados y en
distintas maneras, ha tenido un impacto diferente en muchas partes del mundo.
Pero en todas partes estamos ante unos sistemas totalmente desmantelados. Por
ejemplo, en Estados Unidos las comunidades racializadas y negras han sido
afectadas de manera desmedida por los impactos del desmantelamiento de la
salud. El sistema sanitario a nivel global ha sido privatizado.
Paralelamente, hemos presenciado un ataque sistemático al sistema agrícola
en los últimos 30 años con monocultivos y agroindustria que han ido en contra
de la producción de la comida (la cual es esencial para la reproducción de la
vida). La producción de la comida ha sido asimilada al mundo industrial con el
uso de químicos y de semillas modificadas genéticamente. Todo eso tiene un
impacto directo sobre nuestro sistema corporal, social, inmunitario. Incluso
tiene un impacto sobre nuestra capacidad de reproducirnos como especie. Es
importante porque tenemos que ver cómo esas crisis se conectan al trabajo.
Y esto nos permite entender la razón por la cual hay tanta gente
desempleada que está siendo remplazada por máquinas. Mientras que otros tienen
que trabajar más que nunca. Entonces, tenemos de un lado ese desempleo y del
otro esa obligación de trabajar más y más. Esta tendencia afecta,
especialmente, a las mujeres.
Las mujeres se quieren hoy emancipar a través del trabajo. Pero deben tener
dos o tres trabajos para poder tener algún tipo de autonomía económica.
Necesitan tener más de un empleo. Es una contradicción fundamental entre la
reproducción de la familia y el trabajo. Por eso vemos a los niños y a las
personas de la tercera edad en esta situación.
Pero, sin extenderme mucho en este punto porque pienso que muchos de los
elementos de esta crisis ustedes los conocen muy bien, ustedes saben que a
distintos grados hemos vivido estas consecuencias concretas. Entonces, ¿qué
está pasando hoy?
Estamos tomando conciencia de que nuestras vidas están en peligro. Hay una
necesidad de cambio estructural. Una necesidad de empezar un cambio social
desde la reconstrucción del proceso de reproducción social, ya que la misma
lógica del capitalismo está basada en devaluar la vida humana y subsumirla a la
acumulación del capital.
Este
sistema económico coloca la idea de crecimiento continuo como principio
de la explotación de la vida humana. Para realizar un cambio se debe
colocar la vida en el centro, lo cual es un lema importante para el
movimiento feminista. Poner el “buen vivir” en el centro. Estamos
hablando de una sociedad que permita a los individuos y a las
colectividades prosperar y que no estén esclavizadas de manera perpetua,
haciendo que la riqueza producida beneficie a todos y a todas.
Para eso todos los aspectos de las reproducciones se deben de transformar.
Empezando, claramente, con esas actividades centrales al desarrollo de nuestras
vidas: el trabajo doméstico, la crianza de los niños, el cuidado a las personas
que no son autosuficientes. Pero no es suficiente, debemos de repensar la
agricultura y alejarnos del modelo de agricultura actual, que es una producción
de la muerte. Si lo pensamos, reproduce carencias y muerte porque se basa en el
comercio y en el mercado. Solo beneficia a las personas que tienen los medios
para adquirir esta comida y, al mismo tiempo, la producción de esta comida está
contaminando el agua y acabando las semillas. Estos químicos están en la
tierra, están en el aire y están en nuestros cuerpos.
Cuando compramos comida, no sabemos si nos estamos nutriendo o si nos
estamos envenenando. Esta es la situación actual. Comprar comida hoy es un acto
de ansiedad. Tenemos que proyectarnos a una transformación fundamental y
cultural. Cultural en el sentido de que tenemos que tomar el camino hacia una
sociedad que llegue a acabar con esta desconfianza entre nosotros. Una
desconfianza que nos ha sido inculcada por todos los medios posibles. Tenemos
una relación negativa con el otro. Esta relación es el centro de nuestras
riquezas y de la sociedad, al igual que nuestra relación con los animales y con
la naturaleza. Esto debe cambiar y tenemos que poner fin al tratamiento
barbárico contra los animales.
En el Oeste de Estados Unidos, por ejemplo, son centenares de miles de
animales maltratados que morirán porque no hay en este momento suficiente
personal para procesar y venderlos en el mercado. A estos animales los van a
matar. Es una barbaridad, como toda la industria de la alimentación. Esta
industria se construye sobre el sufrimiento. En las fábricas hay hasta 5.000
puercos o pollos que se encuentran encerrados y son alimentados con
medicamentos y patógenos. Es un problema bastante grave.
Existe una conexión básica de lo que pasa a nivel ecológico (como la
contaminación de los mares) con la destrucción de la agricultura. Cabe resaltar
que esa transformación de la agricultura tiene que ver con el desplazamiento
forzado de millones de campesinos y campesinas. Olas gigantes de migración.
Esta gente no abandona sus tierras o países sin ningún motivo. La gente
abandona su país porque le toca, porque sus tierras han sido privatizadas y ese
es el motivo fundamental de las olas de migración mundial. Son cambios gigantes
y estructurales los que necesitamos plantear.
Uno de los momentos del seminario.
Debemos empezar a pensar en nuestro compromiso en dos niveles. Un nivel es
inmediato. Hay necesidades inmediatas que se deben resolver con la ayuda mutua.
Necesitamos proteger a la gente que está en peligro inmediato y que se
encuentra marginalizada por esta crisis. En el otro nivel, debemos pensar a
largo plazo porque una sociedad postcrecimiento, postcapitalista es una
sociedad en la cual tenemos que empezar a construir el proceso de producción y
reproducción en un sentido amplio. Desde la casa hasta la finca. Incluso hasta
la relación con la naturaleza y los animales. Eso supone un esfuerzo colectivo
muy fuerte.
Mi trabajo en los últimos años se ha enfocado de manera persistente en el
tema de las políticas de los comunes. Entendiendo a los comunes como un
principio cultural que se refiere a una sociedad en la cual colectivamente tenemos
acceso a los medios de nuestra reproducción. En donde colectivamente tomamos
decisiones sobre los medios de reproducción y podemos definir sobre los temas
más importantes de nuestras vidas. No siendo unos recipientes pasivos que se
encuentran alienados sobre decisiones que se toman arriba. Hemos visto y de
hecho tenemos una historia de más de 500 años de actividad del capitalismo que
nos dice que tenemos que comprometernos, no solamente como individuos sino como
un colectivo que tiene como propósito la reconstrucción del proceso de
reproducción social.
Debemos cambiar la relación con los recursos y con las riquezas que estamos
produciendo hacia nuestro buen vivir. Poner en el centro de esta colectividad
la reproducción. Tenemos que reconstruir la reproducción de una manera más
cooperativa sin que nos aisle a cada uno en casa.
Sería bueno decir algo sobre el tema de crecimiento que está muy conectado
al tema del consumismo. Existen muchas críticas a los individuos por ser
consumistas. Incluso gente pobre que no tiene muchos recursos y que van a
gastar lo poco que tienen en comprar cosas. Eso es consecuencia del
empobrecimiento que hemos sufrido. El consumismo es la respuesta a ese
empobrecimiento social. Las relaciones sociales son tan insatisfactorias que
nos hacen sentir como perdedores todos los días. Así es que estas necesidades
incumplidas se reflejan en el consumismo. Para sentir algún tipo de poder, se
nos ofrece tener la capacidad de comprar cosas.
Si pensamos en una sociedad donde nuestras relaciones sociales con el
conjunto de la sociedad fueran completas y nos llenaran, no tendríamos que
comprar cinco pares de pantalones para poder rellenar esa falta que sentimos en
nuestra relación con el mundo. La mercancía, la “commodity”, se vuelve la
manera de rellenar esa falta que sentimos. Eso tiene que ver con el
crecimiento, por eso es tan importante mencionarlo.
Se deben amplificar los procesos de reconstrucción de la sociedad junto con
nuestra capacidad de cooperación. Obviamente, ya hay muchas personas trabajando
y no es que estemos iniciando desde el punto cero. Hay movimientos muy
importantes que están trabajando en este momento. Lo que debemos de hacer es
conectar nuestras luchas y trabajar juntas. Eso es fundamental, porque esta
unión de luchas nos puede dar la capacidad de encontrar nuevas posibilidades
para hacer surgir las cosas que queremos.
No se puede afirmar que exista un solo modelo. Es importante citar a los
zapatistas: “un no y muchos sí”. Tenemos que tener mucha claridad colectiva en
qué es lo que no queremos ver en la sociedad que queremos construir. Una
sociedad que no queremos que destruya el planeta y que no sea injusta. Tenemos
que reconocer la existencia de muchas trayectorias históricas y muchas luchas.
El Buen Vivir, por ejemplo como lo dicen en América Latina, se puede
actualizar de muchas maneras distintas en cada territorio. Ese es el trabajo
más creativo. Ver cómo estas luchas y cómo esta reconstrucción colectiva es un
trabajo creativo que incluye esa diversidad.
Si no queremos condenar a los niños a un futuro terrible, tenemos que poner
atención en lo que está pasando ahora con esta pandemia. Es un signo de alarma
que debemos escuchar y tenemos que transformar esta situación con una premisa
importante: los que van a determinar la salida de esta pandemia no pueden ser
los que nos llevaron a la destrucción de este planeta. No podemos encargarlos a
ellos de encontrar las soluciones. Nosotras debemos ser participantes de estas
soluciones a la salida de la crisis.
E.I.S.: ¿Cómo podemos
aprovechar este contexto para dar pasos hacia una sociedad postcrecimiento sin
que la salida de esta pandemia esté totalmente apropiada por la misma élite
económica y política que nos llevó ahí?
S.F.: Como venía
diciendo, esta pandemia visibiliza una crisis que ya habíamos anunciado. Su
existencia es de conocimiento de todos. Por eso hemos visto que las áreas de la
sociedad más afectada son las personas que cuidan a las personas de la tercera
edad. Hace muchos años que mi trabajo se enfoca hacia el cuidado de este tipo
de población. En muchas partes del mundo el tema del cuidado de las personas
mayores es terrible. La gente ya se estaba muriendo. La crisis en esta área de
la sociedad ya existía. El sistema capitalista se encarga de devaluar
sistemáticamente la vida y lo aplica más a unas personas que a otras.
Los mayores de las clases trabajadoras ya no son productivos. Con el
neoliberalismo se recortaron los presupuestos y los recursos, sobre todo a las
familias trabajadoras. Son los adultos mayores las víctimas centrales de estas
políticas. No es un accidente que haya un desastre con los mayores en medio
esta crisis de la Covid-19.
Siempre han existido muchos errores en términos de accesos a la salud, a
medicamentos. También muchos abusos de parte del personal que atiende a las
personas mayores. Estos incurren en abusos. Los hospitales no estaban
preparados porque se había tomado la decisión política de no tener los recursos
en los hospitales. Por tal motivo faltaron las cosas más necesarias.
Es muy importante que la gente entienda ese elemento. La falta de
preparación de la sociedad ante un desastre como esta pandemia tiene que ver
con lo que estaba pasando antes. Esto es el resultado de decisiones que se
tomaron y nos llevaron a esta situación. Decisiones como afirmar que el derecho
a la salud no era tan importante. Entenderlo es lo que nos puede llevar a
resolver esta pregunta.
El objetivo principal es dar un salto cualitativo a otro nivel. Si uno ve
lo que ha pasado en África, en el Sur asiático, en América Latina en los
últimos 30 años, podrá constatar que han existido muchas olas de epidemias. Una
tras otra, como resultado de la pobreza económica, el sistema y los ajustes
estructurales.
En todo el mundo colonial ha habido una reducción de la calidad de vida. La
gente ha sido víctima de muchas epidemias como la meningitis, el cólera, el
zika, el ébola. Pero ahora la pandemia es global. Si no entendemos esto, no
vamos a estar dispuestos a crear el tipo de movimiento que necesitamos para
transformar la vida cotidiana y comprometernos con ese cambio de una manera muy
profunda.
¿De
qué manera debemos actuar cuando este sistema se ha construido durante
siglos y es un sistema que no se va a transformar de la noche a la
mañana? En el activismo del presente podemos dar respuesta a las
necesidades inmediatas pero es necesario incluir una perspectiva a largo
plazo. Debemos incluir una perspectiva de reapropiación de las riquezas
sociales, de reclamar y reapropiarse de la tierra, de retomar el
control sobre la cadena de producción alimenticia. Y volver a conectar
estas luchas. La lucha estudiantil se debe conectar a la lucha del
sector salud y juntas se deben conectar con las luchas campesinas.
La destrucción del ecosistema es central. Hoy la lucha social no puede
ignorar la destrucción del ecosistema. Cualquier lucha debe tener una dimensión
ecológica, ya que es fundamental a la reproducción. Ese sería el primer punto.
El segundo punto es que desde el inicio
debemos de empezar a cambiar la manera en la cual vivimos en este mundo.
Personalmente, me ha impresionado y lo he escrito en Reencantar Al Mundo (mi último libro) y en otros de mis trabajos,
todo lo que he aprendido de las mujeres de América Latina. Específicamente las
mujeres que viven en zonas periféricas de las ciudades latinoamericanas como
las favelas y todos estos territorios que quedan en los límites de las grandes
ciudades. Estas personas han estado ahí desde hace mucho tiempo, enfrentándose
a lo que hoy nos estamos enfrentando. Es gente que se desplazó porque les
robaron la tierra y hace mucho tiempo se dieron cuenta de que el sistema no tenía
nada para ofrecerles.
Claramente, su accionar podría ser entrar en desesperación. Pero no es así.
Se organizan colectivamente y en unidad miran cómo seguir negándose a perder.
Crean huertas comunitarias, cocinas comunitarias y medios para acceder a la comida.
En ese proceso hay un nuevo tejido social que se construye. Esas nuevas
relaciones afectivas y de solidaridad son una revolución. Porque ese nuevo
poder de este nuevo tejido social le da habilidad a la gente de relacionarse de
una nueva manera con el Estado. No como la última línea de la pirámide, sino
desde una posición que obliga al Estado a soltar algún tipo de control.
Hablemos de comida, de educación, de salud, de agricultura. Sobre todo esto
tenemos algo que decir. Sobre lo que pasa en los hospitales tenemos algo que
decir. Sobre qué tipo de sistema de salud queremos. Esos son los pasos que
debemos dar. No son utopías. No son cosas extraordinarias. Son cosas que
podemos hacer y que nos permitirán tener un tipo de control sobre nuestra forma
de vivir cotidiana.
*Esta conferencia continúa en una segunda entrega.
CI SF/BJ y PC/16/07/2020/14:30
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