La violencia erótica es una expresión de poder que ejercen quienes lo
tienen, sobre quienes no lo tienen, y sintetiza otros; el del género
dominante en la sociedad, conjugado con el que otorga la edad y con el
que emana de la autoridad, señala Marcela Lagarde.
“En una situación de privilegios patriarcales, los hombres con poder de clase o corporación lo usan como cualquier poderoso; agreden a las mujeres y se apropia eróticamente de ellas”.Marcela Lagarde
Las agresiones sexuales de los policías contra Evelyn, en León,
Guanajuato, y contra las mujeres que protestaron el fin de semana
pasada, se enmarca en este ejercicio de poder. Poder misógino que viola a
las mujeres cuando son detenidas, como lo vimos en Atenco y que de
acuerdo con los pocos datos que se tienen, ocurren en una de cada 10
mujeres que son detenidas por elementos policiales.
La reacción violenta de la policía ante la manifestación feminista
del 22 de agosto en León, es una respuesta autoritaria a todas luces.
Entre más antidemocrática es la sociedad más se desarrolla el
totalitarismo. Por ello se criminaliza la protesta social, se le
estigmatiza para justificar la acción violenta por parte del Estado.
Lo ocurrido en Guanajuato no es ajeno a lo que ocurre en otras
entidades de país con la violencia policial, como tampoco lo es la
violación de la menor de edad en Zacatecas, donde las autoridades siguen
encubriendo al violador.
La denuncia pública de Evelin refleja precisamente el actuar violento de los policías para apropiarse eróticamente de ella.
Estamos frente a este abuso de poder misógino enfundado en una placa
policial, cobijado por la complicidad e impunidad institucional.
Esto no se nos puede olvidar ni lo debemos desdeñar, porque nos habla de una estructura que permite su reproducción.
Romper el silencio
Mantener oculto este abuso de poder no es tan fácil hoy gracias a las
víctimas que rompen el silencio y colocan en lo público la entraña
misma de sistema patriarcal.
La destitución inmediata del secretario de Seguridad Pública
Municipal, Mario Bravo Arrona y de agentes policiales responsables de la
violencia en León, debe darse por respeto a los Derechos Humanos de las
mujeres.
Democratizar a la autoridad para que la arbitrariedad y autoritarismo
dejen de ser requisitos para ejercerla, de tal manera que un uniforme y
cualquier jerarquía dejen de ser instrumentos de coerción erótica, es
una de las claves que propone Lagarde.
La segunda clave feminista es construir una sexualidad y un erotismo
que no se funde en relaciones de propiedad, sino que se conformen en
espacios de creación y solidaridad humana, de encuentros y de
libertades.
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