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Fuentes: https://www.huffingtonpost.es
El cierre de los prostíbulos es una buena noticia pero
debe ir acompañado de otras medidas de reinserción y protección para
las mujeres.
A las 20 de la tarde, un prostíbulo de Madrid ya coge el teléfono a
clientes que quieren saber si está abierto. Lo está. Al menos el pasado
miércoles hasta las 5 de la mañana. Detrás del teléfono hay un hombre
que miente diciendo que las chicas siguen todas las medidas de
seguridad, pero que más tarde se podrá hablar con ellas y preguntarles.
“Nadie quiere perder el trabajo”, asegura.
Hacia las 22 de la noche ya es una mujer la que coge el teléfono. Da
un nombre falso con el que trabaja y explica al posible cliente que “si
tú no quieres que la chica se ponga la mascarilla, no se la pone. Pero
si es más cómodo para ti o tus amigos que la lleve puesta, se la
pondrá”. Así con todo. A la 1:00 cierran las puertas del “club nocturno”
pero uno se puede quedar dentro haciendo uso de los “servicios”.
Tampoco hay aforo. ”¿Una despedida de soltero? Podéis venir todos hasta
las 5″.
No hay problema si el cliente no quiere dar su identificación: se
trabaja con opacidad y nadie tiene por qué dejar sus datos si no quiere.
“No te preocupes por eso, somos discretos”, dicen. Algo que en otros
lugares, como el prostíbulo de Alcazar de San Juan en el que ha habido
un rebrote de coronavirus y está siendo misión imposible hacer el
rastreo de los contactos que han tenido las prostitutas.
Así han estado trabajando los más de 1600 prostíbulos abiertos en
España durante los últimos meses. Daba igual la pandemia. Por eso, este
viernes, el Ministerio de Igualdad ha remitido una carta a las
comunidades autónomas para solicitar que se actúe con estos locales
igual que con el resto de locales de restauración y ocio. Cataluña y
Castilla-La Mancha han sido las primeras en tomar medidas y han
decretado el cierre de los puticlubs para hacer frente a la pandemia.
Pero… ¿qué harán las mujeres?
Una decisión muy celebrada por una gran parte de la población en
redes sociales pero que hay que observar con más atención. Así lo ha
advertido la cineasta y activista contra la trata de mujeres Mabel Lozano, que ha querido coger con pinzas esta nueva medida y se hace una pregunta crucial: ”¿Qué va a pasar ahora con las mujeres?”.
Lozano explica que ya durante el estado de alarma y el confinamiento
se decretó el cierre de estos locales y se dieron distintas situaciones.
Se trata de mujeres, en su mayoría sin papeles y sin alternativa
ocupacional ni económica que “se quedaron encerradas dentro de los
prostíbulos”. “Los proxenetas, algunos las abandonaron a su suerte y
otros las dieron de comer, pero apuntando todo lo que recibían a la
deuda que tienen estas mujeres. Así las llaman ellos: mujeres de
deuda”.
Por lo que el cierre de este tipo de locales, si no va acompañado de
ninguna medida, no es tan favorecedor para las mujeres prostituidas como
parece. “Tras el confinamiento, cuando se volvió a abrir, encontramos a
mujeres que pasaron hambre y mujeres endeudadas”, lamenta.
Por eso hace un llamamiento a los poderes públicos: “Hay
organizaciones que trabajan con víctimas de trata y tienen casas de
acogida, pero están llenas”. Por eso celebra la medida, pero a medias:
“Está muy bien la medida, porque estábamos criminalizando a los jóvenes
por el botellón pero no a los burdeles”.
Por eso pide alternativas: “Tendrían que acompañar la medida con
residencias para estas mujeres, talleres y protección, porque si no las
abocamos más a la vulnerabilidad y aumentan sus deudas”. Ella lleva años
luchando por una ley integral contra la trata, con perspectiva de
género, medidas de prevención y reinserción para estas mujeres. “Las que
nos importan son ellas, ¿de qué van a vivir? ¿Qué dinero van a mandar a
sus hijos?”, se pregunta.
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