8/31/2010

¿Cómo entender la política de Ghaddafi sin conocer África y al aún poderoso imperio de occidente?



Pedro Echeverría V.

1. Acabo de leer por Internet la siguiente carta: “Querido Hermano Muammar al-Ghadaffi: Al cumplir el Pueblo Libio un Aniversario más de su Gloriosa Revolución Popular, reciba Usted, de mi parte, y del pueblo nicaragüense organizado en un modelo de Democracia Directa, que lucha para transformar la injusticia en Libertad y Solidaridad, el abrazo y el acompañamiento, en estos tiempos de desafíos para la Especie Humana. Saludamos esta Efemérides con profundo reconocimiento. Estamos conscientes del gran aporte de la Revolución de la Jamahiria Popular Socialista Libia, y de Usted, Hermano Ghaddafi, a la conciencia de Poder de los Pueblos y a la acción popular transformadora, que ubica como meta una cultura Socialista, donde crear riqueza para compartirla, resulta indispensable para el Desarrollo y la Paz”. Firma Daniel Ortega. Me pareció un amplio reconocimiento y una formalidad entre líderes.

2. Me llamó la atención el lenguaje de la carta, pero seguro el deseo de conocer un poco más sobre ese líder libio, maltratado durante más de 30 años por los gobiernos y medios de información occidentales por el hecho de haberse proclamado “socialista”; pero también porque, desde principios de este siglo, está siendo reivindicado por occidente al cambiar sus formas de trato político. Y esto último es para mí lo más preocupante, incluso definitivo. Durante muchos años admiré a Ghaddafi por su terco y consecuente antiimperialismo, incluso por pertenecer a los “países no alineados”. Me pareció que él estaba cumpliendo en Libia -su pequeño pero digno país- y de manera general en África, el papel que cumplía Fidel Castro en Latinoamérica. Su liderazgo en la región, incluso por haber sumado a Siria y Egipto, fue siempre muy fuerte y su oposición a los gobiernos de los EEUU, Inglaterra, Italia –porque buscaron someterlo- fue abierta.

3. El llamado “socialismo” de Ghaddafi –que inició en 1969 al derrocar al rey Idris I- logró en ese pequeño país de unos siete millones de habitantes el nivel de vida más alto de África. Después de proclamar la Constitución en 1977 fue nombrado presidente del Congreso General del Pueblo pero dos años después abandonó todos sus cargos y se tituló «líder maestro». Impuso la reforma agraria y la nacionalización del petróleo. En su planteamiento político mezcla el socialismo, el islamismo y el nacionalismo. Impulsó proyectos de unión política de Libia con Egipto (1970), Siria (1971), Túnez (1974), Chad (1981) y Marruecos (1984) Pactó con los dirigentes de Marruecos, Mauritania, Argelia, y Túnez buscando la Unión Árabe (1989); apoyó la causa Palestina contra Israel; y participó en las guerras del Chad contra la presencia francesa (1977-88); presidió la Organización para la Unidad Africana (1982-83)

4. Lo que más dolió a los gringos fue la nacionalización –ordenada por Gaddafi- de las entidades financiera extranjeras que operaban en el país y la exigencia de evacuación de las bases militares de ingleses y yanquis que terminaron de salir en 1970. Recibió en Libia a Fidel Castro y estableció relaciones con la URSS. Sin embargo, como también sucedió en Cuba, Libia sufrió un tremendo bloqueo comercial de los EEUU y los países más poderosos que le cerraban mercados de comercio de petróleo y al mismo tiempo impedían que Libia comprara refacciones para sus fábricas, así como otros productos que necesitaba. Entonces el radical Ghaddafi tuvo que ceder ante el boicot –lo que Cuba no hizo o hasta ahora no ha hecho- y occidente comenzó a aplaudirlo, a acosarlo, a ofrecerle apoyos para luego someterlo. Así la estrategia conquistadora de los países más ricos del mundo comenzó a ser efectiva frente al “socialista” y radical Gaddafi.

5. Entonces me viene la pregunta: ¿Qué pasó con el “socialismo” libio y la enorme personalidad de Ghaddafi? Cedió una vez y recibió halagos, cedió una segunda vez y recibió aplausos, cedió otra vez y se convirtió en más de lo mismo: una pieza más del engranaje de la estructura mundial capitalista. Aunque de distinta manera, pero con los mismos resultados, la llamada URSS, China, todo el bloque europeo, que se nombraban asimismo “socialistas” se derrumbaron después de alrededor de medio siglo de vida en el que no construyeron ningún sustento material e ideológico firme y sólo se dedicaron a construir terribles centralismos burocráticos de gobierno repitiendo todos los vicios y deformaciones del sistema de opresión capitalistas. Aunque en México las corrientes autogestivas sólo comenzamos a darnos cuenta a mediados de los años sesenta, los anarquistas y los no leninistas habían denunciado esos hechos 50 años antes.

6. Pero, aunque conozca el pensamiento de Plejanov sobre “el papel del individuo en la historia”, la enorme influencia que tiene “el individuo” en las transformaciones sociales, tengo la convicción hasta hoy, que los Lenin, Stalin Mao, Kruschov, Ghaddafi, Ortega o Fidel Castro, no son los culpables del fracaso del socialismo en los 15 a 20 países que se proclamaron como tales; ellos sólo fueron parte de estructuras que en última instancia eran débiles frente al poderoso capitalismo económico y militar con 500 años de vida. Desde hace 50 años he vivido esperanzado en el derrumbamiento del imperialismo yanqui y, aunque seguramente es cada día más débil por la competencia y la vejez, siguen los imperios capitalistas dominando el mundo y cambios de la radicalidad al entreguismo como el de Ghaddafi y muchos más, seguiremos viéndolos. Por eso nuestro enraizamiento del socialismo en la conciencia tiene que estar al nivel más profundo.

7. Las políticas keynesianas de inversiones y gastos sociales: en educación, salud, vivienda, seguridad, etcétera, a partir de un Estado fuerte y centralizado pueden remediar muchos problemas de la población y estar muy por encima de cualquier economía de iniciativa privada, pero no tienen nada que ver con el socialismo. Además de que el socialismo sólo tiene que ver con la supresión del trabajo asalariado, la plusvalía y las clases sociales, también debe registrarse un total cambio de conciencia social en la que la propiedad privada, el individualismo y el consumismo han sido erradicados de la conciencia y la práctica social. ¿Cuántos años puede resistir un “socialismo” por decreto con un pueblo pensando y ambicionando toda la chatarra producida por el capitalismo? Por eso junto a la revolución política y económica tiene que desarrollarse una profunda revolución cultural en el seno de toda la población.

http://pedroecheverriav.wordpress.com

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