La miscelánea aún puede ser buen negocioFoto José Carlo González
Atenta a los rumores de la calle, de pie tras el mostrador, Ofelia sigue hablando por teléfono:
“Porfirio quedó de venir a ayudarme. Ve qué horas son y ni sus luces… ¿Qué quieres que haga? Ni modo que baje la cortina y me salga a buscarlo… De acuerdo: serán dos o tres gentes las que todavía vengan a comprarme pero algo es algo… Entiéndeme: quiero terminar con esto cuanto antes para poner en venta las vitrinas, los anaqueles y todo… ¿El refrigerador? Ya me salió un cliente: Felipe, el de la tortería… Parece que le está yendo bien pero quién sabe por cuánto tiempo. Cualquier día le abren un Oxxo enfrente de su changarro, como a nosotros, y ¡se acabó!... ¿Me crees tonta? Claro que no se lo voy a decir, y menos cuando va a comprarme el refrigerador. Le pedí dos mil pero cerramos el trato en mil quinientos… No, se lo advertí: nada de abonitos. Estuvo de acuerdo. El lunes me trae el dinero… ¿Sabes quién vino? Mi prima Taide. No sé cómo se enteró de que vamos a cerrar La Mimosa… ¿Tú se lo dijiste? ¿Y para qué?... Pero si nunca nos ha ayudado ¿crees que lo haría ahora?... Bueno, a lo mejor tienes razón y ya cambió, pero, ¿cuánto crees que pueda facilitarme: ¿cinco, seis mil pesos? Con eso no alcanzo a pagar todo lo que debemos y quedaría muy comprometida con ella… Espérame tantito, voy a atender a una persona que acaba de llegar. Sí, mejor luego te marco. (Cuelga el teléfono.) ¿En qué puedo servirla?
II
Ya me desocupé… No mucho: compró medio kilo de arroz y un refresco grande. Son las doce y es mi primera venta. Con ella me persigné. Dios quiera que me caiga algo más… ¿Qué te iba a decir? Ah, sí: no hay que hacer negocios con la familia porque siempre salen mal. ¿Por qué lo digo? Pues porque lo estoy viendo. ¿Te acuerdas de que Porfirio le vendió a muy buen precio nuestro vochito a tu tío Efraín? El condenado anda diciendo que tu papá se aprovechó y le cobró de más… No, Porfirio no lo sabe ni pienso decírselo porque no quiero que tenga otro disgusto y menos con su hermano. Mi pobre viejo ya tiene bastante con el cierre de La Mimosa como para causarle más quebraderos de cabeza. Me preocupa. No come y se le van las noches pensando en cómo le podemos hacer para seguir con el negocio. Le digo que no vale la pena que se mortifique tanto porque se va a enfermar. Además, no somos tan viejos, algo haremos.
Él podría meterse de taxista. Me dice que sí, que es buena idea, pero veo cómo se le llenan los ojos de lágrimas… Pues claro que le duele, si el estanquillo era de su padre, don Marcelino, que en paz descanse. Como quien dice, Porfirio nació aquí. Me cuenta que mientras sus padres atendían el mostrador él jugaba con los pliegos de papel de estraza a hacer barquitos y sombreros. Lo que sea de cada quien, Porfirio es muy hábil con las manos. Si hubiera tenido estudios de seguro habría llegado a ingeniero o una cosa así… Pero ya sabes, fue a la escuela muy poco y todo para ayudar a sus padres en el negocio. ¿De qué sirvió su sacrificio si al final está perdiéndolo todo? Te consta que por nosotros no ha quedado, y menos por él. Se levanta a las cinco de la mañana para llegar aquí a las siete… Gracias a eso conservamos la clientela hasta hace un año, cuando abrieron el Oxxo y el supermercado… No, ya sé que no dan más barato pero siempre tienen ofertas y es lo que atrae a la gente. Aquí no podemos permitirnos ese lujo… ¿Por qué? Pues porque nos surtimos de a poquito, mientras ellos lo hacen en grande, de seguro con enormes descuentos, y a crédito… Pobre hija mía, te estoy aburriendo diciéndote cosas que ya sabes, pero con alguien tengo que desahogarme… Me haces mucha falta, me gustaría que siguieras viviendo aquí… Sí, ya sé que San Juan del Río queda cerca, pero no es lo mismo que tenerte a dos cuadras. ¿Cómo está mi nieto Kevin? Tráelo antes de que cerremos La Mimosa para que nos tomemos una foto con él subido en el mostrador. Desde chiquito le ha encantado montarse allí porque según él es un barco muy grande. Por cierto, cuando cerremos el estanquillo ¿qué le decimos?... Claro que va a preguntar. Los niños son muy curiosos… Perdona: un taxista se está bajando de su coche y viene para acá. Te llamo en cinco minutitos.
III
Hija, disculpa que me haya tardado en llamarte pero es que el taxista se quedó un ratito. Venía todo pálido porque acababan de asaltarlo dos chamacos armados con pistolas… Sí, alcanzó a verlos y dijo que no tendrían más de catorce o quince años. Pobre hombre, casi suelta las lágrimas cuando me dijo que le habían quitado su celular y ciento ochenta pesos. Es lo que le entrega de cuenta a su cuñado que es el dueño del taxi, y ahora no sabía cómo iba a pagárselos… Le aconsejé que le explicara lo del asalto y me contestó que no tenía caso porque otra vez que le pasó lo mismo con una mujer que lo atracó, su cuñado le respondió que ese no era su problema y que le pagara… ¿Ves que tengo razón? Con la familia nunca hay que hacer negocios… El taxista dice que entre la inseguridad y lo que tiene que darle por derechos al gobierno, lo de la manejada ya no le resulta. Está pensando en quitarse del taxi y poner un estanquillo en su casa. Parece que por los rumbos donde él vive no hay mercados ni tiendas y por eso cree que una miscelánea todavía puede ser buen negocio. Me preguntó qué tal me va con el mío y le dije la verdad y por qué estamos cerrando. Con todo y eso quiere probar con lo de la tiendita. No le queda de otra. A su edad en ninguna parte le darán trabajo y por la misma razón tampoco puede hacer lo que sus hermanos: irse a Estados Unidos… Se fue hace un minuto. Ya iba tranquilo… Ese hombre no sabe el favor que me hizo contándome todo lo que le ha sucedido como taxista. Yo pensaba que era un trabajo menos peligroso, pero veo que es lo contrario. En cuanto llegue tu padre voy a decírselo para que se olvide de meterse a ruletero… Sí, se lo sugerí porque no sabía cómo están las cosas pero ahora ni loca voy a permitirle que ande en eso… Claro que veo los noticieros y sé lo que está pasando, pero no es lo mismo oírlo en la tele que por boca de la víctima. No puedo quitarme a ese hombre de la cabeza: ¿cómo le hará para entregarle la cuenta al cuñado?... Sí, ya sé que tengo de sobra con mis problemas como para andar preocupándome por los de otros pero, ¿qué quieres?, no es mi estilo ser indiferente… Tienes razón: debo concentrarme en mis cosas para que más pronto podamos salir adelante… No creas, mi vida, no soy tan fuerte, lo que pasa es que no quiero que tu padre me vea acobardada. Además, gracias a Dios, tenemos salud y brazos para trabajar… Se me acaba de ocurrir una idea, a ver qué te parece. Te la explico después porque está llegando el carro de la basura y si no aprovecho, me quedo con las bolsas hasta el lunes… Ya sé que eres muy curiosa, pero aguántate hasta que te llame…
IV
¿Viste que no me tardé nada? Ah, pues te decía que se me ocurrió un plan. Mira: yo coso muy bien y tu papá es muy hábil con las manos. Pensé en que montáramos un tallercito de costura, una sastrería o algo así. Lo único que necesitamos es una mesa y una máquina. ¿Podrías devolverme la que te llevaste?... ¿Cómo que la vendiste?... Pero si era de tu abuelita…¿Por qué no lo dijiste?... Nosotros te habríamos conseguido los cuatro mil pesos. ¿Para qué los necesitabas con tanta urgencia? ... ¿Tu marido chocó?... Que el coche haya quedado mal no importa. Lo bueno es que a Sixto no le pasó nada… Sí, ya me imagino el sustazo que se llevó… Ojalá que le sirva de escarmiento para que no vuelva a manejar cuando toma… Será muy buen hombre y todo lo que tú quieras pero tiene el defecto de que le gusta el trago… ¿Cómo que igual que a todos los hombres? No, me perdonas. Tu padre no ha vuelto a beber una gota de alcohol desde que juró en la Basílica… Yo tenía miedo de que con todos los problemas que se nos han venido encima le diera por volver a las andadas. Pero fíjate que no, gracias a Dios… Nena linda, ya hablamos un buen rato y tú debes de tener muchos pendientes… Ojalá que puedan venir el domingo para lo de la foto. Quiero que mi nieto Kevin guarde un recuerdo de La Mimosa… Pues claro que ya casi no tenemos mercancía pero no le hace. Este lugar sigue valiendo, entre otras cosas porque lo abrieron tus abuelos y tu padre aquí dio sus primeros pasos.
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