6/02/2011

La OMS, la filantropía y el conflicto de interés



Asa Cristina Laurell
Hace unas semanas se celebró la Asamblea de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en la que participan los ministros de esa área de todo el planeta. Lo que allí se discutió ejemplifica el desplazamiento de los organismos de la ONU por el Banco Mundial y las grandes fundaciones filantrópicas privadas. Un solo dato: actualmente 80 por ciento de los fondos que maneja la OMS son externos y generalmente etiquetados para programas verticales específicos –por ejemplo, el combate al VIH, tuberculosis y malaria– o para reformar los sistemas de salud para hacerlos más competitivos, generalmente, con la apertura al sector privado.

La pérdida de influencia de la OMS sobre las políticas internacionales de salud se aceleró con el ajuste estructural cuando el Banco Mundial se convirtió en el gran diseñador internacional de la política en la materia. Se vale para ello de las condicionalidades de los préstamos del FMI y de los cuantiosísimos fondos que canaliza a los gobiernos que aceptan su esquema. Dispone de estos fondos porque los países poderosos canalizan más dinero a los organismo financieros supranacionales, en los que los votos se distribuyen sobre la base de las aportaciones financieras de cada país, sacándole la vuelta a un país-un voto de la ONU.

El tema más conflictivo durante la Asamblea de la OMS fue su financiamiento y, en este contexto, la realización en 2012 del Foro Mundial de Salud con la participación de los gobiernos, de las grandes fundaciones filantrópicas, algunas ONG y el sector privado. En el foro se discutirán las prioridades de ese organismo mundial y su articulación con sus financiadores. Antes de la asamblea las organizaciones, académicos y expertos en salud pública, agrupados en Global Health Watch, realizaron una campaña para advertir sobre las implicaciones de que el sector privado con intereses comerciales en salud y las fundaciones filantrópicas participen en el establecimiento de las prioridades y las políticas de la OMS. Advierte que existe alto riesgo de conflicto de interés con la inclusión de las empresas privadas con fines de lucro y de las grandes fundaciones filantrópicas ligadas a los grandes capitales internacionales.

El conflicto de interés es un tema de gran preocupación en la comunidad científica con la creciente incorporación de sus quehaceres en el Complejo Médico-Industrial y por los variados tipos de financiamiento a investigadores y médicos. Existe un debate en las revistas especializadas para normar qué información deben proporcionar los investigadores a sus pares revisores, aparte de la declaración obligatoria de conflicto de interés. British Medical Journal ha desempeñado un papel destacado y propositivo en esta discusión.

Existen pocos estudios sobre el conflicto de intereses en el cual pueden incurrir las grandes fundaciones filantrópicas involucradas en la salud global. En un estudio pionero, Stuckler, Basu y McKee (www.plosmedicine.org) analizaron cómo están invertidos los activos de la Fundación Bill y Melinda Gates (FBMG) y cuáles son los proyectos financiados por ésta. Eligieron a esa institución porque tiene un presupuesto mayor que la OMS y activos por 29.7 mil millones de dólares.

Encuentran que una parte importante de estos activos están invertidos en la industria refresquera (p.e. Coca-Cola y FEMSA), en empresas de comida chatarra y una parte menor pero importante en la gran industria farmacéutica. El presidente de su Programa de Salud Global es además un ex-miembro de la mesa directiva de la farmacéutica GlaxoSmithKline. El 97 por ciento de los proyectos de salud que la FBMG financia son de enfermedades transmisibles y orientados a encontrar nuevos medicamentos y vacunas e incrementar el acceso a estos productos. Sólo 3 por ciento se dedica a las enfermedades crónico-degenerativas que hoy son las principales causas de muerte en el mundo, incluyendo a los países más pobres, y en muchos casos asociadas a los productos fabricados por las empresas en las que la FBMG invierte. Nótese que un orador prominente en la sesión de apertura de la Asamblea de la OMS fue precisamente Bill Gates.

Estos datos no comprueban el conflicto de intereses o el uso indebido del poder de las fundaciones filantrópicas en la formulación de las políticas de salud global, pero señalan que es un campo urgente de investigación y regulación. Sustancian además la preocupación de Global Health Watch sobre la influencia del Complejo Médico-Industrial y las fundaciones filantrópicas sobre las prioridades de la OMS con la constitución del Foro Mundial de Salud.

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