8/14/2011

Tres


Carlos Bonfil
Foto
Sophie Rois en un fotograma de la cinta de Tom Tykwer

¿Cómo decir adiós a la comprensión determinista de la biología? Esta interrogante científica y moral preocupa particularmente a Adam (David Striesow), un seductor bisexual y médico investigador en células madres y sus usos terapéuticos. Este hombre, dedicado por completo a la ciencia, sin tiempo ni paciencia para compromisos sentimentales prolongados, padre de un niño de 10 años con quien apenas comunica, irrumpe de modo accidental en las vidas de Hanna (Sophie Rois) y de Simon (Sebastian Schipper), una pareja que luego de 20 años de convivencia feliz y rutinaria ha decidido finalmente casarse.

Seducidos los dos por separado, el hombre y la mujer ignoran la presencia e impacto de Adam en la fantasía erótica de su pareja respectiva. Antes de tal encuentro, Simón, organizador de actividades artísticas, sabía muy poco de sus propios impulsos homoeróticos, pero un diagnóstico de cáncer testicular lo lleva a cuestionarse todo sobre su vida, dejándolo abierto a cualquier exploración gratificadora. Por su parte, Hanna, exitosa presentadora de televisión, descubre en Adam un alivio inesperado para la rutina doméstica y el estrés que le provoca la enfermedad de su pareja y la muerte de su suegra (la siempre sobria Angela Winkler). Tres (Drei), la cinta más reciente de Tom Tykwer (Corre Lola corre, Heaven), muestra cómo el frágil equilibrio de una vida puede verse súbitamente roto por una enfermedad o por la irrupción de una pasión amorosa.

La metáfora es transparente: del mismo modo en que un organismo humano pierde la salud con la proliferación irracional de células malignas, la estabilidad de una pareja puede verse amenazada por un elemento extraño que actúa de modo también irracional y que es potencialmente destructor, hasta que el azar consigue restablecer algún tipo de equilibrio –lo más parecido a la regeneración celular en un organismo enfermo– en un orden nuevo basado en la comprensión y en la tolerancia. Esta utopía del deseo amoroso, en su versión más libertaria, es el tema de la propuesta narrativa de Tom Tykwer, la más sorprendente de su carrera, la más madura, la más alejada también del lenguaje acelerado al que el director tenía acostumbrados a sus seguidores más fieles.

Decir adiós a la comprensión determinista de la biología, como insiste el profesor Adam, sería así cuestionar a fondo los roles socialmente aprendidos en cuanto a la naturaleza de la masculinidad, pero también a propósito de la concepción más tradicional de la pareja. La trama falsamente ligera de la película apunta en realidad a incidir en una temática presente en numerosas comedias que han abandonado la vieja guerra de los sexos y el drama del adulterio para explorar en cambio la creciente confusión de identidades sexuales en la sociedad contemporánea. Tykwer parte del esquema de una comedia de enredos para aterrizar en un melodrama que exacerbando los conflictos de pareja se encamina a una resolución feliz de espaldas a la moral tradicional. Algo similar sucedía en Mi refugio (Le refuge, 2009), película de François Ozon sobre la muerte, el deseo erótico, la maternidad y el triunfo de la familia ampliada. En Tres, la maternidad tiene una dimensión cósmica, con un enorme feto llenando la pantalla, como en 2001 Odisea en el espacio, de Kubrick, con una clara alusión en el tema musical Space Oddity (Rareza espacial), interpretado por David Bowie, icono de la androginia glam.

El azar es en Tres la fuerza que dispersa y disuelve las certidumbres hegemónicas, y en este azar la lógica de las combinaciones numéricas es un emblema más de una diversidad (política, moral, sexual) que triunfa sobre la tiranía de la unidad impuesta. Hay tres miembros para una sola pareja, dos padres posibles para dos gemelos, dos territorios en una misma capital, nociones obsoletas de heterosexualidad y de disidencia sexual, el amalgama libertario de un mismo deseo polimorfo. Tom Tykwer acomoda su patchwork cultural en pantallas divididas, juega con el azar de los desencuentros y las coincidencias, pasa revista a los ámbitos de la modernidad en un Berlín que es el sitio ideal para todos los reacomodos humanos. Transitar por esta película abierta a la diversidad y a la capacidad de asombro, y decretar después que se trata de una película banal y ligera, es más asunto de un espectador perezoso que de la dinámica, siempre novedosa y cambiante, de un artista estupendo.

Tres se exhibe el próximo martes a las 15.45 y a las 20.30 en la sala 2 de la Cineteca Nacional. Otras opciones de la semana de cine alemán: www.cinetecanacional.net.

carlos.bonfil@gmail.com

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