José Antonio Crespo
A
Vicente Fox le gusta considerarse en la misma línea de los grandes
democratizadores contemporáneos como Vaclav Havel y Nelson Mandela.
Desde luego, su liderazgo y su gestión misma llevan a pensar exagerado
dicho parangón. Pero su decisión de brindar su apoyo al partido cuya
salida de Los Pinos él encabezó, y que para muchos simboliza la
quintaesencia del autoritarismo, es equivalente —al menos
simbólicamente— a que Havel hubiera llamado a retornar al comunismo, o
Mandela hubiera hecho lo mismo respecto del apartheid.
Desde
luego, Fox dice que el PRI se transformó durante estos años en la
oposición, que se democratizó para adecuarse a la democracia que él
inauguró, y que por ello votar ahora por el PRI no significa propiciar
una restauración. Desde luego que el tema de lo que podría significar el
retorno del PRI está a debate y no acepta conclusiones simples. Pero
hoy por hoy Fox no podría decir en qué puede detectar la renovación del
PRI, su transformación política, o el carácter democrático de su
candidato presidencial, quien bloqueó la reinstauración de la reelección
legislativa (ese sí un mecanismo reconocido de la democracia
representativa, y no una moda como sugiere Peña), y busca la formación
de mayorías artificiales y cláusulas de gobernabilidad.
Eso
para no hablar de los abusos y corruptelas de múltiples gobernadores
priístas, y la impunidad con que son tratados dentro de su partido. ¿En
dónde o en qué ve Fox la democratización del PRI?
En
1989, el PAN se dividió estratégicamente; por un lado, Manuel Clouthier
pensaba que había que aliarse al naciente PRD con objeto de presionar
al gobierno para que aceptara una apertura político–electoral en forma.
Por su parte, Carlos Castillo Peraza y Diego Fernández de Cevallos
pensaban que había que aliarse con el gobierno priísta con una reforma
limitada, a cambio del reconocimiento de algunas victorias locales.
Al
morir Clouthier, quedó vía libre para consolidar la estrategia de
Castillo y Diego, conocida como Concertacesión. Fox, perteneciente a la
corriente clouthierista (y por ende excluido del triunfo panista en
1991) condenó como candidato presidencial la concertacesión, diciendo
que los panistas “fuimos unos coyones” por no dar el empujón decisivo al
PRI, junto con el PRD (Fox incluso apoyó una coalición con ese partido
en 1997para disputar la capital, lo que fue frustrado por Castillo
Peraza).
Sin
embargo, y pese a prometer en su campaña presidencial llamar a cuentas a
los peces gordos de la corrupción, e instaurar una Comisión de la
Verdad para deslindarse del autoritarismo, Fox no hizo caso a quienes
pugnaban por esa línea, Jorge Castañeda y Adolfo Aguilar Zínser, y en
cambio siguió los consejos de Santiago Creel en sentido de dar
respiración artificial al frágil PRI y darle una carta de impunidad a
cambio de su colaboración en la aprobación de reformas estructurales de
corte económico, cosa que de cualquier manera no sucedió. Con ello, Fox
traicionó la línea de Clouthier del que originalmente era seguidor.
Más
adelante, cuando decidió utilizar la justicia gubernamental para fines
político electorales, con el episodio de los videoescándalos y el
desafuero de Andrés Manuel López Obrador, fue llamado “traidor a la
democracia” por los obradoristas, al revivir una vieja práctica priísta
que el PAN había siempre condenado.
Ahora
que Fox llama a votar por Peña Nieto y cerrar filas con él, el PAN se
siente traicionado. Razones para ello tiene de sobra. Ya desde meses
atrás había hecho publicidad velada por Peña Nieto, por lo cual no cabe
la sorpresa. En realidad Fox, al convocar el voto por el PRI, es
consecuente con la línea que siguió desde llegado el poder. Pero el PAN
lo siguió en esa ruta, desde el primer año de gobierno foxista. Debe
preguntarse el partido si, además de considerar a Fox como traidor a la
democracia, al PAN y a sí mismo, no los panistas, en su mayoría, al ir
de la mano con el guanajuatense aun en 2006, no traicionaron su propia
tradición democrática, lo cual explica la lamentable situación que ahora
encaran.
cres5501@hotmail.com
Investigador del CIDE
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