1.
El metro como transporte público urbano es una imposición a la
población, no una necesidad de la población, como quedó demostrado con
la construcción del megaproyecto “línea 12 del metro”, que además de
ser un robo millonario y una absurda muestra de corrupción, es un paso
adelante en el despojo de las tierras comunales de los pueblos que
resisten en la ciudad de México (en este caso en Tlahúac) que solo pudo
avanzar con la sistemática represión y violencia hacia las familias
campesinas que se oponen, y que se inserta en la lógica de urbanización
salvaje para hacer crecer la ciudad hasta que toda la tierra esté
cubierta de concreto, basura, carros, estacionamientos, hacinamientos y
demás mierda urbana. La línea 12 por ejemplo, estuvo saturada desde el
primer día, porque la misma lógica del transporte público urbano
implica esa necesidad, la de transportar a la mayor cantidad de
mercancías-maquinas-fuerza-de- trabajo y la de hacer crecer más y
más la ciudad. La necesidad del transporte público urbano, como lo es
el metro, no es una necesidad de la población, es una necesidad del
capital que requiere movilizar a millones de personas todos los días
para poderlas explotar. La población solo necesita el metro en tanto
necesita la dependencia al capital y a las relaciones salariales para
poder sobrevivir, en esta lógica, el viajar en metro se presenta como
obligación.
2. Viajar en metro es una obligación, por la que además tenemos que pagar. El precio del boleto del metro se presenta para la población trabajadora y proletaria como un robo más por parte de los de arriba (de los ricos y el gobierno, el estado-capital...) no solo en el aspecto de los seis pesos descontados del salario (ida y vuelta si es el caso), sino también, y tal vez sobre todo, en el robo de tiempo y de energía que requiere viajar en el transporte público urbano. Hay trayectos que llegan a durar hasta dos horas de ida y dos horas de vuelta, que sería la mitad de una jornada legal de trabajo, y sumada a esta, la mitad del día se va en buscar sobrevivir. Entre más crezca el metro más largos serán los trayectos, más saturados estarán los trenes. Entre más crezca el metro, más crecerá la ciudad, entre más crezca la ciudad, más crecerá el metro, en un círculo vicioso que solo parará cuando se estrellé con el muro, o cuando accionemos el freno de emergencia. Las “cosas buenas” que prometía mancerda para aumentar el precio del boleto, son sencillamente hacer crecer el sistema, lo que no va a solucionar ningún problema para la población, que seguirá arriesgándose en ese violento transporte, y solamente los patrones, los policías y el gobierno se verán beneficiados con la “mejora” del metro.
3. Desde hace tiempo ya tienen planeado ampliar ciertas líneas del metro (como la 12 y la 3) y con esto no pretenden dar un mejor servicio, sino movilizar más proletarixs para alimentar la insaciable riqueza y el poder de los de arriba, y también reconfigurar todavía más la ciudad a partir de sus megaproyectos. Ejemplo de esto es la estación “El Rosario” de la línea 7, que siendo además un importante paradero de camiones, como muchas otras estaciones, denominadas “CETRAM” (centro de transferencia modal), fue convertida en un centro comercial estilo gringo, el cual tienes que cruzar completo para tomar tu camión. Este es el proyecto de los “CETRAMs”, hacerlos centros comerciales, correr a chingazos a lxs comerciantes informales que en esos lugares proliferan, y correr también a las combis, peceros, y a sectores de camioneros, para otorgar concesiones, mismas que hacen ya a los demás transportes públicos más caros. Esta es la lógica de los megaproyectos, que quieren definir la ciudad en función de la ganancia de las mercancías y acabar con todos los espacios “sobrantes”, con todas las grietas donde la población de abajo se acomoda, mismas que proliferan cerca de las estaciones del metro.
4. Dentro de las estaciones y los trenes del metro, es cuando la población cotidianamente se reduce a su mínima expresión. Hablar con una voz más baja, moverse poco, no verse a los ojos, temerse mutuamente. Lo que hay que observar fuera del vagón son casi siempre las paredes negras y las luces eléctricas de los túneles, paisaje por completo deprimente, y dentro del vagón y en la estación, el cansancio de la gente, su tristeza, su aburrimiento, y en la mayoría de los casos, las llamativas imágenes de la publicidad de las mercancías que buscan vendernos algo, imponernos una idea. Esta publicidad que acapara la vista y con esto enajena a la población, es gran fuente de dinero para los de arriba. No hay que darles el gusto, no hay que dejar que inunden nuestro mundo, hay que quitar y/o rayar ese espacio que nos pertenece y que nos han quitado para vendernos cosas y controlarnos, sin dejarnos oportunidad de responder.
Además de esto que vemos, en las estaciones y en cada vez más líneas (como las 2 y la 7), como los policías nos espían impunemente con sus miles de cámaras. Hemos visto como el metro es el escenario perfecto de la represión, por el hecho de que no hay escapatoria, por el peligro que se corre de caer a las vías, y porque la indiferencia y el aislamiento mental y social que viven lxs usuarixs es tan grande, que en diversos operativos para detener activistas en el metro, la gente se queda nomás viendo, como si viera la tele. Romper el miedo, romper la hegemonía de la publicidad, romper la desolación a través del re-encuentro, de una simple plática, es fundamental, si queremos hacer que la rebeldía crezca, hay que dejar de sentirnos en nuestra mínima expresión mientras viajamos y recuperar nuestras relaciones de comunidad. Piensa, un solo vagón del metro que va hasta la madre es suficiente para hacer grandes acciones, un solo tren, imagínate, y ahora piensa en las millones de personas que moviliza el capital, si decidiéramos dejar de obedecer, los de arriba dejarían de mandar.
5. Durante el gobierno de Ebrard, el policía perredopriista que nos dejó a otro de su calaña, hubo un aumento del 50% del precio del metro, y a diferencia de esta ocasión, no hubo una gran oposición. Este aumento no solucionó nada, solo enriqueció a unos cuantos. Con este aumento es lo mismo, nada se solucionará para nosotrxs, lxs de abajo. Si decidimos no pagar el boleto no es porque somos ladrones, sino porque el boleto es en sí mismo un robo. Los ladrones son los de arriba, eso lo sabemos.
El transporte en metro debería ser, en todo caso, gratuito. Argumentar que es necesario pagar que para que las cosas funcionen, que son nuestros impuestos, que no hay que ser ladrones, que un aumento es necesario para mejorar el servicio, que es necesario cobrar para que las cosas funcionen y no sé que tanta cosa más son meras mentiras de los de arriba, que promueven los cobardes, quienes quisieran que todo siguiera igual que antes, mamando de la ubre del estado-capital. Pero la cosa ya no es así, los de arriba avanzan en jodernos, y si no los paramos y avanzamos nosotrxs, pues efectivamente nos van a joder. Que la banda se salte el metro sin pagar no es nuevo. Se puede pasar fácilmente por los torniquetes de salida, y por los de entrada, sin tener que saltar o agacharse, se puede hacer el torniquete un tantito para atrás, luego pasarse por ahí y luego para adelante, y ahí es bien fácil que nadie se de cuenta. Si uno ya de plano estás muy flaco o flaca, pues se así por la orillita. No es un delito pasarse sin pagar, ya hasta lo reconocieron (jaja). No necesitamos que los de arriba digan qué es legítimo para hacerlo. Los saltos concertados a tal día y tal hora son importantes para ejercer presión y apoyar a que la gente no pague, pero a la larga, incluso si se logra parar este nuevo aumento a 5 pesos, para que crezca la rebeldía, tenemos que generalizar este tipo de desobediencia, en la vida cotidiana, individual y colectivamente. A veces lo más vistoso y espectacular no es lo más efectivo.
6. Pos me salto, es una reacción natural, legítima y espontánea que es impulsada porque ya de plano no nos alcanza, y como acción de resistencia y de desobediencia es muy buena, pues si logramos que se generalice y se vuelva permanente, entonces suban la tarifa o no, se la van a pelar. Sin embargo, el carácter político del movimiento en contra del aumento de tarifa se ha definido más en el sentido de la presión social, la protesta y la exigencia al gobierno, no nos alcanza y por eso papi gobierno tiene que hacer paro para que nos alcance.
Esa posición política es una posición de obediencia y de postración, que promueve la limitación de las acciones al marco de la legalidad burguesa, y llega a contradicciones tan grandes como pedirle a la gente que no vaya borracha a saltarse el metro porque es delito ¿Si ando borracho hasta el otro lado de la ciudad no puedo subirme? Entiendo que el gobierno salga con esas mamadas de discriminar a la gente solo por su estado etílico o porque le gusta consumir alguna droga, pero ¿Qué lo haga el pueblo que se dice en contra del gobierno? Es más que para impulsar la lucha, para acotarla. Lo mismo con las marchas, que recurrentemente siguen siendo encapsuladas y que no surten ya ningún efecto político positivo, solo el desgaste, el golpeteo y la condición crónica de ausencias de perspectivas tácticas y estratégicas.
El metrobús subió y ahí sí está más canijo de saltarse, muchos transportes como combis y peceros desaparecerán y los camiones también subirán. El metro no es una cuestión aislada, no se trata de que nos alcance pa'l metro, porque el metro hasta lo podrían volver a bajar a dos pesos e igual todas las mercancías básicas suben y suben, y seguirán subiendo. Creo que se trata de saltarnos no solo el torniquete, sino saltarnos el poder del estado y del capital, dejando de depender de ellos, de su estructura urbana de salario y de transporte, Esto no se logra con marchas ni con saltarse unas cuantas veces el torniquete, hay que tomar la tierra, las viviendas, las fábricas, nuestros cuerpos y en suma, el destino de nuestras vidas en comunidad, en autonomía, con autogestión y poder popular, solo así podremos dejar de depender de la autoridad del estado-capital y no tendremos que pedirle nada.
PD. La bici te da autonomía en movimiento y condición física, con ella puedes atravesar la ciudad para llegar a donde tengas que ir, sin depender del horario de la noche del transporte, por ejemplo, es un buen momento para generalizar todavía más su uso.
PD2. Ya las protestas unen el rechazo a la reforma energética, la ley fascista de manifestaciones y el aumento del metro. Yo creo que habría que añadirle la reforma laboral, hacendaria, etcétera, etc. Que bueno, en todo caso, para echar atrás todo eso, es necesario tirar al gobierno del PRI en el país, y en la ciudad de méxico al gobierno policiaco del PRD. De otro modo, las revueltas que consigan victorias parciales (que de todos modos es muy improbable) corre el gran riesgo de ser recuperadas por el estado para fortalecer su legitimidad.
2. Viajar en metro es una obligación, por la que además tenemos que pagar. El precio del boleto del metro se presenta para la población trabajadora y proletaria como un robo más por parte de los de arriba (de los ricos y el gobierno, el estado-capital...) no solo en el aspecto de los seis pesos descontados del salario (ida y vuelta si es el caso), sino también, y tal vez sobre todo, en el robo de tiempo y de energía que requiere viajar en el transporte público urbano. Hay trayectos que llegan a durar hasta dos horas de ida y dos horas de vuelta, que sería la mitad de una jornada legal de trabajo, y sumada a esta, la mitad del día se va en buscar sobrevivir. Entre más crezca el metro más largos serán los trayectos, más saturados estarán los trenes. Entre más crezca el metro, más crecerá la ciudad, entre más crezca la ciudad, más crecerá el metro, en un círculo vicioso que solo parará cuando se estrellé con el muro, o cuando accionemos el freno de emergencia. Las “cosas buenas” que prometía mancerda para aumentar el precio del boleto, son sencillamente hacer crecer el sistema, lo que no va a solucionar ningún problema para la población, que seguirá arriesgándose en ese violento transporte, y solamente los patrones, los policías y el gobierno se verán beneficiados con la “mejora” del metro.
3. Desde hace tiempo ya tienen planeado ampliar ciertas líneas del metro (como la 12 y la 3) y con esto no pretenden dar un mejor servicio, sino movilizar más proletarixs para alimentar la insaciable riqueza y el poder de los de arriba, y también reconfigurar todavía más la ciudad a partir de sus megaproyectos. Ejemplo de esto es la estación “El Rosario” de la línea 7, que siendo además un importante paradero de camiones, como muchas otras estaciones, denominadas “CETRAM” (centro de transferencia modal), fue convertida en un centro comercial estilo gringo, el cual tienes que cruzar completo para tomar tu camión. Este es el proyecto de los “CETRAMs”, hacerlos centros comerciales, correr a chingazos a lxs comerciantes informales que en esos lugares proliferan, y correr también a las combis, peceros, y a sectores de camioneros, para otorgar concesiones, mismas que hacen ya a los demás transportes públicos más caros. Esta es la lógica de los megaproyectos, que quieren definir la ciudad en función de la ganancia de las mercancías y acabar con todos los espacios “sobrantes”, con todas las grietas donde la población de abajo se acomoda, mismas que proliferan cerca de las estaciones del metro.
4. Dentro de las estaciones y los trenes del metro, es cuando la población cotidianamente se reduce a su mínima expresión. Hablar con una voz más baja, moverse poco, no verse a los ojos, temerse mutuamente. Lo que hay que observar fuera del vagón son casi siempre las paredes negras y las luces eléctricas de los túneles, paisaje por completo deprimente, y dentro del vagón y en la estación, el cansancio de la gente, su tristeza, su aburrimiento, y en la mayoría de los casos, las llamativas imágenes de la publicidad de las mercancías que buscan vendernos algo, imponernos una idea. Esta publicidad que acapara la vista y con esto enajena a la población, es gran fuente de dinero para los de arriba. No hay que darles el gusto, no hay que dejar que inunden nuestro mundo, hay que quitar y/o rayar ese espacio que nos pertenece y que nos han quitado para vendernos cosas y controlarnos, sin dejarnos oportunidad de responder.
Además de esto que vemos, en las estaciones y en cada vez más líneas (como las 2 y la 7), como los policías nos espían impunemente con sus miles de cámaras. Hemos visto como el metro es el escenario perfecto de la represión, por el hecho de que no hay escapatoria, por el peligro que se corre de caer a las vías, y porque la indiferencia y el aislamiento mental y social que viven lxs usuarixs es tan grande, que en diversos operativos para detener activistas en el metro, la gente se queda nomás viendo, como si viera la tele. Romper el miedo, romper la hegemonía de la publicidad, romper la desolación a través del re-encuentro, de una simple plática, es fundamental, si queremos hacer que la rebeldía crezca, hay que dejar de sentirnos en nuestra mínima expresión mientras viajamos y recuperar nuestras relaciones de comunidad. Piensa, un solo vagón del metro que va hasta la madre es suficiente para hacer grandes acciones, un solo tren, imagínate, y ahora piensa en las millones de personas que moviliza el capital, si decidiéramos dejar de obedecer, los de arriba dejarían de mandar.
5. Durante el gobierno de Ebrard, el policía perredopriista que nos dejó a otro de su calaña, hubo un aumento del 50% del precio del metro, y a diferencia de esta ocasión, no hubo una gran oposición. Este aumento no solucionó nada, solo enriqueció a unos cuantos. Con este aumento es lo mismo, nada se solucionará para nosotrxs, lxs de abajo. Si decidimos no pagar el boleto no es porque somos ladrones, sino porque el boleto es en sí mismo un robo. Los ladrones son los de arriba, eso lo sabemos.
El transporte en metro debería ser, en todo caso, gratuito. Argumentar que es necesario pagar que para que las cosas funcionen, que son nuestros impuestos, que no hay que ser ladrones, que un aumento es necesario para mejorar el servicio, que es necesario cobrar para que las cosas funcionen y no sé que tanta cosa más son meras mentiras de los de arriba, que promueven los cobardes, quienes quisieran que todo siguiera igual que antes, mamando de la ubre del estado-capital. Pero la cosa ya no es así, los de arriba avanzan en jodernos, y si no los paramos y avanzamos nosotrxs, pues efectivamente nos van a joder. Que la banda se salte el metro sin pagar no es nuevo. Se puede pasar fácilmente por los torniquetes de salida, y por los de entrada, sin tener que saltar o agacharse, se puede hacer el torniquete un tantito para atrás, luego pasarse por ahí y luego para adelante, y ahí es bien fácil que nadie se de cuenta. Si uno ya de plano estás muy flaco o flaca, pues se así por la orillita. No es un delito pasarse sin pagar, ya hasta lo reconocieron (jaja). No necesitamos que los de arriba digan qué es legítimo para hacerlo. Los saltos concertados a tal día y tal hora son importantes para ejercer presión y apoyar a que la gente no pague, pero a la larga, incluso si se logra parar este nuevo aumento a 5 pesos, para que crezca la rebeldía, tenemos que generalizar este tipo de desobediencia, en la vida cotidiana, individual y colectivamente. A veces lo más vistoso y espectacular no es lo más efectivo.
6. Pos me salto, es una reacción natural, legítima y espontánea que es impulsada porque ya de plano no nos alcanza, y como acción de resistencia y de desobediencia es muy buena, pues si logramos que se generalice y se vuelva permanente, entonces suban la tarifa o no, se la van a pelar. Sin embargo, el carácter político del movimiento en contra del aumento de tarifa se ha definido más en el sentido de la presión social, la protesta y la exigencia al gobierno, no nos alcanza y por eso papi gobierno tiene que hacer paro para que nos alcance.
Esa posición política es una posición de obediencia y de postración, que promueve la limitación de las acciones al marco de la legalidad burguesa, y llega a contradicciones tan grandes como pedirle a la gente que no vaya borracha a saltarse el metro porque es delito ¿Si ando borracho hasta el otro lado de la ciudad no puedo subirme? Entiendo que el gobierno salga con esas mamadas de discriminar a la gente solo por su estado etílico o porque le gusta consumir alguna droga, pero ¿Qué lo haga el pueblo que se dice en contra del gobierno? Es más que para impulsar la lucha, para acotarla. Lo mismo con las marchas, que recurrentemente siguen siendo encapsuladas y que no surten ya ningún efecto político positivo, solo el desgaste, el golpeteo y la condición crónica de ausencias de perspectivas tácticas y estratégicas.
El metrobús subió y ahí sí está más canijo de saltarse, muchos transportes como combis y peceros desaparecerán y los camiones también subirán. El metro no es una cuestión aislada, no se trata de que nos alcance pa'l metro, porque el metro hasta lo podrían volver a bajar a dos pesos e igual todas las mercancías básicas suben y suben, y seguirán subiendo. Creo que se trata de saltarnos no solo el torniquete, sino saltarnos el poder del estado y del capital, dejando de depender de ellos, de su estructura urbana de salario y de transporte, Esto no se logra con marchas ni con saltarse unas cuantas veces el torniquete, hay que tomar la tierra, las viviendas, las fábricas, nuestros cuerpos y en suma, el destino de nuestras vidas en comunidad, en autonomía, con autogestión y poder popular, solo así podremos dejar de depender de la autoridad del estado-capital y no tendremos que pedirle nada.
PD. La bici te da autonomía en movimiento y condición física, con ella puedes atravesar la ciudad para llegar a donde tengas que ir, sin depender del horario de la noche del transporte, por ejemplo, es un buen momento para generalizar todavía más su uso.
PD2. Ya las protestas unen el rechazo a la reforma energética, la ley fascista de manifestaciones y el aumento del metro. Yo creo que habría que añadirle la reforma laboral, hacendaria, etcétera, etc. Que bueno, en todo caso, para echar atrás todo eso, es necesario tirar al gobierno del PRI en el país, y en la ciudad de méxico al gobierno policiaco del PRD. De otro modo, las revueltas que consigan victorias parciales (que de todos modos es muy improbable) corre el gran riesgo de ser recuperadas por el estado para fortalecer su legitimidad.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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