Álvaro Delgado
El titular del Ejecutivo, Enrique Peña Nieto. Foto: Octavio Gómez |
MÉXICO,
D.F. (apro).- La hipocresía de panistas, priistas y vocingleros sobre
la privatización del petróleo evoca la respuesta de uno de los
habitantes de una isla señalados de alimentarse de carne humana: “Aquí
no hay caníbales, al último nos lo comimos ayer”.
Si ya han
consumado con toda prepotencia las reformas a los artículos
constitucionales en materia energética, y Enrique Peña las promulgará
en horas, por lo menos que dejen de considerar estúpidos a los
mexicanos.
Esta reforma revierte la nacionalización de la
industria petrolera, decretada por Lázaro Cárdenas hace 75 años, y
vuelve a poner en manos de las trasnacionales el petróleo a través de
cualquiera de los esquemas previstos en artículos transitorios ya
aprobados.
El diseño de esta reforma, cuyos litigios por los
contratos con empresas trasnacionales sólo podrán dirimirse sólo en
tribunales internacionales, la hace también irreversible: Es una
ilusión que con la consulta popular prevista en el artículo 35
constitucional, cuya reglamentación quedó mucha, pueda revertirse en
2015, como se alega desde la izquierda.
Este proyecto de
privatización del sector energético, que tiene sólo la lógica del lucro
y está dictado desde Estados Unidos, jamás se pondrá a consulta, como
no lo propusieron nunca en sus plataformas electorales y sus campañas
PAN y PRI, que han asimilado lo peor de cada uno.
Esto –y no
otra cosa– es lo que festeja en particular el Partido Acción Nacional
(PAN), fundado un año después de esa decisión de Cárdenas, en 1939,
precisamente para combatirla, como se ufana Gustavo Madero, en una
entrevista que tuve con él y que se publica en el semanario Proceso.
“El
PAN nace para combatir esta visión estatista del nacionalismo
revolucionario y justo esta reforma es la lápida de la visión
estatista, nacionalista y revolucionaria que creó el PRI y que adoptó
el PRD a lo largo de toda su historia como partidos políticos
clientelares, corporativos y estatistas”.
–¿Y el PRI contribuyó a revertir la expropiación petrolera?
–Con
los votos del PRI ganó la visión del PAN, la visión liberal, de una
economía de mercado que triunfó en esta reforma. Fue la visión
ideológica, política y económica del PAN la que se aprobó, cambiando la
visión estatista, clientelar y corporativa del PRI que había sido la
predominante durante estos 75 años de historia. Es una lápida a esa
visión obsoleta.
–¿Se puso fin a un ciclo histórico?
–Es una lápida a esa visión obsoleta y es un reconocimiento a lo que debió haber sucedido hace ya tiempo en México.
Esta
confesión, que es más un ajuste de cuentas histórico que una medida de
beneficio colectivo –y que, más que Madero, el sepulturero de la
nacionalización petrolera es Peña–, ratifica el dogma desnacionalizador
que domina a la clase política hegemónica.
Fue un panista, el
senador Javier Corral, quien puso un ejemplo inequívoco de que, en todo
el mundo, gobierno de izquierda y la derecha protegen sus recursos
estratégicos: “Ahí está el referente grotesco pero imbatible del
dictador genocida Augusto Pinochet: nunca planteó privatizar el cobre
en la República de Chile”.
Este jueves 12, día de la virgen de
Guadalupe –igual que el saqueo que hace 15 años perpetraron también PAN
y PRI–, se ha consumado la vieja ambición de revertir la expropiación
petrolera a la de a fuerzas.
Y si ya privatizaron el petróleo, sin oposición vigorosa, sólo queda la entrega territorial…
Comentarios en Twitter: @alvaro_delgado
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